domingo, 22 de octubre de 2017

Octubre mes del Santo Rosario

Mes de Octubre - Mes del Rosario
El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de Muchos Rosarios. Después de la vacaciones hemos vuelto a los hábitos de siempre en nuestro diario vivir y  trabajo  pero en este mes podríamos añadir algo más a nuestro .

Mejoramiento espiritual. Muchos lo saben....otros no. Este mes, es el mes del Rosario. Rezar el rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones que en la gran mayoría están dichas de una manera distraída y maquinalmente. Pero no es así. El hecho de ponernos a rezar ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es un súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todo el género humano en el presente y también en la hora de nuestra muerte. Es meditar en los Misterios de la vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la vida, de los sufrimientos y glorificación del Señor y una síntesis de su obra redentora. Ahora tenemos los jueves,  por un deseo especial del Papa Juan Pablo II ,los Misterios Luminosos. El primero es El Bautismo de Jesús -El milagro en las bodas de Caná- El anuncio del Reino- La transfiguración en el monte Tabor y la Institución del Sacramento de la Eucaristía. Son maravilloso para una meditación hermosa y profunda.

Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar la meditación en  los actos más sublimes de la fe .

El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. El Ave.María, toda ella está centrada en el misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en esa oración hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por el infinito amor que mostró al encarnarse. La Santísima Virgen María, en sus repetidas apariciones ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha traído.  Ella nos pide que recemos el santo rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque su rezo tiene un gran valor.
 
Ella quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza con la esperanza puesta en su inmenso amor por toda la humanidad.  Tal vez por lo repetido del rezo, la "loca de la casa" como le decía Santa Teresa a la mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad están puestos a los pies de la Madre de Dios y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima. Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios... pero no hablamos con EL. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de Muchos Rosarios. Hagamos un alto en nuestro diario vivir, quince minutos tan solo, y con seguridad el mundo y "nuestro mundo", será mejor.


Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 


Agradecer es de personas educadas


Agradecer es una actitud que atrae simpatía.

Agradecer es de personas educadas
“Es de bien nacidos ser agradecidos”, diría un amigo mío.  Y viéndolo bien, el dicho tiene mucha razón: agradecer es una actitud que atrae la simpatía de aquellos que nos han hecho un bien y de esta manera son reconocidos por nosotros, pero también es signo de empatía, nos ponemos en el lugar de los demás y demostramos que somos conscientes del esfuerzo que han hecho para agradarnos. 
En mi familia, todos los mayores tenían la costumbre de enseñar a los niños a agradecer.  Después de que el pequeño obtenía lo solicitado, una voz desbordante de autoridad demandaba: “¿Cómo se dice?”, una frase que fuimos aprendiendo conforme crecemos, con su consabida respuesta: “gracias mamá” o “gracias abuelito”, según el caso y que ahora nosotros aplicamos a nuestros pequeños. ¿Por qué insistimos en que los infantes agradezcan? Porque es parte fundamental de la educación recibida en el seno familiar y en ella se ven involucrados todos los parientes, un comportamiento muy común en nuestro país.  

Pero, además, significa un acto de justicia: dar a cada quien lo que merece.Pienso en una situación muy simple: todos en la vida hemos recibido alguna invitación a una fiesta, y, no importando la sencillez o el lujo del festejo, podemos darnos cuenta del gasto hecho por el anfitrión, quien se ha esmerado en atender a sus convidados del mejor modo posible con tal de hacerlos sentir cómodos.  Imaginemos que después de comer, beber, bailar y pasar una tarde agradable, los invitados se retiraran al mismo tiempo sin despedirse del homenajeado. ¿Qué pasará por la cabeza de quien así se ha afanado para que la gente estuviera a gusto? Por supuesto que se sentiría decepcionado y querría nunca haber organizado nada para personas tan ingratas y desconsideradas.  Caso contrario, supongamos que declina la fiesta y todos se van despidiendo y dando las gracias al festejado, que, por supuesto, se siente satisfecho y contento por el éxito de su evento. Qué diferencia, ¿verdad?

Pues por elemental que parezca, se está olvidando esta básica regla de urbanidad.  A veces encontramos individuos que se imaginan que, por el hecho de existir, merecen todo en la vida, dándose ínfulas de grandes señores o señoras.  Se les olvida que hace mucho superamos la época de la esclavitud y que todos somos iguales, seres humanos con derechos y obligaciones que desempeñamos distintos roles, oficios y profesiones, pero que necesitamos unos de otros para subsistir.  Recuerdo que en un curso el ponente decía: todos tenemos que comer para vivir, pero no todos nos dedicamos a trabajar en el campo, sin embargo, si no hubiera quien lo hiciera no llegaría el alimento a nuestras mesas.

Y así, podemos hablar de muchos otros servicios y de gente como nosotros que se dedica a ellos: el que nos atiende en el restaurante, el que limpiavidrios, quien bolea zapatos, el que lava coches, la persona que ayuda a las labores de la casa y que en incontables ocasiones se convierte en miembro indispensable del hogar, el que barre las calles, el que está detrás de un mostrador, en fin, todos, seres humanos que merecen nuestro respeto y consideración y, por lo tanto, nuestro agradecimiento, no sólo porque sin ellos tendríamos nosotros que convertirnos en todólogos, sino porque son personas que realizan un trabajo para bien de su comunidad.

Pero también volteemos a ver a nuestras propias familias, ¿agradecemos a nuestros padres por haberse desgastado para hacernos hombres y mujeres de bien?, ¿los apoyamos en su vejez?, ¿los tratamos con paciencia y amor? Recuerdo una anécdota respecto a la gratitud hacia los padres y el buen ejemplo que siempre hay que dar a los niños: un hombre había llevado a su padre a vivir a su casa.  Como ya era anciano, había perdido muchas habilidades y se había vuelto torpe. Ya era molesto, por eso lo exiliaron a una mesa aparte para no verlo comer. Y para evitar que rompiera más platos, el hombre decidió darle un tazón de madera.  Su pequeño hijo, que había observado el proceder de su padre con el abuelo, un día se pone a jugar con unos trozos de madera; el hombre, extrañado, le preguntó qué era lo que hacía “voy a hacer un tazón de madera para que tú comas seas viejo”.  Por supuesto, aquél hombre, arrepentido, pide a su propio padre que vuelva a sentarse con ellos a la mesa.

Agradezcamos a todos con palabras y actitudes lo que hacen por nosotros, y a Dios porque cada día nos brinda una nueva oportunidad para ser agradecidos.


Por: Mónica Muñoz | Fuente: Catholic.Net


Cristianismo con mostaza por favor

El cristianismo se sirve solo, o se vive como es o no es cristianismo.
Ciertamente una hamburguesa sabe mejor con mostaza, kétchup y alguna salsa recién inventada.  Una tarta con relleno de chocolate o mermelada o grageas multicolores es más atractiva.  Un café con azúcar y unas gotas de leche se agradece. Es muy probable que, a la mayoría de nosotros, de pequeños, no nos gustaban los filetes de hígado cuando a mamá se le ocurrió la feliz idea: “hoy comemos hígado y todos nos lo tendremos que comer”.  Conozco a una persona que a sus muchos años, todavía, no puede ver el hígado.  Ahora simplemente no lo come.  Pero de niño tuvo que hacerlo por decreto maternal.  Más le valía.  ¿Cómo lo lograba?  Primero agotaba los recursos más tradicionales:  dárselo al perro a escondidas, dejarlo debajo de la mesa, trasladarlo de trozo en trozo al plato del hermano más cercano...  Pero todas estas técnicas eran rápidamente desactivadas por su eficaz madre.  Así que tenía que enfrentarse con el problema.  Solución:  muy sencillo, gracias a su afición a la mostaza, untaba medio tarro de esta sustancia sobre el filete. Así conseguía neutralizar aproximadamente un 85% de aquel horrible sabor hepático. Pero todas estas técnicas de alineamiento, más o menos válidas en el campo culinario, fallan cuando queremos aplicarlas al cristianismo. Una hamburguesa con mostaza sabe mejor, pero cristianismo con mostaza deja de ser cristianismo.  Lo mismo si le untas natilla o le agregas leche desnatada.

El Evangelio te pide amar a Dios sobre todas las cosas.
“Bien. Sí. Sobre todas las cosas menos sobre mi juguete preferido.”
 O sea, cristianismo con kétchup.

El Evangelio te pide tomar la cruz.
“Bien, de acuerdo, pero pásame un buen cojín para el hombro, contrátame tres ayudantes fieles para que la carguen por mí, y que la cruz sea de la madera más ligera del mercado”. O sea, cristianismo con azúcar.
El Evangelio te dice que los limpios de corazón son los que verán a Dios.
“Bien pero no es para tanto, tranquilo, no hay que ser exagerado, si todo el mundo lo hace no tiene que estar tan mal.”
O sea, cristianismo con miel silvestre.

El Evangelio te pide amar a tu enemigo.
“Sí.  Estoy de acuerdo.  Sólo a este desgraciado lo odiaré toda mi vida.”
O sea, cristianismo con mayonesa.

El Evangelio te pide perdonar setenta veces siete.
“Bien, pero a este no. Es que es un caso especial. Lo que me hizo es imperdonable.”
O sea, cristianismo con leche condensada.

El Evangelio te pide desapegarte de tus posesiones.
“Sí. Lo que pasa es que estamos en el siglo del consumismo, y  por lo mismo tengo que comprar y comprar, da igual si no lo necesito.”
O sea, cristianismo con tomate.

El Evangelio te invita a la oración.
“Sí, es importante, pero no hay tiempo, ¿no ves que soy una persona muy ocupada?  El tiempo libre debe ser más bien para un café, un cigarro, una fiesta.”
O sea, cristianismo con relleno sabor chocolate.

El Evangelio te pide interrumpir tu camino para curar al que está tirado en la calle.
“Lo sé.  Pero hoy en día es peligroso. No sabes lo que puede pasar. Igual le ayudas y luego no te agradece.” Cristianismo con leche descremada y un poco de mermelada.

El Evangelio te pide fidelidad.
“Bien, pero uno debe tener sus propias ideas, yo comparto muchas cosas de las que dice Jesús, pero no estoy de acuerdo en algunos puntos de la moral.”
O sea, cristianismo con grageas multicolores.

El Evangelio te dice que estás de paso, que la vida es un soplo, que la aproveches minuto a minuto.
“Sí, bien, pero tampoco hay que amargarse, hay que aprovechar la vida haciendo lo que a uno le gusta, no sabes lo bien que yo me llevo con la pereza.”
O sea, cristianismo con mostaza.



¡cristianismo con mostaza por favor!
 A su Evangelio,
Cristo no le puso kétchup ni mayonesa ni tomate.
Él no le agregó azúcar ni miel silvestre ni grageas multicolores.
Él no lo cubrió con un relleno sabor chocolate ni mermelada.
Él no le añadió leche condensada ni descremada.
Cristo no neutralizó su Evangelio con mostaza.
El cristianismo se sirve solo.  O se vive como es o no es cristianismo.




Por: P. Arturo Guerra L.C. | Fuente: Catholic.net



El samurai de Cristo


Ukon es un ejemplo a seguir
Un ejemplo para los creyentes japoneses de hoy: Mons. Takami El Arzobispo de Nagasaki, Japón, Mons. Joseph Mitsuaki Takami, realizó una visita al Vaticano para celebrar el aniversario número 75 de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Japón y agradecer al Papa Francisco por la reciente beatificación de Justo Takayama Ukon, el llamado Samurai de Cristo. "Su ejemplo es muy importante y valioso para nosotros", declaró el prelado a Fides.

"Tal vez debido a la mentalidad y la cultura de Japón, nuestros fieles son reacios a hablar de su fe cristiana a los demás. Más bien quedan a la espera", describió Mons. Takami. "Necesitamos una proclamación más explícita del Evangelio. Recordamos que Ukon estaba muy feliz de haber recibido de Dios el don de la fe cristiana y hablaba a todas las personas que lo rodeaban: amigos, súbditos, conocidos. Y muchos de ellos se acercaron a la fe por sus palabras".

El Beato Takayama Ukon fue reconocido como mártir por la Iglesia por haber fallecido en el destierro a sólo 40 días de haber llegado a Filipinas junto a los cristianos que logró salvar de la persecución y que llenaron tres embarcaciones. "Ukon es un ejemplo a seguir", agregó el Arzobispo. "En la mentalidad común se vive la creencia de que la fe es casi un 'asunto familiar', es decir, que sólo en una familia que ya es católica puede haber nuevos bautizados. Tenemos que superar este paradigma".

El hecho de que el noble Beato hubiera dejado en segundo lugar sus comodidades y prestigio y prefirieron renunciar a todo para mantener su fe también cuestiona a un Japón crecientemente materialista. "Los desafíos en nuestra tierra son muchos. Vivimos en una sociedad que no parece muy interesada en la vida espiritual, sino que está más centrada en la economía", concluyó Mons. Takami. "El amor de Cristo nos interpela. Es urgente dar a nuestros fieles una profundización de la fe y una mayor formación. Confiamos en que, gracias a la figura de Ukon, y con la gracia de Cristo, podremos iniciar la renovación de la misión".






Por: Redacción | Fuente: es.gaudiumpress.org

Terremoto de Mexico


El Obispo Auxiliar de México, Mons. Armando Colín, alentó a los fieles a ayudar en la reconstrucción de México oyendo la palabra de Jesús y rezando el Rosario, una oración que alentó en sus apariciones la Virgen de Fátima. En el marco de la clausura del Año Jubilar de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima el pasado 13 de octubre y en el Mes del Rosario, el Prelado dijo que los recientes terremotos deben “guiar a la reflexión” a los fieles mexicanos.

Según informa el SIAME, el Obispo resaltó la invitación que ha hecho el Papa Francisco para no dejar de rezar el Rosario y “no separarnos de la Virgen María, pues ella nos guía hacia Jesucristo y presenta ante Él nuestras necesidades”. El Obispo recordó que sus apariciones hace 100 años en Fátima, la misma Madre de Dios exhortó a rezar el Rosario, “una oración Cristocéntrica que nosotros dirigimos a la Virgen, pero que Ella entrega a Jesús”. El Prelado dijo asimismo que los recientes terremotos puede ser una ocasión que lleve a la reflexión para “reconstruir nuestra vida, nuestra familia y nuestra espiritualidad.

El Obispo Auxiliar de México, Mons. Armando Colín, alentó a los fieles a ayudar en la reconstrucción de México oyendo la palabra de Jesús y rezando el Rosario, una oración que alentó en sus apariciones la Virgen de Fátima. En el marco de la clausura del Año Jubilar de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima el pasado 13 de octubre y en el Mes del Rosario, el Prelado dijo que los recientes terremotos deben “guiar a la reflexión” a los fieles mexicanos.

Según informa el SIAME, el Obispo resaltó la invitación que ha hecho el Papa Francisco para no dejar de rezar el Rosario y “no separarnos de la Virgen María, pues ella nos guía hacia Jesucristo y presenta ante Él nuestras necesidades”. El Obispo recordó que sus apariciones hace 100 años en Fátima, la misma Madre de Dios exhortó a rezar el Rosario, “una oración Cristo céntrica que nosotros dirigimos a la Virgen, pero que Ella entrega a Jesús”. El Prelado dijo asimismo que los recientes terremotos puede ser una ocasión que lleve a la reflexión para “reconstruir nuestra vida, nuestra familia y nuestra espiritualidad.



 Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa