sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Cuál es tú prioridad como cristiano?



Uno de los primeros mandamientos de la ley del amor. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Tristemente vemos que la mayoría de las veces es al revés ponemos primero a Dios que es lo correcto, pero abandonando a la familia, ellos pasan a segundo plano en múltiples ocasiones escucho las quejas de familiares que se sienten solos, aislados, como si no existieran y dicen por ejemplo a mi esposo (a) lo que le falta es dormir en la iglesia, o dicen pertenece a todos los movimientos apostólicos y no tiene tiempo para estar en la casa, también habrá oído esta frase no pueden asistir a ninguna actividad de los nietos, porque tienen que servir en la iglesia.

¿y yo me preguntó? ¿Cuál es el verdadero motivo? ¿Será una fe auténtica, fanatismo, o esta tratando de ocultar algo, o simplemente está llenando algún vacío? Cuándo somos cristianos coherentes sabemos que nuestra primera iglesia empieza en nuestro hogar, de que nos sirve alcanzar tantos supuestos méritos para el cielo, si hemos perdido lo principal nuestra familia, muchas veces nos quejamos de que nuestros seres queridos no acuden a la iglesia con frecuencia o nunca van ¿pero que testimonio le estoy dando yo? Son detalles en los que debemos reflexionar, nuestra presencia es importante para ellos se predica con el testimonio de vida.

Ese afán desmedido de servir a Dios causa discordia entre la familia, enfado contra la iglesia, inclusive contra el mismo Dios porque, no podemos entender como mi mamá, papá, abuela, no se interesan por mí, o nunca tiene tiempo para mí. Te aseguro que a Dios le agradaría más que compartas con tus seres queridos que les trasmitas el amor de Dios a través de tú entrega hacia ellos, de tú presencia en los momentos mas importantes, siempre se puede hacer el espacio, quizás necesites organizarte.  


Carmen Vázquez

Llamados a servir.



El mundo esta en crisis y la iglesia no ha sido la excepción en estos últimos tiempos se ha disparado una ola de sucesos que nos han estremecido en especial a la comunidad de fe, hemos visto como sacerdotes, obispos, y seminaristas han sido acusados de maltrato y violación, actos que son abominables y condenados duramente por la sociedad. El que lo haya hecho quedará debidamente procesado por la ley que pagué, por sus delitos yo no soy quien, para juzgarlo, todos como cristianos debemos aprender de estas lecciones muchos, endiosan a los pastores, sacerdotes, obispos, ellos son seres humanos como cualquier otro, merecen nuestro respeto y admiración, pero no la idolatría. Necesitamos ser más coherentes en nuestra fe y estar atentos y vigilantes en especial con nuestros niños, mantener una distancia prudente, sabemos que no todos son violadores, pero los niños sea en la catequesis, en el confesionario, o en cualquier actividad, deben estar acompañados de un adulto responsable, no se puede confiar plenamente en nadie.  

Cada ves que surge un escandalo de abuso sexual sale a relucir que la culpa es de la iglesia católica por prohibirle a los sacerdotes casarse debo corregir este gran error. Antes de entrar al seminario pasan por un largo periodo de discernimiento, para que puedan encontrar su verdadera vocación en la vida, no todos los que entran al seminario terminan siendo sacerdotes en este periodo se les permite tener, novia y decidir cuál es su llamado. A diferencia del celibato de los laicos, el de los sacerdotes está determinado por una elección libre y consciente del hombre psicológicamente maduro y como tal no provoca frustraciones. Hacer una elección libre siempre significa renunciar a otras posibilidades, a otros valores; pero una elección libre es también testimonio de la convicción de que el valor que se ha escogido es superior a todos los demás.

Y entonces, ¿por qué algunos sacerdotes no han sabido vivir el celibato? Sin querer juzgar a nadie, pues el tema es suficientemente profundo y complicado para dar respuestas simples, creo que analizando la vida de aquellos sacerdotes que no ha sabido observar la obligación del celibato, se puede individuar una causa casi siempre común a muchos: la degradación moral. De ordinario empieza con una crisis de fe y con el rechazo interno de las reglas impuestas por la Iglesia; es decir, con una gran falta de humildad; la mayoría de las veces la ley del celibato es transgredida por personas demasiado seguras de sí mismas, que no buscan apoyo continuo del amor de Dios. La santidad, aunque requiera la colaboración del hombre, es antes que toda una gracia divina, don que hay que pedir humildemente en la oración. Cuando la oración se apaga, el sacerdote se hace más vulnerable a las presiones del ambiente.



Carmen Vázquez