¿Cómo
aprovechar "a tope" ese tiempo
que se nos ha dado? ¿Cómo fue hoy tu jornada? Trabajo,
escuela, casa, estudio, reuniones, amigos, quehaceres cotidianos, comidas, etc. Puff ¿cuántas cosas? Necesito un día que dure más de 24 horas, dirán
algunos.
Pero
en todo ese trajín, ¿cuánto tiempo has dedicado al Señor?, muchos dirían: “¿en
qué tiempo? si estoy siempre a las corridas”.
Creo
que nos estamos olvidando de algo muy importante, y es que tenemos una vida
prestada, nuestro tiempo, no es realmente nuestro, sino que somos simplemente
“administradores”
Decía
el Padre Agustín Filgueiras: Desde que el Eterno se encarnó en nuestro
tiempo, el tiempo humano adquirió valor de eternidad…Por eso perder el tiempo
que Dios nos da, es perder eternidad. Aprovechar el tiempo que pasa es invertir
en lo que no pasa, en lo que es para siempre.
El
tiempo es un tesoro muy preciado al que debemos cuidar sin imitar al “siervo
malo y perezoso” (Mt. 25,26) escondiendo egoístamente nuestro talento, sino
administrarlo inteligentemente para que fructifique, entregando al final de
nuestros días al Amo de la vida todos esos bienes, como la inteligencia, la
amistad, los buenos valores, la capacidad de amar y de hacer felices a los
demás, etc. etc. que pudimos acumular aprovechando productivamente cada minuto
del tiempo que nos fue dado.
¿Y
cómo aprovechar ese hermoso tiempo donado?
Muchas veces
pasamos nuestra entera jornada matando el tiempo o llenándola de tareas
innecesarias, excediéndose con el trabajo y dejando de lado a aquel que
realmente necesita de algunos minutos de nuestro tiempo, gestos muy simples
como: una palabra de aliento, una sonrisa…
Hasta el
mismo saludo, que por estar siempre a las corridas olvidamos de dar a nuestros
seres queridos, vecinos o quien cruzamos en el camino: es en ellos donde
siempre encontraremos el rostro de Dios, en el “necesitado”, de esa manera y
junto a la oración, podremos estar siempre glorificando al Señor, en cuerpo y
alma.
¡Qué pena vivir, practicando como ocupación la de
matar el tiempo, que es un tesoro de Dios! ¡Qué tristeza no sacar partido, auténtico
rendimiento de todas las facultades, pocas o muchas, que Dios concede al hombre
para que se dedique a servir a las almas y a la sociedad!
Cuando el cristiano mata su tiempo en la tierra, se
coloca en peligro de “matar su Cielo”: cuando por egoísmo se retrae, se
esconde, se despreocupa (San Josemaría Escrivá)
Dejemos
nuestras conductas egoístas, con ¨pasatiempos” que no nos ayudan, esto no
significa dejar de lado las actividades de recreación, esparcimiento, descanso,
diversión que deben también acompañar todas nuestras responsabilidades diarias.
Debemos
llegar al final del día sabiendo que hemos aprovechado inteligentemente nuestro
tiempo, siendo conscientes de que este tiempo que no es “nuestro” lo hemos bien
administrado, y de esa manera no seguiremos pensando que nuestros días
necesitan más de 24 horas, en cambio tendremos un corazón agradecido para
nuestro Señor que tan amorosamente nos ha donado ese nuevo día.
El cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir
en el instante y sabe vivir en el tiempo. El instante es lo que tenemos en las
manos ahora: pero este no es el tiempo, ¡pasa! Tal vez podemos sentirnos dueños
del instante, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡el tiempo no es
nuestro, el tiempo es de Dios! El instante está en nuestras manos y también en
nuestra libertad sobre cómo tomarlo. Y aún más: nosotros podemos convertirnos
en los soberanos del momento, pero solo hay un soberano del tiempo, un solo
Señor, Jesucristo (Papa Francisco, Misa Santa Marta, 27 noviembre 2013)
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