miércoles, 30 de agosto de 2017

La Iglesia: Drogas y Adicción a las Drogas.


La Iglesia está comprometida en la recuperación de los adictos.

La adicción a la droga, el juego, alcohol, etc. lleva a la persona a perder la libertad sobre su propio comportamiento, a la destrucción de la familia y a la ruina social.

La adicción es un estado de dependencia a algo. Aunque generalmente se refiere al alcohol, las drogas y los juegos de azar, hay muchas otras adicciones, por ejemplo, la pornografía. El adicto adquiere un aumento de tolerancia a la sustancia, pero también queda atado al hábito de consumo. Experimenta una creciente dificultad para dejar la droga, sustancia o experiencia. El miedo a los síntomas de retiro de la sustancia es el mayor obstáculo, aún para personas que están convencidas, en el campo moral, que debieran de superar la adicción.

Los programas de recuperación seculares ofrecen algunos medios positivos, pero solos no pueden llegar a la raíz espiritual del problema. El hombre es criatura y depende de Dios. Sin Dios el hombre queda vacío y termina dependiendo de otras cosas. Sólo un retorno a Dios puede verdaderamente liberar al hombre. El hombre sin Dios no tiene las fuerzas para liberarse. Dios puede actuar por medio de programas seculares para ayudar a la recuperación, pero, sin una apertura a Su gracia, el alma seguiría vacía.


El Papa Juan Pablo II intervino en el tema de la adicción en más de 360 ocasiones. Cristo ha venido a sanar al hombre cuerpo y alma. El estudio de la adicción ha contribuido a desarrollar la teología moral católica en cuanto a comprender la culpa subjetiva. El adicto pierde el control de su vida y necesita insertarse en un cuerpo donde experimente el amor de Dios. Solidaridad: esta necesidad del convivir con otros en un ambiente con fundamentos cristianos de moral es necesario para todo ser humano. Comprender esto ha hecho posible un mejor y más efectivo cuidado pastoral de los adictos.
El Espíritu Santo ha suscitado varios movimientos apostólicos en la Iglesia que ministran a los adictos.

La Iglesia: Drogas y Adicción a las Drogas

El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios abordó la cuestión de las drogas en un manual pastoral titulado “La Iglesia: Drogas y Adicción a las Drogas”, publicado en el 2001. Desde un punto de vista moral la Iglesia no puede aprobar el consumo de drogas, explicaba el texto, porque implica una renuncia injustificada a pensar, querer y actuar como personas libres. El consejo decía que los individuos no tienen el “derecho” a abdicar de su dignidad personal o a dañarse a sí mismos. La liberalización de las leyes que controlan las drogas advertía el consejo, corre el riesgo de crear una clase inferior de seres humanos subdesarrollados, que dependen de las drogas para vivir. Esto sería un abandono del deber del Estado de promover el bien común En lugar de extender el acceso a las drogas, el manual proponía una mayor educación que enseñe a las personas el verdadero sentido de la vida y dé prioridad a los valores, comenzando por los valores de la vida y el amor, iluminados por la fe. La Iglesia también propone una terapia de amor y dedicación a las necesidades de los adictos para ayudarles a superar sus problemas Soluciones que será difícil poner en práctica, pero que ofrecerán un remedio acorde a la dignidad humana.

A continuación extracto de la Carta a los agentes sanitarios, 1995 del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.


La dependencia, desde el punto de vista médico-sanitario, es una condición de hábito a una sustancia o a un producto -como fármacos, alcohol, estupefacientes, tabaco- por los cuales el individuo sufre una incoercible necesidad, y cuya privación puede ocasionarle turbaciones psicofísicas. El fenómeno de la dependencia presenta en nuestra sociedad una creciente, preocupante y en ciertos aspectos dramática escalada. Este hecho está en relación, por un lado, con la crisis de valores y de sentido por la cual atraviesa la sociedad y la cultura de nuestro tiempo, por otro lado, con el stress y las frustraciones generadas por el eficientismo, por el activismo y por la elevada competitividad y anonimia de las interacciones sociales. Indudablemente los males causados por la dependencia y su curación no le pertenecen exclusivamente a la medicina. Pero de todos modos le compete una gestión cercana preventiva y terapéutica propia.


La droga o tóxico dependencia es casi siempre la consecuencia de una reprobable evasión de la responsabilidad, una contestación apriorística contra la estructura social que es rechazada sin propuestas productivas de razonables reformas, una expresión de masoquismo motivada por la carencia de valores. Quien se droga no comprende o ha perdido el sentido y el valor de la vida, exponiéndose así a riesgos y peligros, hasta perderla: muchos casos de muerte por sobredosis son suicidios voluntarios. El drogado adquiere una estructura mental nihilista, prefiriendo superficialmente el nada de la muerte al todo de la vida.

Desde la dimensión moral "el drogarse es siempre ilícito, porque comporta una renuncia injustificada e irracional a pensar, querer y obrar como persona libre". El juicio de ilicitud de la droga no es un dictamen de condena al drogado. Él vive la propia situación como una "pesante esclavitud", de la cual tiene necesidad de ser liberado. La vía de recuperación no puede ser ni la de la culpabilidad ética ni la de la represión legal, sino impulsar sobre todo la rehabilitación que, sin ocultar las eventuales culpas del drogado, le favorezca la liberación y reintegración.

La desintoxicación del drogado es más que un tratamiento médico. Por otra parte, los fármacos poco o nada pueden. La desintoxicación es una intervención integralmente humana, orientada a "dar un significado completo y definitivo a la existencia" y a restituirle al drogado aquella "autoconfianza y saludable estima de sí" que le ayuden a reencontrar el gozo de vivir. En la terapia recuperativa del tóxico dependiente es importante "el esfuerzo de conocer a la persona y comprender su mundo interior; conducirlo hacia el descubrimiento o al redescubrimiento de la propia dignidad de hombre, apoyarlo para que le resuciten y crezcan, como sujeto activo, aquellos recursos personales que la droga había sepultado, mediante una segura reactivación de los mecanismos de la voluntad, dirigida hacia firmes y nobles ideales".


La droga es contra la vida. "No se puede hablar de la «libertad de drogarse» ni del «derecho a la droga», porque el ser humano no tiene la potestad de perjudicarse a sí mismo y no puede ni debe jamás abdicar de la dignidad personal que le viene de Dios" y menos aún tiene facultad de hacer pagar a los otros su elección.

Alcoholismo
A diferencia de la droga, el alcohol no está deslegitimado en sí mismo: "un uso moderado de éste como bebida no choca contra prohibiciones morales". 200 dentro de límites razonables el vino es un alimento. "Es condenable solamente el abuso" el alcoholismo, que crea dependencia, obnubila la conciencia y, en la fase crónica, produce graves daños al organismo y a la mente.

El alcohólico es un enfermo necesitado tanto de tratamiento médico como de ayuda a nivel de solidaridad y de la psicoterapia; Por eso, se deben poner en ejecución acciones de recuperación integralmente humana.


Tabaquismo
También para el tabaco la ilicitud ética no concierne al uso en sí mismo, sino al abuso. Actualmente se afirma que el exceso de tabaco es nocivo para la salud y crea dependencia, ya que induce a reducir siempre más el umbral del abuso. El fumar crea un problema que ha de manejarse por disuasión y prevención, desarrollándose especialmente mediante la educación sanitaria y la información, aún de tipo publicitario.

Psicofármacos
Los psicofármacos conforman una categoría especial de medicina tendientes a controlar agitaciones, delirios y alucinaciones o a liberar del ansia y la depresión. 101. Para prevenir, contener y superar el riesgo de la dependencia y del hábito, los psicofármacos están asumidos bajo control médico. "Rige la misma instancia sobre la indicación médica de sustancias psicótropas para aliviar en casos bien determinados sufrimientos físicos o psíquicos, aunque también conciernen criterios de gran prudencia, para evitar peligrosas formas de hábito y de dependencia". "Es responsabilidad de las autoridades sanitarias, de los médicos, del personal directivo de los centros de investigación dedicarse a reducir al mínimo estos riesgos mediante adecuadas medidas de prevención y de información".

102. Suministrados con finalidad terapéutica y con el debido respeto a la persona, los psicofármacos son éticamente legítimos. Rigen para ellos las condiciones generales de licitud de la intervención curativa. En particular, se exige el consentimiento informado y el respeto al derecho de rechazar la terapia, teniendo en cuenta la capacidad de decisión del enfermo mental. Como también el respeto al principio de proporcionalidad terapéutica en la elección y suministro de estos fármacos, sobre la base de un estudio cuidadoso de la etiología de los síntomas o de los motivos que inducen a una persona a solicitar el fármaco. Es moralmente ilícito el uso no terapéutico y el abuso de psicofármacos llevado al punto de ser potencializadores del funcionamiento normal o a procurar una serenidad artificial y eufórica. Utilizados en esta forma, los psicofármacos son semejantes a cualquier sustancia estupefaciente, por eso se aplica para ellos los juicios éticos ya formulados respecto a la droga.

Psicología y psicoterapia
En casi toda la patología del cuerpo está ya demostrado un componente psicológico ya sea como con-causal o como resonancia. De esto se ocupa la medicina psicosomática, que sostiene el valor terapéutico de la relación médico-paciente. El agente de la salud ha de esmerarse en la interacción con el paciente, de modo tal que su sentido humanitario refuerce la profesionalidad y la competencia y, así, éstas resulten más eficaces por su capacidad de comprender al enfermo. El acercamiento pleno de humanidad y de amor al enfermo, procurado por una visión integralmente humana de la enfermedad y avalado por la fe, se inscribe en esta eficacia terapéutica de la relación médico-enfermo. Malestares y enfermedades de orden psíquico pueden afrontarse y tratarse con la psicoterapia. Ésta comprende una variedad de métodos que consienten que una persona le ayude a otra a sanarse o al menos a mejorarse. La psicoterapia es esencialmente un proceso de crecimiento para la persona, es decir, un camino de liberación de problemas infantiles, o de conflictos pasados, y de promoción de la capacidad de asumir identidad, rol, responsabilidad.

Como intervención curativa la psicoterapia es moralmente aceptable; pero con el respeto a la persona del paciente, en cuya interioridad él permite entrar. Tal respeto obliga al psicoterapeuta a no violar la intimidad ajena sin su consentimiento y a obrar dentro de los límites que le impone el mismo paciente. "Así como es ilícito apropiarse de los bienes de otro o atentar contra su integridad corporal sin su aprobación, igualmente no es tolerado entrar contra su voluntad en su mundo interior, cuales sean las técnicas y los métodos empleados".


El mismo respeto obliga a no influenciar y forzar la voluntad del paciente. "El psicólogo verdaderamente deseoso de buscar solo el bien del paciente, se mostrará muy atento de respetar los límites fijados a su labor por la moral, dado que él, por así decirlo, tiene en la mano la facultad psíquica de un hombre, su capacidad de obrar libremente, de realizar los más elevados valores que comportan su destino y su vocación social".

Desde el punto de vista moral las psicoterapias privilegiadas son la logoterapia y el counselling. Pero todas son admisibles, a condición de que sean administradas por psicoterapeutas guiados de un elevado sentido ético.


Por: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María


¿Qué es el alma?


La sustancia espiritual e inmortal del hombre que anima a su cuerpo.

Les envío un cordial saludo desde Venezuela y aprovechó la oportunidad de hacerle la siguiente pregunta ya que soy ministro de la palabra en mi parroquia: ¿me podría dar su opinión sobre la sustancialidad del alma? Gracias de antemano por su respuesta y que Dios los bendiga. Atentamente José.

El término alma viene del latín ánima, de la misma raíz que el griego ánemos, viento. Por alma, y con el mismo significado que spiritus (en griego psikhé, soplo, aliento, vida), se entiende por lo común el principio vital del cuerpo, o el principio inmaterial que se considera origen de la vida material, de la sensibilidad y del psiquismo del hombre. A veces se da este nombre a la mente humana, o también se la llama espíritu.

El concepto de alma surge a partir de la pregunta que el hombre se ha hecho sobre sí mismo, sobre el núcleo íntimo de su naturaleza, y es un concepto que se vincula simultáneamente a dos cuestiones distintas: por una parte, la naturaleza de la vida, caracterizada por el auto movimiento y la reproducción y, por otra, la naturaleza de los actos intelectivos. Desde la primera perspectiva el alma se concibe principalmente como principio vital (los seres vivos están animados y para muchos el alma sobrevive al cuerpo); desde la segunda perspectiva, que puede compatibilizarse con la anterior -no sin ciertas dificultades-, el alma es el principio de la racionalidad, el principio explicativo del pensamiento, la sensibilidad, los afectos y la voluntad. A su vez, si se parte de la concepción del alma entendida como principio vital, debería poderse hablar de un alma de los seres vivos no racionales, incluidas las plantas. Es la cuestión suscitada bajo el problema del alma de los brutos o alma de los animales. Si, en cambio, se parte de la concepción del alma entendida como principio de racionalidad, se manifiesta en toda su claridad el grave problema de las relaciones entre el alma y el cuerpo, o problema de la relación mente-cuerpo.

Para Aristóteles el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y de su teoría del acto y la potencia: el alma, ‘aquello por lo cual primariamente vivimos, sentimos y entendemos’, es sustancia porque es la forma del cuerpo que está en potencia de vida (‘El alma es la entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia’, De anima, 412a-b) y, por tanto, el alma no puede existir sin el cuerpo, razón por la cual no puede ser inmortal. El alma es concebida como acto (de los cuerpos que poseen la vida en potencia), y como forma (desde la perspectiva hilemórfica, es la forma del cuerpo material). Así, en cuanto que acto, el alma es forma, y en cuanto que forma es sustancia, en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la vida. 

A partir de san Agustín, que subraya el carácter pensante del alma, esta noción, muy influenciada por la tradición neoplatónica, se espiritualiza cada vez más. Para él es una sustancia plenamente espiritual e inmortal, no dependiente del cuerpo, que surge por la voluntad creadora divina, y es el centro de la subjetividad del hombre, que es ‘un alma racional que se sirve de un cuerpo mortal y terrestre’. Es en el alma donde el hombre encuentra a Dios y a la verdad, y es, al mismo tiempo, imagen de la Trinidad. Como en el caso de la Trinidad, el alma es una, pero posee facultades distintas.

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, hará del alma forma sustancial del cuerpo, de modo que el hombre no es ni alma sola ni solo cuerpo, sino cuerpo y alma a la vez y atacará la doctrina averroísta de la unidad del entendimiento que ponía, de nuevo, en peligro la inmortalidad del alma. Tomás de Aquino, apropiándose del aristotelismo, distingue el alma vegetativa, el alma animal y la humana, y distingue también el ánima y el animus (principio vital y entendimiento, respectivamente).





Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE


El ateísmo y la intolerancia.



Los ateos son menos tolerantes que las personas religiosas, afirma un estudio.

Las personas religiosas son más tolerantes con los puntos de vista ajenos que los ateos, afirma un estudio de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. Para llegar a esta conclusión, la universidad ha entrevistado a 788 personas de diversas creencias en Reino Unido, Francia y España.

Sin embargo, son los ateos quienes se consideran más abiertos a pesar de ser menos propensos a aceptar los puntos de vista ajenos. Las personas religiosas “parecen percibir e integrar mejor las perspectivas divergentes”, aseguran los investigadores de psicología de la Universidad Católica de Lovaina. Filip Uzarevic, uno de los autores del estudio, dijo que las personas con mentalidad cerrada no se encuentran sólo entre los religiosos, y que con este estudio se demostraba “que la relación entre ambos aspectos dependía únicamente 'de la mentalidad de la persona'”.

“Sorprendentemente, cuando se midió la receptividad para para integrar puntos de vista que eran divergentes y contrarias a los propios, fueron los religiosos quienes mostraron más apertura”, reconoce Uzarevic. Para el doctor Uzarevic, su estudio “¿Son ateos no dogmáticos?” afirma que el ateísmo se ha convertido “en una norma” en algunos países occidentales. Examinó tres aspectos de la rigidez mental en 445 ateos y agnósticos, 255 cristianos y un grupo de 37 budistas, musulmanes y judíos.

El estudio afirma que los no creyentes alcanzaron menores niveles que las personas religiosas en el apartado “dogmatismo autodeclarado”, pero eran más altos en la “intolerancia”. Uzarevic reconoce que la idea de este estudio surgió porque a pesar de que muchas veces el discurso público de grupos conservadores / liberales era abierto la opinión les percibía como personas de mente cerrada. Y al revés, cuando más secular, más tolerante y abierto. Sin embargo, el hallazgo ha sido el contrario. Es más, según esta investigación, cuánto más se aferra uno al ateísmo, más cerrado es de mente.


Por: Juan Robles


¿Por qué rezar el Rosario?

Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.

Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión: "Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración". Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión. Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles. Los enemigos de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario, pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción.

¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario! ¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado cómo su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras! Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo. Ojalá leyéramos algún libro que hable de las maravillas que se consiguen con el rezo del Santo Rosario. Basta saber que el Rosario ha sido recomendado por muchos Sumos Pontífices y aprobado por la Iglesia Católica en todo el mundo, y que a los que lo rezan se les conceden numerosas indulgencias.

Se llama indulgencia la rebaja de castigos que tendríamos que sufrir en la otra vida por nuestros pecados. La Iglesia Católica con el poder que Jesús le dio cuando dijo: "Todo lo que desates en la tierra queda desatado en el cielo", puede conceder a los fieles que por ciertas devociones se les rebaje parte de los castigos que tendrían que sufrir en el purgatorio.

"Se confiere una indulgencia plenaria si el rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias" (Enchiridion de Indulgencias, p. 67)


 Condiciones:

1. Que se recen las cinco decenas del Rosario sin interrupción

2. Las oraciones sean recitadas y los misterios meditados

3. Si el Rosario es público, los Misterios deben ser anunciados               

Además debe cumplirse:
1. Confesión Sacramental
2. Comunión Eucarística
3. Oraciones por las intenciones del Papa

Si no se cumplen las condiciones para la indulgencia plenaria, puede aún ganarse indulgencia parcial.

La indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La indulgencia plenaria solo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).


"Lo maravilloso del Santo Rosario no es la repetición de las avemarías o de la mesa bien dispuesta que sostiene la imagen de la Virgen, sino la experiencia de la unidad que se conforma en todo el mundo entero para alabar y bendecir a Dios por los motivos  inmensos   de su amor para con la humanidad. Es una rica costumbre de la piedad popular donde la Santísima Virgen se hace universal y de mucha importancia para los creyentes. 

Es la magnífica oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima, a la cual le había confiado esa misión salvífica. Es el santo rosario el lugar
para reconocer a María Virgen como la Madre del Señor Jesús y en el plano de la gracia,
Madre de todos nosotros. 

Es a la vez el reconocimiento de que Dios a través de Ella interviene a favor nuestro. Es una oración connatural a la gente sencilla que reconoce la elegancia de Dios para hacer nacer a Jesús, el Salvador del vientre inmaculado de la Virgen María. 

Por eso en cada decena de las avemarías se medita el sufrimiento, la lucha y el triunfo en ese caminar de Jesús por el camino de la vida, donde la Virgen estuvo presente y actuante para ayudarle a cumplir su misión salvadora. Mi madre solía decir, que el rosario era tan sagrado porque en él estaba todo Jesús y toda María. Por eso, hoy en día, se hace necesario, que el
Santo Rosario ocupe ese espacio tan vivo en los hogares".



(P. Marcelo Rivas Sánchez, Gracias mamá por enseñarme el Santo Rosario)







Por: El Santo Rosario


Cómo afrontar el fallecimiento de un familiar.


Durante la audiencia general el Papa habló del dolor en las familias cuando fallece un ser querido. El Papa Francisco, explicó que es especialmente doloroso cuando los padres pierden a un hijo o los hijos muy pequeños a los padres. Dijo que es normal que no parezca natural y pidió que no se oculten las lágrimas. Al mismo tiempo, aseguró que el amor es más fuerte que la muerte y explicó que los seres queridos están en las manos de Dios que volverá a dárselos a sus familiares, como hizo Jesús con el hijo de la viuda de Naím.

Audiencia general: La familia ante la muerte
Ciudad del Vaticano, 17 de junio de 2015 (Vis). -El luto en la familia por la muerte de alguno de sus miembros ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro a la que han asistido más de quince mil personas.
''La muerte es una experiencia que afecta a todas las familias, sin excepción. Es parte de la vida; sin embargo, cuando toca a alguno de los nuestros, nunca parece natural. Para los padres -dijo Francisco- la pérdida de un hijo o una hija ...es una bofetada a las promesas, a los dones, a los sacrificios que se hicieron con alegría por quienes se dio a luz. Toda la familia se queda anonadada, muda. Y algo parecido sufre también el niño que se queda solo, por la pérdida de alguno de sus padres, o de los dos. El precipicio del abandono que se abre en él es todavía más angustioso porque no tiene ni siquiera la experiencia para "dar un nombre" a lo sucedido. En estos casos la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y no sabemos darle ninguna explicación. Y a veces llegamos a echarle la culpa a Dios''.
'¡Cuántos -y yo los entiendo- añadió el Santo Padre- se enfadan con Dios, blasfeman:''¿Por qué me has quitado a mi hijo, a mi hija?'' ''¡No hay Dios, Dios no existe! ¿Por qué me ha hecho ésto?!'' Pero esa rabia es la que sale del corazón por un dolor tan grande; la pérdida de un hijo, de una hija, del padre o la madre es un dolor enorme...En esos casos, la muerte es casi como un agujero''.
Pero la muerte física, advirtió el Pontífice ''tiene "cómplices" que son todavía peores que ella y se llaman odio, envidia, orgullo, avaricia. Es decir, el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace todavía más dolorosa e injusta. Los afectos familiares aparecen como las víctimas predestinadas e inermes de estas potencias auxiliares de la muerte, que acompañan a la historia del hombre. Pensemos en la "normalidad" absurda con la que, en ciertos momentos y en ciertos lugares, los eventos que añaden horror a la muerte están causados por el odio y la indiferencia hacia los demás seres humanos. ¡Que el Señor nos libre de acostumbrarnos a ello!''.
¿Gracias a la compasión que Dios nos dió en Jesús ‘‘muchas familias demuestran con hechos que la muerte no tiene la última palabra...Cada vez que la familia en luto?  incluso en los lutos terribles - encuentra la fuerza de mantener la fe y el amor que nos une a los que amamos impide, ya desde ahora, a la muerte que se lleve todo. Hay que hacer frente a la oscuridad de la muerte con una labor más intensa del amor. A la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de los que el Padre le ha confiado, podemos quitar a la muerte su "aguijón", como dice el apóstol Pablo; podemos impedirle que nos envenene la vida, que anule nuestros afectos, que nos haga caer en el vacío más oscuro. En esta fe, podemos consolarnos unos a otros, sabiendo que el Señor ha vencido a la muerte de una vez por todas. Nuestros seres queridos no han desaparecido en la oscuridad de la nada: la esperanza nos asegura de que están en las manos buenas y fuertes de Dios. El amor es más fuerte que la “muerte'‘. Si nos dejamos sostener por esta fe, ''la experiencia del luto puede generar una solidaridad más fuerte que los lazos familiares, una nueva apertura al dolor de las otras familias, una nueva fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza.''.
Nacer y renacer en la esperanza, es lo que nos da la fe, reiteró Francisco, recordando que cuando en el relato evangélico Jesús resucita al hijo de la viuda, lo restituye a su madre. ''Esa es nuestra esperanza -exclamó- Jesús nos restituirá a todos nuestros seres queridos que se han ido, nos los restituirá y volveremos a estar con ellos. Tenemos que acordarnos de ese gesto de Jesús... porque así hará el Señor con los seres queridos de nuestra familia. Esta fe nos protege de la visión nihilista de la muerte, así como de los falsos consuelos del mundo, para que la verdad cristiana "no corra el peligro de mezclarse con mitologías de vario tipo, cediendo a los ritos de la superstición, antigua o moderna''.
El Papa instó al final a todos los pastores y a todos los cristianos a expresar de forma más concreta el sentido de la fe ante el luto en la familia. ''No hay que negar el derecho a llorar -advirtió- Jesús también "se echó a llorar" y se "conmovió profundamente" por el grave luto de una familia que amaba. Nos puede ayudar también el testimonio sencillo y fuerte de tantas familias que, en el durísimo pasaje de la muerte han sido capaces de captar también el paso seguro del Señor, crucificado y resucitado, con su promesa irrevocable de la resurrección de los muertos. La obra del amor de Dios es más fuerte que la labor de la muerte. Y de ese amor tenemos que ser ''cómplices''... con nuestra fe... La muerte ha sido derrotada por la cruz de Jesús. Jesús nos restituirá a todos a la familia''.




Por: S.S. Papa Francisco



Cuando muere una persona, ¿hay que rezar el rosario nueve días y ponerle un vaso con agua?


El sufragio por los difuntos

Cuando muere una persona, ¿hay que rezar el rosario nueve días y ponerle un vaso con agua?


Pregunta:

Me dirijo a Usted con todo respeto y confianza, tengo una inquietud o duda y me gustaría me pudiera ayudar a aclararla. Cuando fallece una persona, ¿cuál es el motivo o por qué se

 le debe de rezar el novenario del rosario? Y, además, mientras se reza éste novenario ¿cuál es el significado de ponerle una vela o veladora encendida durante todos estos nueve días y también un vaso con agua?

Respuesta:
El rezo del Rosario es una oración muy eficaz, y recomendada por la Iglesia (por ejemplo, puede leer la Carta Apostólica del Siervo de Dios Juan Pablo II, ´Rosarium Virginis Mariae´), y como tal, es una gran ayuda a las almas que están en el Purgatorio. El Papa Benedicto XVI, en la reciente Carta Encíclica ´Spe Salvi´, recuerda la doctrina sobre por qué debemos ofrecer sufragios por los difuntos:


´Sobre este punto hay que mencionar aún un aspecto, porque es importante para la praxis de la esperanza cristiana. El judaísmo antiguo piensa también que se puede ayudar a los difuntos en su condición intermedia por medio de la oración (cf. por ejemplo 2 Mc 12,38-45: siglo I a. C.). La respectiva praxis ha sido adoptada por los cristianos con mucha naturalidad y es común tanto en la Iglesia oriental como en la occidental. El Oriente no conoce un sufrimiento purificador y expiatorio de las almas en el «más allá», pero conoce ciertamente diversos grados de bienaventuranza, como también de padecimiento en la condición intermedia. Sin embargo, se puede dar a las almas de los difuntos «consuelo y alivio» por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? Ahora nos podríamos hacer una pregunta más: si el «purgatorio» es simplemente el ser purificado mediante el fuego en el encuentro con el Señor, Juez y Salvador, ¿cómo puede intervenir una tercera persona, por más que sea cercana a la otra? Cuando planteamos una cuestión similar, deberíamos darnos cuenta de que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo.

Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal. Así, mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud para con él, mi oración por él puede significar una pequeña etapa de su purificación. Y con esto no es necesario convertir el tiempo terrenal en el tiempo de Dios: en la comunión de las almas queda superado el simple tiempo terrenal. Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. Así se aclara aún más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí.40 Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal. ´ (Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, n. 48)

El uso de velas en la liturgia y las devociones privadas es muy antiguo y tiene muchas aplicaciones; puede representar nuestras oraciones, nuestra devoción, nuestra intención de ´velar´ es decir, de mantenernos despiertos y atentos en la oración para alcanzar lo que pedimos a Dios. Pero también pueden ser utilizadas con sentido supersticioso, como si se creyese que las velas, o un número determinado de velas, o alguna práctica por el estilo, pueden alcanzar, por sí mismas, de modo ´mágico´, lo que pretendemos.


Lo mismo se diga de esa práctica a la que usted alude, de poner un vaso de agua. Se origina del espiritismo y el sentido que le dan quienes así obran. Puede ser algo análogo a las antiguas prácticas paganas, usadas más tarde por algunos cristianos, por las que se dejaba a los difuntos comida y bebida, como un modo de estar unidos a ellos en un mismo banquete. Si se piensa que el difunto necesita esa agua, sería un pensamiento supersticioso. Tal vez la práctica venga del uso del agua bendita, usada como un sacramental; en tal sentido estaría bien, mientras se entienda cuál es el sentido.







 Por: Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, IVE



Todos somos pecadores... pero no corruptos.


Homilía del 11 noviembre 2013

Pecadores, sí. Corruptos, no. El que no se arrepiente y simula ser cristiano hace tanto mal a la Iglesia. Es cuanto afirmó el Papa Francisco en la Misa del lunes (11 de noviembre de 2013) celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Papa reafirmó que todos debemos decirnos "pecadores", pero debemos estar atentos a no convertirnos en "corruptos". Quien es benefactor de la Iglesia, pero roba al Estado, añadió Francisco, es un injusto que conduce una doble vida. Jesús no se cansa de perdonar y nos aconseja que hagamos lo mismo. El Papa se detuvo en su homilía sobre la exhortación del Señor a perdonar al hermano arrepentido, del que habla el Evangelio. Cuando Jesús pide que se perdone siete veces al día, observó el Obispo de Roma, "hace un retrato de sí mismo". Jesús, prosiguió, "perdona" pero en este pasaje evangélico también dice: "Atención a quien causa escándalos". No habla de pecado, sino de escándalo, que es otra cosa. Y añade que "es mejor para él que se le ponga una piedra de molino al cuello y se lo arroje al mar, antes de que escandalice a uno de estos pequeños". De ahí que el Papa se preguntará qué diferencia hay entre pecar y escandalizar":


"La diferencia es que quien peca y se arrepiente, pide perdón, se siente débil, se siente hijo de Dios, se humilla, y pide precisamente la salvación de Jesús. Pero de aquel otro que escandaliza, ¿qué cosa escandaliza? Que no se arrepiente. Sigue pecando, pero finge ser cristiano: la doble vida. Y la doble vida de un cristiano hace tanto mal, tanto mal. ´ ¡Pero, yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en el bolsillo y doy a la Iglesia´. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres... roba. Es un injusto. Ésta es doble vida. Y esto merece – lo dice Jesús, no lo digo yo – que le pongan en el cuello una muela de molino y sea arrojado al mar. No habla de perdón, aquí".


Y esto, subrayó el Pontífice, porque "esta persona engaña", y "donde está el engaño, no está el Espíritu de Dios. Ésta es la diferencia entre pecador y corrupto". Quien "conduce una doble vida – dijo – es un corrupto". Diverso es quien "peca y quisiera no pecar, pero es débil" y "va a lo del Señor" y pide perdón: "¡a ese el Señor lo quiere! Lo acompaña, y está con él": "Y nosotros debemos decirnos pecadores, sí, ¡todos, aquí, eh!, todos lo somos. Corruptos, no. El corrupto está fijo en un estado de suficiencia, no sabe qué cosa es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les decía: La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos, por fuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y un cristiano que se vanagloria de ser cristiano, pero que no hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos. Todos conocemos a alguien que está en esta situación, ¡y cuánto mal hacen a la Iglesia! Porque no viven en el espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la mundanidad". El Santo Padre recordó que San Pablo lo dice claramente en su Carta a los cristianos de Roma: "No se uniformen a este mundo". Es más, precisó, el "texto original es más fuerte" porque afirma que no hay que "entrar en los esquemas de este mundo, en los parámetros de este mundo". Esquemas, reafirmó, que "son esta mundanidad que te lleva a la doble vida":

"Una podredumbre barnizada: ésta es la vida del corrupto. Y Jesús no les decía sencillamente "pecadores" a estos, les decía: "hipócritas". Y qué bello, aquel otro, ¿no? Si cometiera una culpa siete veces al día contra ti y siete veces viniera a ti diciendo: "Estoy arrepentido, soy pecador", tú lo perdonarás. Es lo que Él hace con los pecadores. Él no se cansa de perdonar, sólo con la condición de no querer hacer esta doble vida, de ir a Él arrepentidos: "¡Perdóname, ¡Señor, soy pecador!". ´Pero, vas adelante, vas adelante: yo lo sé´. Y así es el Señor. Pidamos hoy la gracia al Espíritu Santo que huye de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos pecadores: somos pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no".







Por: SS Francisco




 

lunes, 28 de agosto de 2017

Laicos comprometidos


¡Hay más de 1,283 millones de católicos laicos!

En el mundo hay 1,285 millones de católicos, de los cuales 415,000 son sacerdotes, y entre diáconos permanentes, religiosos no sacerdotes y religiosas hay poco más de 770,000. O sea que hay más de 1,283 millones de católicos laicos. De éstos, una gran mayoría no son practicantes, aunque se consideran católicos. El número varía según los países: en México se considera que debe estar en el orden del 70% los católicos que no son practicantes. Y todavía, de este número, habría que ver quienes están incorporados en actividades que, genéricamente, llamamos apostólicas. Aún con todas estas precisiones el número de laicos que trabajan en actividades de Iglesia seguramente sobrepasa por mucho al de religiosos y clérigos. Una enorme fuerza para la evangelización. Pero valdría la pena analizar un poco ese término: el de “laicos comprometidos”.

Debo confesar que no me gusta el término. Estoy dispuesto a que me corrijan. Pero déjeme darle mis razones. Me parece que hay muchas maneras como un laico puede estar comprometido con su religión y puede estar evangelizando de maneras diferentes de aquellas de quienes están adheridos a grupos y movimientos afiliados a la Iglesia. Pensemos, por ejemplo, en un obrero poco calificado, que saca adelante su familia mediante tiempos extras y trabajos adicionales, que tiene poco tiempo para sus hijos y para otras actividades, pero que no deja de cumplir con todas sus obligaciones como padre, esposo y trabajador y que da ejemplo a sus hijos de cómo sus valores lo guían. ¿Será justo decir que no es un laico comprometido? ¿O una madre sola, que sostiene a sus hijos de la mejor manera posible, sin apoyo, dando a los hijos un hogar y valores que les servirán para toda la vida? Y que, como puede, saca tiempo para algunos ratos de oración y para su misa dominical. En lo personal, consideró esa madre como alguien mucho más comprometida con Jesucristo y con su Iglesia que muchos otros. Mucho más comprometida que yo.

De esos millones de laicos católicos, nace mucha de la fuerza que tiene nuestra Iglesia frente a los distintos ataques que recibe, a veces de parte de nuestras propias filas. Y no es que minimice el valor de aquellos que dan su tiempo, sus recursos, su legítimo descanso y la atención a sus propias familias para atender a los demás. Son admirables, sin duda. Pero, claramente, no son el único modo de estar comprometidos con las labores de la Iglesia.

En este siglo XX nace un nuevo fenómeno en la Iglesia católica. Llamados genéricamente “movimientos”, forman una expresión diferente del modo como los laicos han hecho su función en la Iglesia. En los años veinte del siglo pasado nace la “Legio Maire”, antes del nacimiento oficial de la Acción Católica. Es un movimiento nacido en Irlanda y que tiene presencia en una gran cantidad de países y más de tres millones de adherentes. La propia Acción Católica, está presente en la mayoría de los países. Creada a instancias del papa Pío XI, basándose en directrices de sus antecesores y quien le da su forma definitiva. Simultáneamente empiezan desarrollarse otras iniciativas en distintos países y es partir del concilio Vaticano Segundo que ocurre en una verdadera explosión de movimientos, iniciativas y apostolados especializados, manejados más directamente por los laicos.  No es que los laicos han estado cruzados de brazos hasta el siglo XX. En la historia de la Iglesia hay pocas referencias a las obras de los laicos en siglos anteriores, excepto en los primeros siglos de la Iglesia. Pero ha habido siempre una gran cantidad de labores, de distintas maneras: las terceras órdenes, las cofradías, las muy mexicanas mayordomías y otros modos de apoyar a las parroquias, muchas veces en aspectos de culto.

México no ha sido una excepción. Se han formado una gran cantidad de movimientos, algunos con membresías de decenas o centenares de miles de miembros y que han actuado de una manera callada, pero eficaz, de acuerdo sus propios carismas y a su propia visión de las necesidades que consideran que hay que atender. Un gran tesoro. Al cual, si se quiere ser muy estricto, le ha faltado medios y canales para colaborar y hacer labor conjunta. Lo cual, claramente, es un ideal. Y probablemente ocurre de una manera espontánea a niveles de cada barrio y de cada parroquia. Hace poco tiempo se estableció una iniciativa llamada Juntos por México, que busca poner en contacto y lograr colaboración entre los diferentes grupos de laicos. En el 2015 tuvieron un exitoso congreso en Puebla, de donde emanó una Declaración, que busca precisamente encontrar un terreno común para complementarse, cooperar y contribuir. Próximamente, se repetirá el 2o. Encuentro, ahora en Querétaro, a principios del mes de octubre. Hay que desear de todo el éxito posible a esta iniciativa. Y hay que contribuir, en la manera de lo posible, para lograr ese propósito de unidad y de colaboración.

Volviendo al tema del compromiso. Es todo un asunto. Se oye, en ocasiones con fuerza, la queja de que la gente “no se compromete”. Habría que empezar por definir a qué le llamamos comprometerse. Como dije antes, hay muchos modos de comprometerse y probablemente haya mucha gente comprometida que no se nota, porque su compromiso tiene otros canales. Pero, por otro lado, cuando se escuchan quejas de que los laicos no se comprometen, habría que cuestionarnos: “¿Hemos hecho lo necesario para comprometerse”? Porque no basta simplemente promover. Tenemos que enamorar a la gente, a nuestros hermanos católicos, de los diferentes modos de contribuir con los demás. Hacer atractivos estos movimientos, evitar las visiones reduccionistas y posiblemente elitistas que a veces se perciben. Es importante apoyar iniciativas que busquen la unidad y la colaboración de los laicos católicos. Esto es un hecho radicalmente nuevo en nuestra Iglesia mexicana. Hace unos cuantos años, no muchos, esto hubiera sido impensable, casi casi imposible. Hoy no lo es. Hoy está al alcance de la mano. Se requerirá imaginación, voluntad, generosidad, y probablemente todo el catálogo de virtudes cristianas, para que esta iniciativa sea exitosa. Pero ahora ya es posible. Muy posible.





Por: Antonio Maza Pereda



¿Por qué necesito a alguien?


Necesitar a los demás es humano, pero se vuelve verdaderamente una gracia cuando lo reconocemos con humildad.

Cuando necesitamos ayuda o no sabemos algo podemos sentirnos un poco apenados. Levantar la mano en una clase para preguntar es siempre un riesgo porque te muestras vulnerable y te expones frente a la opinión de los demás, y si alguien se ríe seguramente te ruborizas. Vivimos en una sociedad en la que el que más sabe y puede se lleva la admiración de los demás, sobre todo si lo alcanza solo. Como si contar con la ayuda de los demás desacreditara nuestros logros. Pero, si lo pensamos detenidamente nos damos cuenta de que nadie que haya sido exitoso ha llegado a la cumbre completamente solo. Deportistas, científicos, empresarios… todos han recibido ayuda más de una vez en su vida.

Como seres humanos, ya desde el inicio necesitamos de otras dos personas que decidieron ser nuestros padres, y gracias a los cuales estamos aquí. Sin su compromiso y amor no hubiéramos nacido. Llegamos al mundo muy indefensos y durante varios años dependemos totalmente de los demás; pero conforme crecemos nuestra dependencia de quienes nos rodean se transforma, no se acaba. Aunque nos volvemos parcialmente autónomos físicamente cuando aprendemos a caminar, todavía seguimos dependiendo de nuestra familia por varios años para poder desarrollarnos plenamente; y llega un momento en que deberíamos alcanzar una sana independencia personal. Pero nuestro Creador nos hizo para las relaciones interpersonales, y por eso durante la vida nos rodeamos de amistades en las que nos apoyamos y a quienes apoyamos. El hombre es el animal político precisamente porque ofrece y pide ayuda a sus amigos.

Me di cuenta de esto más claramente durante un período de exámenes cuando me sentía especialmente abrumado. Me parecía que la exigencia me iba a sobrepasar, y al ver a mis compañeros me daba la impresión de que ellos gestionaban la presión mejor que yo. Y me daba vergüenza aceptar que en ocasiones me ahogo en un vaso de agua, porque me gustaría ser capaz de ver la realidad siempre como es, no distorsionada por mis preocupaciones o miedos; ser más dueño de mí. Pero comencé a entender que Dios no me creó omnisciente, ni espera de mí que caminé por la vida solo. Él quiere que lo encuentre, y ese encuentro se vuelve real muchas veces a través de la gente que me rodea. Porque dos cabezas piensan mejor que una, siempre es más bonito buscar la verdad junto a un amigo, que te escucha y te ofrece una nueva visión. Yo sólo tengo dos ojos, pero cuando comparto un problema con alguien termino con una solución que sólo cuatro ojos habrían podido encontrar.

Y así, ahora sé que no saber algo es una invitación a aprenderlo de alguien; no para sentirme humillado, sino para que incluso esa experiencia sea más humana; porque si descubrir la verdad es algo muy satisfactorio, es además dulce cuando se la descubre con la ayuda de un amigo. Necesitar a los demás es humano, pero se vuelve verdaderamente una gracia cuando lo reconocemos con humildad, porque será sólo entonces cuando confiaremos en que la ayuda que me ofrecen los demás no es un mal necesario, sino una ocasión para compartir. Es un recordatorio de que no podemos solos, y de que no se supone que vivamos solos.



Esto es un ejercicio que requiere atención, práctica y humildad. No siempre lo logramos, pero creo que vale la pena intentarlo cada día otra vez.

catolica.net