Conocer
cómo funciona ayudará a conducir mejor en nuestras rutas
La
rueda es uno de los grandes inventos de la Humanidad.
Sencillo, ingenioso y eficaz. Dos ruedas ya implican una cierta complejidad: coordinación,
equilibrio, movimiento, espacio para desplazarse…
Los
que sabemos montar en bici decimos que es muy fácil, pero habría que
vernos en un vídeo de Youtube (menos mal que no existía) el primer día, con
ayuda de algún mayor y quizá de ruedecitas laterales. Y cuando ya creíamos que
teníamos experiencia, una derrapada o un desnivel inesperado acababa con
señales en las rodillas y las manos como poco.
Las
bicicletas son ahora todo un mundo, como el de los yogures: hay variedad de
especialidades, de deportes, de frenos y marchas, de diseño y no digamos de
precios. Y sirven de inspiración para la vida.
Javier
Vidal-Quadras propone una metáfora de la vida hablando
de bicicletas. Es abogado, profesor universitario y padre de familia numerosa,
además de autor de best sellers sobre
familia y psicología.
Antes
que Vidal-Quadras, contemporáneo, hubo algunos intelectuales para quienes la
bicicleta ha sido motor de
inspiración. Veamos:
Einstein: “La vida es como una
bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que seguir pedaleando”. O sea, que
existe la relatividad, pero en el caso de la vida hay que pedalear sí o sí.
H.G.Wells: “Siempre que veo a un adulto
encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana”.
Al autor de “La guerra de los mundos” parece que la bicicleta lo devolvía a la
edad de la inocencia.
Helen Keller (la mujer sordociega que inspiró “El
milagro de Anna Sullivan”): “La tolerancia requiere el mismo esfuerzo
del cerebro que mantener el equilibrio sobre una bicicleta”. Lo
dijo tras convertirse en activista política, escritora y haber logrado una
titulación universitaria. No disponer de vista ni oído no le impidió llegar a
profundizar en el ser humano.
Aristóteles no
había hablado de bicicletas (no existían en tiempos de los griegos y no se
inventaron hasta el siglo XVIII) pero sí de los caballos y del auriga que
con las riendas sujetaba a los animales y lograba conducirlos a la velocidad y
en la dirección deseada. El auriga dominaba las pasiones, los sentimientos, la
inteligencia, la voluntad…
Javier
Vidal-Quadras ha encontrado una forma nueva de hablar de ese dominio de
la propia persona para encontrar la armonía en el avanzar de la vida. Así
que asigna a cada parte de la bicicleta una misión:
- El manillar es la inteligencia: el
pensamiento da idea de hacia dónde orientar la trayectoria. Adónde puedo ir, qué me interesa, qué amo hacer…
- Las ruedas son los sentimientos: son
el movimiento, las subidas y bajadas, la adecuación a los que vamos
encontrando en el camino, la respuesta a cada cambio de planes…
- Los pedales son la voluntad: son
los que dan el empuje, los que hacen ir hacia delante, permiten hacer
realidad lo que la inteligencia ha visto en el horizonte… decidir y llegar
a la meta. Sin voluntad, no nos moveríamos ni un centímetro del lugar de
las buenas intenciones.
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