¿Qué estoy haciendo hoy
para lograrlo? ¿A quién no le ha pasado que, de
repente, todo el mundo a tu alrededor está haciendo ejercicio y comiendo
saludable? Abres Instagram y todos súper atletas. Empiezas a ver cómo dejan la
comida rápida y pasan a ensaladas, llamándose gente fitness. Yo
fui una de esas, empecé a ver esos cambios en personas cercanas y me pregunté:
¿y yo? ¿será que estoy cuidándome? Un día leí que las enfermedades hereditarias
-diabetes, hipertensión, cáncer, entre muchas otras- no determinan tu salud si
tú cuidas de ella. Es como si tuvieras un cupón con opciones a usarlo o no,
pero para usarlo muchos factores dependen de la disposición que tenemos a
cuidar la salud, toda esta historia de medicina se las cuento porque en mi
familia, la única herencia que existe, son enfermedades.
Entonces, me seguía preguntando: ¿qué
estoy haciendo yo hoy para cuidar mi salud? Yo tengo fama de que como más que
un equipo de fútbol y me causaba gracia, pero ¿eso está bien? Reflexionando
me dije: qué acto tan egoísta sería que, por mi culpa, padeciera una enfermedad
y que tenga que hacer que alguien cuide de mí, no porque cuidar un enfermo esté
mal, para nada, es una obra de misericordia, pero si puedo poner de mi parte
para cuidar mi salud, ¿por qué no hacerlo?
Un nuevo
camino. Empecé un nuevo camino de
cambiar toda mi alimentación, lo que se llama comer balanceado. Descubrí todo
un mundo de frutas, vegetales, combinaciones de alimentos, que en mi vida
estaban escondidos detrás de lo rápido y fácil. Al principio todo era
maravilloso, hasta descubrí que me gusta cocinar y ser super organizada con el
menú, pero cuando no estás acostumbrado, la emoción se acaba muy rápido y es
así, cuando llega el delicioso pastel de chocolate a la mesa, es imposible
decirle que ¡NO! Ahí es donde comienza la historia que tanto escuchamos:
¡empiezo la dieta el lunes!
Me preguntarás: ¿qué tiene que ver todo esto con la oración? ¡Mucho! hay
algo que se llama voluntad, que según Wikipedia significa: “la
capacidad humana para decidir con libertad lo que se desea y lo que no”
Si profundizamos un poco, pienso que sería la gasolina que te mueve a hacer lo
que tengas y debas hacer sin importar las circunstancias. Estoy muy de acuerdo
en cuidar nuestro cuerpo, pues es el único lugar que nos va a acompañar hasta
el último día de nuestra vida. Por eso sí creo que hay que cuidarlo, pero
de qué vale cuidar el cuerpo si no cuidamos el alma, nuestra vida espiritual es
parte de nosotros, somos seres integrales y todo nuestro ser hay que cuidarlo.
¿Cuál es el secreto? La voluntad es el secreto que requiere -como los atletas- de un entrenamiento constante para perseverar en la meta, se necesita disciplina. Estoy segura de que hay días en que Messi o -inserta tu jugador favorito- no quisiera ir al entrenamiento, pero sabe que si no practica y mejora sus técnicas, no podrá posicionarse entre los mejores. Lo más importante, se necesita de nuestra actitud. De nada ganas teniendo tus talentos, si no estás a disposición de mejorar, diría un viejo amigo: práctica + práctica = destreza. “La verdadera y sólida devoción consiste en una voluntad constante, resuelta, pronta y activa de ejecutar lo que se conoce ser del agrado de Dios” San Francisco de Sales. Quisiera mostrarte un camino para forjar la voluntad, el mejor ejemplo que se me ocurre es con un día de gym:
Calentamiento: Todo entrenamiento, para que sea efectivo, necesita que nos activemos
poco a poco. No podemos llegar el primer día al gym y querer levantar 50 kilos
de una vez. Se empieza entrenando sin peso hasta que tu nivel de resistencia va
subiendo, unas veces avanzarás más rápido y otras no tanto. Así también es en
el trabajo de la voluntad, no pretendas ser de un día para otro la persona más
virtuosa, porque te agotas y dejarás de trabajarla. Dios nos ha creado y conoce
perfectamente nuestras debilidades, reconocer que necesitamos de su ayuda para
superarnos, nos dará la gracia de continuar. Rutina de ejercicio.
Cuando llegas al gym, el entrenador te hará trabajar en cada parte del cuerpo,
para fortalecerlo y definirlo, por eso te daré unos elementos en el que
podremos fortalecer el “músculo de la voluntad”:
El orden: siempre he pensado que Dios bendice el orden. Tener tus espacios
ordenados ayuda a forjar la voluntad, un ejemplo fácil es tender la cama cada
mañana que te levantes, por muy pequeño que sea hace la diferencia.
Crear un horario y
tener una agenda nos ayuda a visualizar todas las responsabilidades, a cumplir
pendientes y muy importante a saber decir ¡no! a tiempo. A mí me cuesta muchísimo… Pero sobre todo a ¡no dejar para mañana
lo que puedes hacer hoy! A descubrir algo tan maravilloso como lo es que el
tiempo sí rinde, y a alejarnos del “no me dio tiempo”. El orden
de las cosas siempre refleja nuestro interior. Eso abarca desde cómo nos
vestimos, hasta el orden de nuestra vida y criterios. Si no tenemos un esquema
claro de lo que queremos, nunca estaremos trabajando en lograrlo. Recuerda que:
un “algo” sin un “cómo” es un “nunca”. Por eso crear hábitos nos ayudará a
lograr nuestros propósitos.
La constancia y disciplina: ¡muy
importante! El día uno siempre estaremos muy motivados, capaces de hacer lo que
nunca nos imaginamos, con una fuerza de super héroes, pero, al pasar los días
empieza a faltarnos el ánimo, a dolernos todo y a querer abandonar. Pero ahí,
en el punto donde ya no podemos más, es donde entra el deber hacerlo y poder
superarnos a nosotros mismos. La voluntad es lo que hace que aunque no quiera,
lo hago.
Cardio:
Necesitamos acelerar el corazón, que ese
motor siempre esté activo. Para eso necesitamos tener una motivación constante
pero real. Como cuando quieres adelgazar, si sabes cuál será tu peso ideal,
tienes tu meta enfocada. Así es vivir en nuestro momento de oración, nuestra
mayor motivación debe ser la santidad. Que, a pesar de las circunstancias,
tengo claro que quiero llegar al cielo y eso me motiva a mantenerse firme.
Descubre qué es lo hace que tu motor siempre esté activo.
Estiramiento: Al final de cada entrenamiento es necesario estirar los músculos para evitar que se contraigan. Igual pasa con nuestro corazón, debemos mantenerlo en un constante estiramiento, así nos hará descubrir que vale la pena todo sacrificio.
Ese estiramiento lo podemos ver cuando
cumplimos una meta, cuando podemos decir: ¡lo logramos! Pero no hay mayor
estiramiento que cuando experimentamos el entregarnos a los demás, en el que me
olvido de mí para servir a otros. Son esos pequeños detalles los que marcan la
diferencia. Nuestro corazón está creado para amar,
por eso cuando lo hacemos nos sentimos felices. Así que ¡a inyectarle
endorfinas al día a día y darle lo mejor de ti!
El trabajo de nuestra voluntad es un
esfuerzo de minuto a minuto, con paciencia se logra hasta lo que creíamos que
era imposible. Así que empieza a hacer tu lista de todo lo que quieres ser y
hacer y pregúntate: ¿qué estoy haciendo hoy para lograrlo?
Por: Maggy
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