El
discernimiento de los exorcistas católicos, entre la posesión demoníaca y
trastornos mentales.
Un
sacerdote nos explica, las diferencias y cómo discernir. Los exorcistas
reciben numerosos casos todos los días. Por ejemplo, en París los exorcistas
reciben a más de 2.500 personas al año, aunque de todas ellas han realizado
exorcismos a 50. En muchos casos existen problemas psiquiátricos y
psicológicos y una de las principales labores del exorcista es discernir quién
está enfermo y en quien está actuando el demonio.
Sabiendo esta relación, cada vez hay más sacerdotes
que empiezan a ser expertos en ambas vertientes. Es el caso del
padre Mike Discroll, sacerdote ordenado en 1992 y hoy capellán del Centro
Médico St. Elizabeth´s en Ottawa (Illinois) donde hay un área de salud mental
con enfermos internados. Con estudios universitarios en Economía, Teología Moral y
Consejería Médica quiso estudiar el fenómeno de la relación entre enfermedad
mental y el demonio con una tesis doctoral titulada El discernimiento de los
exorcistas católicos, entre la posesión demoníaca y trastornos mentales. Su labor en el
hospital le ha permitido conocer mejor a las personas con enfermedades mentales
para convencerle de la importancia de los cuidados espirituales para ellos
puesto que se muestra convencido de que “los demonios pueden atormentar a la
gente que tiene problemas mentales”.
El
padre Mike Discroll habla de la enfermedad mental y de la influencia del demonio.
Aun así arroja mucha más luz en un libro que ha publicado Demons, Deliverance,
and Discernment: Separating Fact from Fiction About the Spirit World y cuyos
temas habla en esta entrevista publicada por Portaluz: ¿Escribir
ese libro ha modificado su ministerio como capellán, su trabajo de consejería y
salud preventiva? Las personas suelen batallar con desafíos que son una combinación de problemas
mentales-emocionales y problemas espirituales que no involucran posesión. El
hospital St. Elizabeth de Ottawa, donde soy capellán, tiene un área de salud
mental con pacientes internados. Así es que a diario hablo con personas que
enfrentan estos problemas. Escribir el libro y servir a estas personas ha reforzado en mí la
certeza de que es necesario abordar ambos aspectos: el mental-emocional y el
espiritual.
¿Cuáles son las dos o tres cosas
que todo "católico promedio" debería considerar sobre los demonios?
La gente debe saber que no son habituales los casos reales
de posesión demoníaca. Hay una buena razón por la que la gran mayoría de
nosotros nunca ha visto a una persona poseída por un demonio: rara vez ocurre.
Como dijo un exorcista, no sucede al azar; usted no se
despierta un día y de repente se encuentra poseído. Sucede tras
construir una relación con el mal. Esto nos lleva a la segunda consideración: deberían preocuparnos más las tentaciones, ya sean las de la carne, el
mundo o el diablo. Ir al infierno por haber cometido pecados mortales sin
arrepentirse de ellos, debería ser para nosotros algo más espantoso que la
posesión.
En tercer lugar, lo más importante: recordar
que es infinito el amor de Dios por nosotros y tener claro que no es algo
complicado llegar al cielo. Debemos decir nuestras oraciones, recibir los sacramentos,
practicar las virtudes y evitar las ocasiones del pecado. Usted escribe en su libro sobre los
vínculos entre enfermedad mental y posesión demoníaca: Un católico me dijo alguna vez haber escuchado
que la mayoría de las personas internadas en los hospitales psiquiátricos
sufrían de ataques demoníacos, en lugar de problemas de salud mental. Eso es
una tontería. Si bien el
diablo nos tienta a todos, especialmente en nuestros puntos débiles; las
personas que cada día visito en nuestra unidad de salud mental luchan con
problemas mentales y emocionales reales. Decir que esto son sólo
ataques demoníacos es errado; tanto como decir que las dolencias físicas son
sólo ataques demoníacos. ¿Intenta el diablo agravar nuestros problemas? Por
supuesto.
Es por
eso que oramos pidiendo protección y fortaleza a Dios, para alcanzar la
sanación de todos los trastornos, ya sean físicos, mentales, emocionales,
espirituales o cualquier combinación de ellos. Dicho esto, debo
mencionar que no es raro encontrar personas con trastornos mentales graves
(como la esquizofrenia) afirmando oír a los demonios, ver demonios o soñar con
demonios. Esto no
significa que estén poseídos, aunque podría ser efectivamente el diablo quien
esté molestandolos.
Algunos terapeutas me han preguntado sobre esto. Mi parecer es que los demonios pueden atormentar a la gente que tienen problemas mentales
serios porque otros no les creerán. Otros suelen pensar que es sólo el trastorno mental; pero
podría ser mental y espiritual. Es importante abordar ambas luchas. Proporcionar consejería, medicamentos -para ayudar con los problemas
mentales-, y también orar por ellos, fomentar una buena vida del espíritu que
ayude en la lucha espiritual.
Usted advierte a los católicos contra la dependencia excesiva de quienes
llama "profesionales de la liberación". ¿Podrían explicar un poco más
sobre esto? El Catecismo de la Iglesia Católica no define
la ‘liberación’; no existe libro oficial de la Iglesia o ritual sobre la liberación; y no hay un
título oficial u oficina del "ministerio de la liberación".
Si una persona dice que participa en la liberación… argumentando
escuchar lo que la gente le dice sobre sus luchas espirituales y que luego ora
por ellos, eso es genial. Pero algunos
afirman tener habilidades especiales de liberación o dones, métodos especiales
de liberación y oraciones especiales de liberación. Me mantendría alejado de
toda esa parafernalia. Algunos santos tenían gran
poder para expulsar demonios, pero siempre evitaban atraer la atención. Desconfío de quienes publican sus demandas de dones espirituales.
(…) Cuando escucho a personas que no son
sacerdotes dando órdenes a los demonios, diciendo cosas como: "¡En el
nombre de Jesucristo, ordeno que te vayas!", me parece demasiado
dramático, e incluso orgulloso. Creo en lo humilde: pedirle
ayuda a Dios, a los ángeles o santos. Creo que Dios honrará esa humildad y el
diablo la odiará.
Por: Redacción
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