jueves, 6 de diciembre de 2018

Bendito el que viene en nombre del Señor


San Nicolás, Obispo

Isaías 26, 1-6: “El pueblo justo se mantiene fiel al Señor”

Salmo 117: “Bendito el que viene en nombre del Señor”

San Mateo 7, 21. 24-27: “El que cumple la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los cielos”
¿Dónde pones tus seguridades? ¿Qué es lo más importante para ti? Serían algunas de las preguntas que hoy nos hacen estos textos de Adviento. Isaías busca convencer al pueblo de Israel de que su única roca segura es el Señor, presentándole la soberbia Babilonia reducida a cenizas, anunciando una nueva Jerusalén, reconstruida y fortalecida.
Todo esto se logrará si se mantiene fiel al Señor, si vive en justicia y pone su confianza en su Libertador. Igualmente, Jesús nos cuestiona en el pasaje del evangelio de San Mateo sobre el cimiento de nuestras seguridades. El hombre moderno se siente seguro y confiado en tantos “ídolos”, tantas protecciones y comodidades, que fácilmente se olvida de Dios. Ansioso por ganar cada día, por vivir mejor, se pierde en el torbellino de las actividades, de la ansiedad por poseer más, de disfrutar más… y se olvida de Dios, de los hermanos y de su misma persona. ¿Toda esta actividad frenética tiene un fundamento sólido? ¿No es basura y hojarasca que se lleva el viento?  
Es difícil convencer a quien tiene atado su corazón a las riquezas y placeres que esto no es lo más importante. No logró convencer Isaías a los israelitas a pesar de presentar una nueva ciudad viviendo en la justicia y en el derecho; no parecen convencernos ahora las palabras de Jesús quien afirma que sólo tendrá seguridad quien vive de su Palabra. Sin embargo, las consecuencias las estamos viviendo cada día: al olvidarnos que somos hijos de Dios, que vivimos para Él, que todos somos hermanos, hemos construido un mundo de salvaje competencia e injusticia donde cada quien se hace justicia por su propia mano y cada quien pone las leyes y principios a su gusto. Así hemos construido un mundo que se desbarata y nos lanza a la oscuridad y a la inseguridad.

Todo cae, cuando la única ley es el dinero y el poder. Escuchar las palabras de Jesús es construir sobre seguro, es fincar sobre piedra, es buscar el reino. El adviento nos debe llevar a mirar que no sólo digamos palabras de súplica y oraciones vacías, sino que realmente construyamos sobre las bases sólidas de la palabra del Señor. Busquemos en este tiempo silencio y espacios para escuchar la Palabra amorosa de Jesús. Y después busquemos la ocasión propicia, que siempre llegará, para ponerla en práctica. Ven, Señor, Jesús.


catholic.net

No hay comentarios.:

Publicar un comentario