miércoles, 26 de julio de 2017

Charlie Gard


Dicen que cuando un niño cierra los ojos al mundo
un nuevo ángel nace en el cielo.
Que cuando sus manos se cierran en la tierra,
dos alas se despliegan en la eternidad.
Dicen que cuando un niño deja de palpitar,
un corazón limpio y puro late junto al de Dios,
que cuando dos pies virginales dejan de caminar,
un gran sendero con flores y plantas
espera en lo más alto de la cumbre.

Dicen que cuando un niño deja de vivir,
Dios lo recoge para que viva eternamente.
Porque un niño es sonrisa en la mañana,
tarde y noche, es juego y travesura.
Y por ello mismo, porque es esperanza
un niño nunca deja de existir.
Vive porque Dios como creador
no permite una obra inacabada,
no quiere que algo suyo quede
injustamente en el olvido.

Desea que este mundo nuestro
sea adornado por la belleza y la candidez,
la alegría y espontaneidad de un niño.
por eso, cuando un niño cierra
los ojos prematuramente,
un nuevo ángel nace en el cielo,
dos alas se despliegan en lo alto,
un canto angelical se escucha
en el firmamento, un susurro celestial
sostiene la tristeza del momento.

Hoy, un ángel existe:
en nuestra familia,
en nuestro corazón,
en nuestra fe,
en nuestra esperanza.
Su nombre es….

 Por: Padre Javier Leoz

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