sábado, 9 de septiembre de 2017

¿Enfermedad mental o posesión demoníaca?



El discernimiento de los exorcistas católicos, entre la posesión demoníaca y trastornos mentales.

Un sacerdote nos explica, las diferencias y cómo discernir. Los exorcistas reciben numerosos casos todos los días. Por ejemplo, en París los exorcistas reciben a más de 2.500 personas al año, aunque de todas ellas han realizado exorcismos a 50. En muchos casos existen problemas psiquiátricos y psicológicos y una de las principales labores del exorcista es discernir quién está enfermo y en quien está actuando el demonio.
 
Sabiendo esta relación, cada vez hay más sacerdotes que empiezan a ser expertos en ambas vertientes. Es el caso del padre Mike Discroll, sacerdote ordenado en 1992 y hoy capellán del Centro Médico St. Elizabeth´s en Ottawa (Illinois) donde hay un área de salud mental con enfermos internados. Con estudios universitarios en Economía, Teología Moral y Consejería Médica quiso estudiar el fenómeno de la relación entre enfermedad mental y el demonio con una tesis doctoral titulada El discernimiento de los exorcistas católicos, entre la posesión demoníaca y trastornos mentales. Su labor en el hospital le ha permitido conocer mejor a las personas con enfermedades mentales para convencerle de la importancia de los cuidados espirituales para ellos puesto que se muestra convencido de que “los demonios pueden atormentar a la gente que tiene problemas mentales”.

El padre Mike Discroll habla de la enfermedad mental y de la influencia del demonio.


Aun así arroja mucha más luz en un libro que ha publicado Demons, Deliverance, and Discernment: Separating Fact from Fiction About the Spirit World y cuyos temas habla en esta entrevista publicada por Portaluz: ¿Escribir ese libro ha modificado su ministerio como capellán, su trabajo de consejería y salud preventiva? Las personas suelen batallar con desafíos que son una combinación de problemas mentales-emocionales y problemas espirituales que no involucran posesión. El hospital St. Elizabeth de Ottawa, donde soy capellán, tiene un área de salud mental con pacientes internados. Así es que a diario hablo con personas que enfrentan estos problemas. Escribir el libro y servir a estas personas ha reforzado en mí la certeza de que es necesario abordar ambos aspectos: el mental-emocional y el espiritual.
 
¿Cuáles son las dos o tres cosas que todo "católico promedio" debería considerar sobre los demonios?

La gente debe saber que no son habituales los casos reales de posesión demoníaca. Hay una buena razón por la que la gran mayoría de nosotros nunca ha visto a una persona poseída por un demonio: rara vez ocurre. Como dijo un exorcista, no sucede al azar; usted no se despierta un día y de repente se encuentra poseído. Sucede tras construir una relación con el mal. Esto nos lleva a la segunda consideración: deberían preocuparnos más las tentaciones, ya sean las de la carne, el mundo o el diablo. Ir al infierno por haber cometido pecados mortales sin arrepentirse de ellos, debería ser para nosotros algo más espantoso que la posesión.
 
En tercer lugar, lo más importante: recordar que es infinito el amor de Dios por nosotros y tener claro que no es algo complicado llegar al cielo. Debemos decir nuestras oraciones, recibir los sacramentos, practicar las virtudes y evitar las ocasiones del pecado. Usted escribe en su libro sobre los vínculos entre enfermedad mental y posesión demoníaca: Un católico me dijo alguna vez haber escuchado que la mayoría de las personas internadas en los hospitales psiquiátricos sufrían de ataques demoníacos, en lugar de problemas de salud mental. Eso es una tontería. Si bien el diablo nos tienta a todos, especialmente en nuestros puntos débiles; las personas que cada día visito en nuestra unidad de salud mental luchan con problemas mentales y emocionales reales. Decir que esto son sólo ataques demoníacos es errado; tanto como decir que las dolencias físicas son sólo ataques demoníacos. ¿Intenta el diablo agravar nuestros problemas? Por supuesto. 

Es por eso que oramos pidiendo protección y fortaleza a Dios, para alcanzar la sanación de todos los trastornos, ya sean físicos, mentales, emocionales, espirituales o cualquier combinación de ellos.  Dicho esto, debo mencionar que no es raro encontrar personas con trastornos mentales graves (como la esquizofrenia) afirmando oír a los demonios, ver demonios o soñar con demonios. Esto no significa que estén poseídos, aunque podría ser efectivamente el diablo quien esté molestandolos.

Algunos terapeutas me han preguntado sobre esto. Mi parecer es que los demonios pueden atormentar a la gente que tienen problemas mentales serios porque otros no les creerán. Otros suelen pensar que es sólo el trastorno mental; pero podría ser mental y espiritual. Es importante abordar ambas luchas. Proporcionar consejería, medicamentos -para ayudar con los problemas mentales-, y también orar por ellos, fomentar una buena vida del espíritu que ayude en la lucha espiritual.
 
Usted advierte a los católicos contra la dependencia excesiva de quienes llama "profesionales de la liberación". ¿Podrían explicar un poco más sobre esto?  El Catecismo de la Iglesia Católica no define la ‘liberación’; no existe libro oficial de la Iglesia o ritual sobre la liberación; y no hay un título oficial u oficina del "ministerio de la liberación".
 

Si una persona dice que participa en la liberación… argumentando escuchar lo que la gente le dice sobre sus luchas espirituales y que luego ora por ellos, eso es genial. Pero algunos afirman tener habilidades especiales de liberación o dones, métodos especiales de liberación y oraciones especiales de liberación. Me mantendría alejado de toda esa parafernalia. Algunos santos tenían gran poder para expulsar demonios, pero siempre evitaban atraer la atención. Desconfío de quienes publican sus demandas de dones espirituales.

(…) Cuando escucho a personas que no son sacerdotes dando órdenes a los demonios, diciendo cosas como: "¡En el nombre de Jesucristo, ordeno que te vayas!", me parece demasiado dramático, e incluso orgulloso. Creo en lo humilde: pedirle ayuda a Dios, a los ángeles o santos. Creo que Dios honrará esa humildad y el diablo la odiará.





Por: Redacción


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