"aquí estoy", "existo", "por favor mírenme, estoy publicando"
La curiosidad mató al
gato”,
y en este caso, el morbo por estar informado segundo a segundo del mundo y de
la vida privada de los amigos, mató la tranquilidad de toda persona conectada a
la red, que, en la mayoría de los casos, surge de la necesidad desenfrenada de
gritarle a la sociedad, “aquí estoy”, “existo”, “por favor mírenme, estoy
publicando”. FOMO por su significado en inglés "Fear Of
Missing Out” es el fenómeno social y
patología en potencia que los usuarios del smartphone tienden a desarrollar por
el miedo a quedarse fuera del flujo de información constante y en tiempo real
que va surgiendo en el mundo virtual, además de poder sentirse a la vanguardia
y manejar sus vidas a la velocidad con la que funcionan las adictivas redes sociales
como WhatsApp, Facebook, Twitter e Instagram. Sin embargo, el hombre tiende a
olvidar que la palabra “ansiedad” significa “malestar”, y que sus vidas guiadas
al ritmo del internet y su información merman su salud visual, afectiva y
fisiológica. En primer lugar, el daño a la vista ante el exagerado tiempo que
pasa en la pantalla ya sea laptop, tableta o celular, la retina se ve expuesta
a una intensa cantidad de luz y al esfuerzo constante que realiza al adaptarse
al tamaño de las tipografías de los mensajes, sin mencionar la radiación que
indirectamente provocan las nuevas tecnologías. En un segundo lugar, la
afectividad se ve afectada por el aislamiento social que detona en la persona,
ya que ahora lo único que le importa es el universo virtual e idóneo que
construyó, llenando vacíos de una forma errónea, evitando la interacción y
conversaciones cara a cara, fenómeno que se le conoce popularmente como el ningunfoneo o phubbing, que es
el acto de ignorar a una persona y al propio entorno por concentrarse en la
tecnología móvil. Y, en tercer lugar, la deformación fisiológica que se va
generando en el cuello al agacharlo de manera prolongada a causa de escribir
innumerables mensajes y mirar el teléfono inteligente de esta forma, a esto
también se le conoce como el Síndrome
del Text Neck.
Un estudio realizado por el Centro de
Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad en España, arrojó que el 56%
de los usuarios de las redes sociales padecen a menor o mayor grado el FOMO,
lo que los hace propensos a otro tipo de adicciones que se vinculan, las cuales
tendrán que ser tratadas por la profesión del siglo, “la psicología”,
ya que resulta ser una dependencia de 24 horas al celular, en donde este
permanece encendido en todo momento, satisfaciendo la necesidad de sentirse
conectado full-time, evidencia de nomofobia, el miedo
irracional a dejar el celular en casa y esta sin él, malestar que se manifiesta
con mayor frecuencia en jóvenes. Actualmente han surgido iniciativas que
intentan ayudar a ir dejando de forma gradual el origen de todas las
adicciones, las cuales en su mayoría inician en la interacción con las redes
sociales, una de ellas es la aplicación “Binky”, que funciona al igual que la
interfaz de Instagram, pero con la única finalidad de pasar el tiempo alejado
de todo tipo de noticias y fotos que puedan generar algún sentimiento que
enganche al usuario. En fin, tal parece que en un mundo de vacíos existenciales
que llenar, la respuesta fácil ha sido la tecnología mal empleada, la facultad
por “contar historias” falsas de una vida que no existe y una curiosidad que
antes de matar al gato, lo vuelve chismoso y adicto de su propia vida.
catholic.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario