Es
Navidad. Soy Navidad. Puedo acercar el cielo a la tierra. O hacer más presente
el infierno
Sé
que es posible cambiar algunas cosas. No muchas, la verdad,
pero sí algunas. Sé que puedo crear algo distinto con mi actitud, con mis
palabras, con mi ejemplo. Puedo hacerlo bien o mal. Puedo crear a mi
alrededor una atmósfera que eleva y sana. O ser responsable de una atmósfera de
pantano que hiere y hunde.
Parece
sencillo hacerlo bien. Pero no siempre es tan fácil. Lo intento y fallo. Lo
hago mal. Una palabra mal dicha. O tal vez el orgullo. O casi sin darme cuenta
sangro por mi herida. La ira me sale por la boca. No me entiendo. Lo quería
hacer todo bien y lo estropeo.
Sé
que las personas heridas hieren. Yo estoy herido, yo hiero. Me gustaría
contribuir con mis palabras a traer el cielo en la tierra. Abrazar en lugar de
alejar. Ser hogar en lugar de desierto.
Quiero
crear un pedazo de paraíso entorno a mí. ¡Cuánto me cuesta hacerlo! Es seguro
que necesito tener a Dios más dentro de mí para que se haga realidad lo que
deseo. Al fin y al cabo uno da lo que tiene dentro. Y si tengo dentro el amor
de Dios daré amor.
La
Madre Teresa de Calcuta le decía a un joven sacerdote: ¿Cree usted que
yo podría vivir la caridad si no le pidiera cada día a Jesús que llene mi
corazón de su amor? Sin Dios somos demasiado pobres para ayudar a los pobres.
Necesito
tener a Dios dentro para dar amor. Necesito pasar más horas ante Dios en
silencio para traer el paraíso a la tierra. Quiero ver a María actuando en mi
alma. Quiero que su presencia maternal cambie mis pensamientos y palabras,
venza mi orgullo y me haga más manso y humilde de corazón.
Dice el P.
Kentenich que María tiene el carisma de
difundir a su alrededor una atmósfera sobrenatural purificada, ideal, a fin de
mantenernos eternamente jóvenes y frescos, maleables y abiertos, para darnos un
fino olfato para todo lo auténtico, para todo lo grande según la visión de Dios,
para conservar ideales, para fortalecerlos y hacerlos actuar en nosotros.
Ella lo puede
hacer en mí. Puede hacerlo en mi familia, en mi trabajo, en mi entorno. Si me
dejo hacer. Sé que hay lugares en los que me siento triste. Las críticas, la
falta de esperanza, la forma de ver la vida, los comentarios sobre los
ausentes, la desvalorización de las personas, los chismes, los escándalos.
No hay temas
de conversación que eleven. No hay una atmósfera de cielo. Y me dejo llevar por
el hedor del pantano. Todo eso no me ayuda a elevar el ánimo. No saca lo mejor
de mí. Esas atmósferas de pantano no dejan que crezca la vida.
Hay
también otros lugares, lo sé, lugares en los que la atmósfera es más cercana al
cielo. En ellos María hace posible un trozo de paraíso. Hay personas que llevan
el cielo dibujado en el alma y lo contagian. Cuando hablan y cuando callan.
Cuando sirven y cuando aman.
Yo quisiera
cambiar mi mirada y mis palabras para ser un sembrador de hogares en los que
haya más luz. Espacios de familia en los que uno quiera darse y crecer. En los
que los comentarios enaltezcan. Y las risas eleven el alma. Me gusta pensar que yo puedo hacerlo posible.
Es Navidad. Soy Navidad. Puedo acercar el cielo a la
tierra. O hacer más presente el infierno.
Cuando el P. Kentenich
llegó al campo de concentración de Dachau un guardia le dijo que no había visto
a Dios ahí. El Padre le contestó: Seguro
que sí que ha visto al demonio.
Puedo hacer
visible a Dios, o al demonio. Por eso decido mirar a María en Adviento. Le pido
que me llene de paz, para poder dar paz.
Me sorprende
que una cueva de animales pueda llegar a ser un palacio en presencia de María,
de José, de Jesús. Un pesebre sucio, el último lugar donde sería bueno que
naciera un niño, la única posada libre, acerca el cielo a los hombres.
Comenta
el Papa Francisco en Evangelium Gaudium: María
es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos
pobres pañales y una montaña de ternura.
Me gustaría
tener esa varita mágica en mis manos para cambiar los ambientes. Quisiera ser
capaz de transformar los lugares que piso, donde habito. Convertir una cueva en
un lugar santo. Hacer de un lugar lleno de tinieblas un lugar lleno de luz.
Decía el P.
Kentenich que hay que acabar con ese
pesimismo, con la idea de que no se puede construir una sociedad humana
plenamente redimida. Tenemos que generar un oasis, y todos podemos hacerlo.
Oasis, islas pequeñas, células vivas a modo de anticipación del mundo nuevo.
Puedo generar
oasis. Islas en las que nazca Jesús y traiga una luz de esperanza. Lo puedo
hacer allí por donde piso. Puedo cambiar las conversaciones. Hacer que sean más
profundas, más elevadas. Quiero creer que es posible.
Puedo cambiar la atmósfera de mi familia, de mi
trabajo, de mis amigos. Con gestos de amor generosos. Dando sin esperar
recibir nada. Sirviendo, aunque no me lo pidan ni me corresponda. Puedo hacerlo
todo con mis palabras y mi forma de actuar.
Lo
que queda al final del camino son sólo las obras de amor. Lo que permanece es
mi entrega generosa y llena de silencios. Se entierra la semilla para que muera
y dé fruto. Brota a mi alrededor una nueva planta llena de vida, cuando muero a
mi orgullo.
A veces llego
a lugares que no tienen paz. Llego con el corazón herido. Lleno de rencores y
rabias. Salgo más herido, más triste. Llego inquieto y sin luz. Me voy lleno de
nostalgia. No tengo alegría.
Intento
cambiarlo todo, pero no puedo cambiar la atmósfera a mi alrededor. Mis
comentarios no ayudan. Juzgo lo que otros dicen. Me dejo tocar por el desánimo.
Me contagio con los juicios. No aporto ni mi ternura, ni mi alegría, ni mi
esperanza.
Callo, y mi
silencio no ayuda. No contribuyo a mejorar lo que reina a mi alrededor, y me
justifico diciendo que es imposible cambiarlo. La cueva sigue siendo una cueva
de animales. Y la atmósfera es más de pantano que de cielo.
Y no soy yo
el que aporta algo de esperanza o de luz. Y no es mi mano la que regala
misericordia. Ni mis palabras traen paz. Me duele no ser causa de alegría.
Quiero
cambiar. Creo que tengo vocación de fuego, de hogar, de luz. Tengo en mis manos
una llamada a hacer cosas grandes, a sembrar paz. Y
sé que Dios nace en mi alma para hacerse presente entre los hombres.
Así de fácil. Se lo pido.
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