sábado, 9 de marzo de 2019

Amar no según el amor, sino según la conveniencia



Sábado primera semana Cuaresma. Amar a costa de uno mismo, el auténtico amor es capaz de romper los propios egoísmos. La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes. ¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.

Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: "Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza". Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno. En el fondo, podríamos pensar que esto es algo negativo o que es algo que no nos conviene. ¡Cómo voy yo a entregarme a costa mía! ¡Cómo voy yo a darme o a amar a costa mía! Sin embargo, es imposible amar si no es a costa de uno, porque el auténtico amor es el amor que es capaz de ir quebrando los propios egoísmos, de ir rompiendo la búsqueda de sí mismo, de ir disgregando aquellas estructuras que únicamente se preocupan por uno mismo. ¡Qué diferente es la vida, qué diferente se ve todo cuando en nuestra existencia no nos buscamos a nosotros y cuando buscamos verdadera y únicamente a Dios nuestro Señor! ¡Cómo cambian las prioridades, cómo cambia el entendimiento que tenemos de toda la realidad y, sobre todo, cómo aprendemos a no conformarnos con amar poquito!

Esto es lo que nuestro Señor nos dice en el Evangelio: "Antiguamente se decía: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo". Esto es amar poquito, amar con medida, amar sin darse totalmente a todos los demás. Podríamos nosotros también ser así: personas que aman no según el amor, sino según sus conveniencias; no según la entrega, sino según los propios intereses. Cuando Cristo dice: "Si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso también los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso también los paganos?", lo que nos está diciendo: ¿no hacen eso también aquellos a los que solamente les interesa la conveniencia o el dinero? Te doy, porque me diste; te amo porque me amaste. El cristiano tiene que aprender a abrir su corazón verdaderamente a todos los que lo rodean, y entonces, las prioridades cambian: ya no me preocupo si esto me interesa o no; la única preocupación que acabo por tener es si me estoy entregando totalmente o me estoy entregando a medias; si estoy dándome, incluso a costa de mí mismo, o estoy dándome calculándome a mí mismo. En el fondo, estos dos modelos que aparecen son aquellos que, o siguen a Cristo, o se siguen a sí mismos. Ser perfectos no es, necesariamente, ser perfeccionistas. Ser perfectos significa ser capaces de llevar hasta el final, hasta todas las consecuencias el amor que Dios ha depositado en nuestro corazón. Ser perfecto no es terminar todas las cosas hasta el último detalle; ser perfecto es amar sin ninguna medida, sin ningún límite, llegar hasta el final consigo mismo en el amor. Para todos nosotros, que tenemos una vocación cristiana dentro de la Iglesia, se nos presenta el interrogante de si estamos siendo perfeccionistas o perfectos; si estamos llegando hasta el final o estamos calculando; si estamos amando a los que nos aman o estamos entregándonos a costa de nosotros mismos.

Estas preguntas, que en nuestro corazón tenemos que atrevernos a hacer, son las preguntas que nos llevan a la felicidad y a corresponder a Dios como Padre nuestro, y, por el contrario, son preguntas que, si no las respondemos adecuadamente, nos llevan a la frustración interior, a la amargura interior; nos llevan a un amor partido y, por lo tanto, a un amor que no satisface el alma. Pidámosle a Jesucristo que nos ayude a no fragmentar nuestro corazón, que nos ayude a no calcular nuestra entrega, que nos ayude a no ponernos a nosotros mismos como prioridad fundamental de nuestro don a los demás. Que nuestra única meta sea la de ser perfectos, es decir, la de amar como Cristo nos ama a nosotros.


catholic.net

sábado, 2 de febrero de 2019

Oración por los nietos

Un pueblo que no respeta a los abuelos carece de memoria y por lo tanto de futuro.



Dame, Señor, la cordura para poder hablar a mis nietos del amor que mi ser contiene.

Dame, la oportunidad de besar su frente por las noche y en cada amanecer.

Quiero pedirte que des luz a mis ojos para disfrutar con ellos de sus sonrisas, de sus cambios de voz.

Quiero que cuando ellos miren mi lento andar comprendan que la vida está hecha de pasos y de caídas, que todo es...aprender y llegar a amar.

Es mi ilusión que al verme ellos de la mano de su abuelo/a , sepan que el amor nunca termina.

Deseo que cuando me escuchen orar , con el pasar de los años entiendan que siempre deben recurrir a Tí , pues eres el camino, la verdad y la vida.

Señor, te pido que les des valentía para soñar y ánimo para perseguir sus sueños, que nunca abandonen al niño que Tú le has colocado dentro.

Te pido que tengan la capacidad de ver hacia adelante, de caminar sin atropellar a nadie, de abrir nuevas metas y nunca sentirse derrotados, de ser humildes ante toda tu Creación, respetuosos de lo que los rodee, amantes de los gestos del hermano, compasivo ante el dolor, generosos y magnánimos ante el caído.

Amén

Oraciones de la noche








Te adoro Dios mío
te amo con todo el corazón
te agradezco el haberme creado, el haberme hecho cristiano y el haberme conservado en este día.

Perdóname el mal que hoy he cometido
y si algún beneficio he hecho, acéptalo.
Concédeme el reposo y libérame de peligros.
Que tu gracia sea siempre conmigo y con todos mis seres queridos.

Visita Señor, esta habitación: que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz, y que tu bendición permanezca siempre con nosotros.

Amén.
 




catholic.net

Desbloqueos mentales



Hay cosas que se resuelve así: con una mirada diferente, con un poco de imaginación, con mayor apertura mental. 

Llegamos a la puerta. La llave entra. La giramos una y otra vez hacia la izquierda. La puerta no se abre.
Llamamos y preguntamos. La respuesta llega suave, discreta, con el deseo de no ofender: "¿Has probado girar la llave hacia el otro lado?"
Hay cosas que se resuelve así: con una mirada diferente, con un poco de imaginación, con mayor apertura mental.
Lo que ocurre es que muchos bloqueos mentales, por pereza, por costumbres adquiridas, por pensar que nada puede cambiar, nos impiden ver otras posibilidades para resolver ciertas situaciones.
No siempre funciona girar la llave hacia el otro lado. Hay casos en los que tenemos que llamar al cerrajero o a un vecino que tiene habilidades sorprendentes.
Pero en otros muchos casos necesitamos una buena dosis de desbloqueo mental para no quedarnos atorados ante un obstáculo que tiene fácil solución.
Los desbloqueos mentales nos permiten descubrir que sí había tiempo para limpiar la casa, que era posible escribir a un familiar hasta ahora dejado de lado, que teníamos energías para ayudar a un amigo los días de su enfermedad.
El ser humano tiene una apertura mental e imaginativa sorprendente. Quizá, para despertarla, nos hace falta un poco menos de pereza, un poco más de reflexión, un sencillo llamar por teléfono a alguien que nos desbloquee.
Llegará, entonces, una respuesta tan sencilla como la de "gira la llave hacia el otro lado". Y, como un "eureka" actualizado, se abrirán ante nuestros ojos y nuestra mente horizontes nuevos que nos permiten avanzar, con alegría y esperanza, hacia nuevas posibilidades de bien y de belleza.




catholic.net

sábado, 12 de enero de 2019

¿Qué es la felicidad?


¿Cuál es nuestra idea de la felicidad? ¿Existe realmente?
¿Qué es la felicidad? ¿Dónde está? ¿Cómo se consigue? La humanidad ha estado detrás de estas preguntas desde el despertar de la vida del hombre, como especie y como individuo. De ahí que la mayoría de nuestras decisiones -si no todas- vienen dictadas por un anhelo profundo de felicidad, ya sea inmediata: diversión; o de largo plazo: realización personal. Al respecto, el Papa Francisco usa un ejemplo bastante simple: Si yo debo hacer las tareas del colegio y no las hago y me escapo…es una elección equivocada. Y esa elección será divertida, pero no te dará alegría”.
Existen 4 tipos de felicidad. El primero es el Placer. Éste nos da una sensación de felicidad inmediata y efímera. Es una experiencia fundamentalmente sensorial que puede ser satisfecha con cosas materiales y que se encuentran netamente en el exterior. El segundo tipo es la felicidad Ego-comparativa, es decir, la ilusión de felicidad que te da el saberte o creerte mejor que los demás o por lo menos que la gente te perciba como mejor: el ya conocido efecto Facebook. 
Ciertamente, estos 2 primeros tipos de felicidad son los que las empresas, la publicidad, redes sociales y en general, la sociedad nos vende. Y en realidad, tenemos que estar conscientes que son modelos defectuosos -en extremo- de felicidad, puesto que son en esencia transitorios y vacíos. Ya son varios los ejemplos de gente exitosa, con fama y dinero que encontraron el placer y la complacencia de creerse superiores y que terminaron deprimidos, sumidos en la droga, quitándose la vida. Para la Iglesia, sin embargo, esto no resulta extraño pues ya nos ha sido revelado que: “Nuestro deseo natural de felicidad es de origen divino. Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el Único que lo puede satisfacer”. (CIC 1718). Teniendo esto en cuenta, llegamos al tercer y cuarto tipo de felicidad: Contributiva y Trascendental, respectivamente. La felicidad contributiva es aquella que sentimos al hacer algo por alguien y marcar la diferencia en su vida. Desde grandes acciones, como aquellas que hacen los misioneros en lugares alejados o el hacer voluntariado en tu comunidad, hasta “pequeños” actos de misericordia: visitar al enfermo, dar buen consejo al que lo necesita, entre otros, generan en nosotros un sentido mucho más profundo y concreto de felicidad puesto que va más allá de nosotros mismos. El último y probablemente más sublime tipo de felicidad es la trascendental. Ésta tiene que ver con anhelos más elevados y que venimos buscando, conscientemente o no, desde que somos niños: Verdad, Justicia, Belleza, Amor y sensación de Hogar. En efecto, éstos últimos son mucho más difíciles de encontrar, pero su sola búsqueda es ya motivo de alegría. 
“Claramente, vivir el Evangelio -con todos los desafíos que eso representa, pero ayudados por la gracia- es un camino a la felicidad plena pues nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana […] ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor”. (CIC 1723). El beato John Henry Newman, nacido en Inglaterra en el siglo XIX, escribe al respecto con palabras que tienen la frescura de hoy: 
El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna y, según la fortuna, la honorabilidad […] Todo esto se debe a la convicción […] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro […] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración.
Al leer estas líneas, es imposible no pensar en tantos participantes de reality shows y otras “celebridades” que hoy día en nuestros países están dispuestos a cualquier cosa y ser protagonistas de cualquier escándalo con tal de tener un poco de prensa, de fama, de atención que viene suscitada por esta sed instintiva de felicidad. Más aún, si pensamos en ejemplos más cercanos, seremos capaces de identificar a amigos e incluso a nosotros mismos compartiendo cosas privadas y/o fuera de lugar en nuestras redes sociales solamente para tener un “like” más o un “retweet” que al fin y al cabo se traduce en la búsqueda de sentirnos aceptados y reconocidos. ¿Es que acaso estas actitudes no reflejan un anhelo insondable del amor de Dios y de la felicidad que su saciedad significaría? 
San Agustín supo reconocer esta ansia de felicidad cuando se preguntaba: “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Es porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz. Haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de Ti (Confesiones, 10, 20, 29).
En el evangelio, camino hacia la felicidad plena, las bienaventuranzas ocupan el centro de la predicación de Jesús. Esto no es una mera coincidencia pues mediante el sermón de la montaña, Jesús quiere iluminar nuestra búsqueda de la felicidad con la paradoja de las bienaventuranzas. En ellas se invierten los criterios del mundo pues se ven las cosas en la perspectiva correcta, esto es, desde la escala de valores de Dios. Precisamente, los que según los criterios del mundo son considerados pobres y perdidos son los realmente felices: Jesús llama dichosos a los que tienen espíritu de pobre, no porque seamos juzgados por nuestro estatus socioeconómico pues sabemos que hay pobres con espíritu de avaricia. Sino que Jesús los llama felices porque habrán encontrado que su felicidad no está en lo material, en la satisfacción de sus placeres ni en creerse mejor que lo demás. Aquellos con espíritu de pobre son dichosos puesto que habrán encontrado su felicidad en la solidaridad, la ayuda a los demás y en el caminar al lado de su Salvador. Y aunque muchas de las promesas de las bienaventuranzas parecen comenzar en el más allá, «cuando el hombre empieza a mirar y a vivir a través de Dios, entonces ¡ya ahora! algo de lo que está por venir está presente»”.
Benedicto XVI
 
Para terminar, podemos afirmar que el primer paso para encontrar la felicidad es saber qué tipo de plenitud estoy buscando. Escuchemos a Santo Tomás de Aquino que ya nos da la respuesta: “Solo Dios sacia”.


catholic.net

¿Qué misión tienen las organizaciones católicas?


Nos ayudan a descubrir a Jesucristo y transmitir sus enseñanzas a otras personas. No es que se sea mejor o peor cristiano si se pertenece a alguna de ellas, simplemente se tiene la ayuda de un camino espiritual y apostólico concreto y personal. La vida cristiana es un camino, es hacer una experiencia de Jesucristo que por amor al hombre se hizo uno como nosotros, murió y resucitó. Y todo camino conlleva obstáculos, dificultades, desviaciones, en ocasiones hasta perdidas y equivocaciones. Jesucristo lo sabía y por eso nos dejó su Espíritu, el Espíritu Santo, y su Iglesia. Éstos son los medios principales para llegar a él. Las diversas organizaciones, o movimientos, se colocan en esta dinámica de camino hacia Jesucristo. Inspirados por el Espíritu y alentados por la Iglesia, los movimientos nos ayudan a descubrir a Jesucristo y a transmitir esa riqueza a otras muchas personas.
El cristiano verdadero es aquel que más se asemeja a Jesucristo. Es aquel que en su vida concreta y diaria va haciendo realidad las enseñanzas del maestro. Ésta es la medida de nuestro ser mejor o peor cristiano. Ciertamente los movimientos me ayudan con medios concretos, apostolados, orientaciones para poder llevar adelante esta transformación. Pero esto no quiere decir que por pertenecer ya a una de estas organizaciones o movimientos ya seré mejor cristiano. No, ser cristiano es cuestión de “vivir como Jesucristo” y no de “pertenecer a”.
Los nuevos movimientos de vida cristiana tienen la misión de fomentar el fervor en el ambiente en que se desenvuelven; han nacido para rejuvenecer a la Iglesia allí donde el decaimiento y la apatía han paralizado a un número considerable de sus hijos. Se puede ser, sin duda, tanto o mejor cristiano fuera de cualquiera de estos movimientos, lo cierto es que en una sociedad tan agresiva a los valores tradicionales del cristianismo es muy difícil mantenerse fiel a los propios principios, y sobre todo crecer en la vivencia de la propia vocación a la santidad si no se cuenta con el apoyo de otros con los mismos intereses, con el ambiente que permita crecer en la vida de gracia. La táctica de los enemigos de la Iglesia es la de “divide y vencerás”. La estrategia del cristiano deberá ser “únete a los que comparten tus intereses e ideales y los alcanzarás”.


catholic.net




miércoles, 9 de enero de 2019

El Síndrome FOMO

"aquí estoy", "existo", "por favor mírenme, estoy publicando"

La curiosidad mató al gato”, y en este caso, el morbo por estar informado segundo a segundo del mundo y de la vida privada de los amigos, mató la tranquilidad de toda persona conectada a la red, que, en la mayoría de los casos, surge de la necesidad desenfrenada de gritarle a la sociedad, “aquí estoy”, “existo”, “por favor mírenme, estoy publicando”. FOMO por su significado en inglés "Fear Of Missing Out” es el fenómeno social y patología en potencia que los usuarios del smartphone tienden a desarrollar por el miedo a quedarse fuera del flujo de información constante y en tiempo real que va surgiendo en el mundo virtual, además de poder sentirse a la vanguardia y manejar sus vidas a la velocidad con la que funcionan las adictivas redes sociales como WhatsApp, Facebook, Twitter e Instagram. Sin embargo, el hombre tiende a olvidar que la palabra “ansiedad” significa “malestar”, y que sus vidas guiadas al ritmo del internet y su información merman su salud visual, afectiva y fisiológica. En primer lugar, el daño a la vista ante el exagerado tiempo que pasa en la pantalla ya sea laptop, tableta o celular, la retina se ve expuesta a una intensa cantidad de luz y al esfuerzo constante que realiza al adaptarse al tamaño de las tipografías de los mensajes, sin mencionar la radiación que indirectamente provocan las nuevas tecnologías. En un segundo lugar, la afectividad se ve afectada por el aislamiento social que detona en la persona, ya que ahora lo único que le importa es el universo virtual e idóneo que construyó, llenando vacíos de una forma errónea, evitando la interacción y conversaciones cara a cara, fenómeno que se le conoce popularmente como el ningunfoneo o phubbing, que es el acto de ignorar a una persona y al propio entorno por concentrarse en la tecnología móvil. Y, en tercer lugar, la deformación fisiológica que se va generando en el cuello al agacharlo de manera prolongada a causa de escribir innumerables mensajes y mirar el teléfono inteligente de esta forma, a esto también se le conoce como el Síndrome del Text Neck.

Un estudio realizado por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad en España, arrojó que el 56% de los usuarios de las redes sociales padecen a menor o mayor grado el FOMO, lo que los hace propensos a otro tipo de adicciones que se vinculan, las cuales tendrán  que ser tratadas por la profesión del siglo, “la psicología”, ya que resulta ser una dependencia de 24 horas al celular, en donde este permanece encendido en todo momento, satisfaciendo la necesidad de sentirse conectado full-time, evidencia de nomofobia, el miedo irracional a dejar el celular en casa y esta sin él, malestar que se manifiesta con mayor frecuencia en jóvenes. Actualmente han surgido iniciativas que intentan ayudar a ir dejando de forma gradual el origen de todas las adicciones, las cuales en su mayoría inician en la interacción con las redes sociales, una de ellas es la aplicación “Binky”, que funciona al igual que la interfaz de Instagram, pero con la única finalidad de pasar el tiempo alejado de todo tipo de noticias y fotos que puedan generar algún sentimiento que enganche al usuario. En fin, tal parece que en un mundo de vacíos existenciales que llenar, la respuesta fácil ha sido la tecnología mal empleada, la facultad por “contar historias” falsas de una vida que no existe y una curiosidad que antes de matar al gato, lo vuelve chismoso y adicto de su propia vida.

catholic.net