Homilía
hoy en Casa Santa Marta. “Valentía y paciencia”: son las
peculiaridades de la oración, que debe elevarse a Dios “con libertad, como
hijos”. Lo subrayó el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en
Santa Marta. El punto de partida fue la primera lectura, del libro del Éxodo,
con la conversación entre el Señor y Moisés sobre la apostasía de su pueblo.
Moisés
no cede a la lógica del chantaje
El
profeta intenta apartar al Señor de sus propósitos iracundos contra el pueblo
que “ha dejado la gloria del Dios vivo para adorar un becerro de oro”. En el
diálogo audaz que mantienen, Moisés “se acerca con argumentos” y recuerda al
Padre cuánto hizo por su gente, llevada a salvo de la esclavitud en Egipto,
recuerda la fidelidad de Abraham, de Isaac.
En
sus palabras, en este “cara a cara”, se percibe la implicación del profeta, su
amor por el pueblo. Moisés no teme decir la verdad, no “entra en juegos de
chantaje”, no cede ante la posibilidad “de vender su conciencia”. “Y esto
agrada a Dios”, precisa el Pontífice, “cuando Dios ve un alma, una persona que
reza y reza por algo, Él se conmueve”.
“Nada de chantaje. Yo estoy con el pueblo. Y estoy
contigo. Esta es la oración de intercesión: una oración que argumenta, que
tiene el valor de hablar a Dios a la cara, que es paciente. Hace falta
paciencia, en la oración de intercesión: no podemos prometer a alguien que
vamos a rezar por él, y después acabar la cosa con un Padrenuestro o un
Avemaría y ya está. No, si dices que vas a rezar por alguien, tienes que
hacerlo así. Y se necesita paciencia”.
Paciencia
y constancia de la oración
En
la vida cotidiana, por desgracia, no son raros los casos de dirigentes
dispuestos a sacrificar la empresa con tal de salvar sus propios intereses, de
lograr un beneficio propio. Pero Moisés no entra en la “lógica del chantaje”,
él está con el pueblo y lucha por el pueblo. Las Sagradas Escrituras están
llenas de ejemplos de constancia, de la capacidad de “seguir adelante con
paciencia”: la cananea, el “ciego a la salida de Jericó”.
“Para
la oración de intercesión hacen falta dos cosas: valor, o sea, parresia, y
paciencia. Si yo quiero que el Señor escuche algo que le pido, debo seguir, y
seguir, y seguir, llamar a la puerta, y llamo al corazón de Dios, y llamo allá
… ¡pero porque mi corazón se ha implicado con esa persona! Pero si mi corazón
no se implica con esa necesidad, con esa persona por la que tengo que rezar, no
será capaz de tener ni valor ni paciencia”.
Tener
un corazón comprometido
Papa
Francisco indica, por tanto, el “camino de la oración de intercesión”:
implicarse, luchar, seguir adelante, ayunar.
“Que
el Señor nos de esta gracia. La gracia de rezar ante Dios con
libertad, como hijos; de rezar con insistencia, de rezar con paciencia. Pero,
sobre todo, rezar sabiendo que yo hablo con mi Padre, y mi Padre me escuchará.
Que el Señor nos ayude a progresar en esta oración de intercesión”.
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