miércoles, 28 de marzo de 2018

El secreto de la azafata más veterana de la historia


¿Belleza, simpatía, espíritu de servicio? Bette Nash lleva más de 60 años trabajando y no piensa jubilarse. Bette Nash cumplió 82 años el pasado 31 de diciembre. Lo lógico sería imaginarla en su casa y ya jubilada, pero nada más lejos de la realidad. Es una azafata de vuelo de American Airlines y trabaja a pleno rendimiento.
Una mujer sonriente y agradecida. Se mueve con garbo y cada vuelo sigue siendo para Bette un motor que la llena de energía. “Pienso que ser azafata es un trabajo maravilloso y no tengo más que palabras de agradecimiento “, dice.
A su edad, se ha convertido en la azafata de vuelo más longeva de todos los tiempos y, aunque asegura que a los 90 no estará trabajando, por el momento no piensa retirarse.
Bette es una mujer agradable, sonriente y positiva, que atiende y escucha a cada persona que se encuentra en el avión. Lo suyo es vocacional.  Cuando tenía 16 años, en un avión, “el piloto y la tripulación atravesaron el pasillo y yo pensé: Dios mío, esto es lo que me va “. Así fue el flechazo. 
“Las personas son realmente fascinantes”
Ha volado por todo el mundo y en noviembre de 2017 celebró sus 60 años de carrera profesional con American Airlines. Vive en Virginia, y en casa cuida de un hijo soltero y discapacitado. “Esta es mi vida social”, concluye y explica que “la parte del vuelo que prefiero es saludar a los pasajeros cuando embarcan o descienden del avión. Las personas son realmente fascinantes y siempre ha sido un auténtico placer”.
Bette, que conserva una belleza serena y afable, llegó a ser asistente de vuelo de Jackie Kennedy. Siempre ha sabido estar, tanto en momentos en que las azafatas cocinaban y servían el pavo como en los vuelos turísticos en los que se vendían sandwiches por 50 centavos.
“Todo el mundo quiere un poco de amor”
¿El gran secreto para que la gente la valore y al mismo tiempo se sienta tan satisfecha en su trabajo? “Todo el mundo quiere un poco de amor”, dice, por lo que los viajes se convierten en una ocasión para identificar lo que cada pasajero necesita y hacerle la vida mejor.
“Es mi mentora”
“He viajado centenares de millas, pero mis mejores trayectos son los que contaban con Bette en el avión”, afirma un viajero de mediana edad. “Es mi mentora “, llega a señalar otra mujer, con pleno convencimiento.
Cuando empezó, iba a diario a la sala de salidas, a un tablero no electrónico sino de pizarra donde se escribían los vuelos con tiza y copiaba las rutas que nos tocaban. Al mediodía había que bajar, ¡cruzar la pista a pie vigilando que no pasara un avión!, y volver a copiar los datos de los siguientes vuelos.
Hoy todo ha cambiado en lo tecnológico, pero Bette sigue aportando a empresa y al trabajo algo que nunca una máquina podrá sustituir.




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