Con muchos millones de pequeñas minucias
como éstas el mundo se haría más habitable
Cuando a la gente se
la habla de que "hay que amarse los unos a los otros" son muchos los
que se te quedan mirando y te preguntan: ¿y amar, qué es: un calorcillo en el
corazón? ¿Cómo se hace eso de amar, sobre todo cuando se trata de desconocidos
o semi conocidos? ¿Amar son, tal vez, solamente algunos impresionantes gestos
heroicos? Un amigo mío, Amado
Sáez de Ibarra, publicó hace muchos años un folleto que se titulaba "El
arte de amar" y en él ofrecía una serie de pequeños gestos de amor, de
esos que seguramente no cambian el mundo, pero que, por un lado, lo hacen más
vividero y, por otro, estiran el corazón de quien los hace.
Siguiendo su ejemplo
voy a ofrecer aquí una lista de 24 pequeñas maneras de amar:
Aprenderse los
nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos cruzamos en el
ascensor y tratarles luego por su nombre.
Estudiar los gustos
ajenos y tratar de complacerles.
Pensar, por principio,
bien de todo el mundo.
Tener la manía de
hacer el bien, sobre todo a los que no se lo merecerían teóricamente.
Sonreír. Sonreír a
todas horas. Con ganas o sin ellas.
Multiplicar el
saludo, incluso a los semi conocidos.
Visitar a los
enfermos, sobre todo sin son crónicos.
Prestar libros, aunque
te pierdan alguno. Devolverlos tú.
Hacer favores. Y
concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
Olvidar ofensas. Y
sonreír especialmente a los ofensores.
Aguantar a los
pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
Tratar con
antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
Contestar, si te es
posible, a todas las cartas.
Entretener a los
niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
Animar a los viejos.
No engañarles como chiquillos, pero subrayar todo lo positivo que encuentres en
ellos.
Recordar las fechas
de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
Hacer regalos muy
pequeños, que demuestran el cariño, pero no crean
obligación de ser compensados
con otro regalo.
Acudir puntualmente
a las citas, aunque tengas que esperar tú.
Contarle a la gente
cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
Dar buenas noticias.
No contradecir por
sistema a todos los que hablan con nosotros.
Exponer nuestras
razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.
Mandar con tono
suave. No gritar nunca.
Corregir de modo que
se note que te duele el hacerlo.
La lista podría ser
interminable y los ejemplos similares infinitos.
Y ya sé que son minucias. Pero
con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más
habitable.
catholic.net
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