Cuando
nosotros no podemos proteger a nuestros hijos, sus ángeles de la guarda son una
poderosa ayuda contra el peligro. El
mundo es un lugar peligroso. Cuando uno sale de la comodidad del hogar, nadie
sabe lo que puede sucederle, a uno o a sus hijos. Así ha sido desde Adán y Eva
y seguirá siéndolo hasta que Jesús vuelva de nuevo. La buena noticia es que no
estamos solos en esto.
Según
declara el Catecismo de la Iglesia Católica: “Desde su comienzo hasta
la muerte, la vida humana está rodeada [de ángeles y] de su custodia y de su
intercesión” (CIC 336). Dios designa para cada uno de nosotros a un ángel de la
guarda cuya misión es guiar, vigilar y proteger. No siempre vemos o sentimos su
presencia, pero la verdad es que están ahí, dispuestos y preparados para acudir
en nuestra ayuda.
Solamente
tenemos que pedirla.
Para
los padres, es fácil olvidar que nuestros hijos tienen ángeles de la guarda y
que podemos rezarles (a través de la mediación de nuestro propio ángel de la
guarda) e invocar su poderosa protección sobre nuestros hijos. Cuando nosotros
no podemos estar físicamente junto a nuestros hijos para protegerles, lo más
conveniente es rezar a sus ángeles de la guarda.
Aquí podéis leer una breve oración que suele conocerse
como “Oración de una madre a los ángeles de la guarda de sus hijos” y es una
manera que tenemos de calmar nuestro corazón y estar en paz sabiendo quién
protege a nuestros pequeños.
Humildemente os saludo, ¡fieles amigos celestiales de
mis hijos! Os doy las gracias de todo corazón por todo el amor y la bondad que
les mostráis. En algún día futuro, con un agradecimiento más digno del que
ahora puedo dar, os recompensaré por vuestro cuidado de ellos y reconoceré
ante toda la corte celestial mi deuda para con vuestra guía y protección.
Continuad velando por ellos. Colmad todas sus necesidades de cuerpo y alma.
Orad, del mismo modo, por mí, por mi esposo y mi familia entera, para que algún
día todos nos regocijemos en vuestra bendita compañía. Amén.
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