Meditación del Papa Francisco sobre un tema que a
algunos cristianos parece preocupar.
Hace pocos días un joven amigo me preguntaba si alabar
al Señor eternamente en el Cielo no sería algo muy aburrido, aunque ya le
contesté en ese momento, creo oportuno recordar lo que el Papa nos decía hace
ya algún tiempo sobre este tema en una de sus homilías en Santa Marta:
Son muchos
los cristianos que no conocen la alegría. Si aprendieran a salir de sí mismos y
a dar gracias a Dios, "comprenderán realmente esa alegría que nos hace
libres". Este fue el núcleo de la homilía del Papa Francisco en la celebración
eucarística del 31 de mayo de 2013, fiesta de la Visitación en aquel año.
"Las
dos lecturas del día -apuntó el Pontífice refiriéndose a Sofonías (3, 14-18) y
al Evangelio de Lucas (1, 39-56)- nos hablan de alegría, de gozo:
"alégrate, grita de alegría", dice Sofonías. Gritar de alegría. ¡Es
fuerte esto! "El Señor está contigo"; no temas; "no dejes caer
los brazos". El Señor es poderoso; se alegrará por ti". Y en el
relato evangélico, la alegría caracteriza la visita de María a Isabel. El Papa
se fijó en ese "salto del niño en el seno de Isabel", revelado por
ésta a María: "He aquí que en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de
alegría en mi seno".
"Todo
es alegría. Pero nosotros cristianos -indicó el Obispo de Roma- no estamos muy
acostumbrados a hablar de alegría, de gozo. Creo que muchas veces nos gustan
más los lamentos. ¿Qué es la alegría? La clave para comprender esta alegría es
lo que dice el Evangelio: "Isabel fue colmada de Espíritu Santo". Es
el Espíritu Santo quien nos da la alegría".
El Papa habló
de otro aspecto de la alegría que nos viene del Espíritu. "Pensemos -dijo-
en ese momento en el que la Virgen y san José llevaron a Jesús al templo para
cumplir la Ley". Estaban también allí dos ancianos; pero el Evangelio no
dice que estos fueron allí para cumplir la Ley, sino más bien impulsados por la
"fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu les condujo al templo". De
modo que, ante Jesús, "hacen una oración de alabanza: éste es el Mesías,
¡bendito sea al Señor! Y hacen también una liturgia espontánea de
alegría". Es la fidelidad madurada durante tantos años de espera del
Espíritu Santo lo que hace que "este Espíritu venga y les dé la
alegría".
"Es precisamente
el Espíritu quien nos guía. Él es el autor de la alegría, el creador de la
alegría. Y esta alegría en el Espíritu nos da la verdadera libertad cristiana.
Sin alegría, nosotros, cristianos, no podemos llegar a ser libres. Nos
convertimos en esclavos de nuestras tristezas", constató; en cambio, la
alegría cristiana deriva precisamente de la alabanza a Dios. "¿Qué es este
alabar a Dios?", se preguntó el Papa. "Alabarle a Él gratuitamente,
como es gratuita la gracia que Él nos da" fue su respuesta. Y "la eternidad será esto:
alabar a Dios. Pero esto no será aburrido, será bellísimo. Esta
alegría nos hace libres".
El Papa
concluyó con una observación: "Es precisamente la Virgen quien trae las
alegrías. La Iglesia la llama causa de nuestra alegría, causa nostrae letitiae.
¿Por qué? Porque trae nuestra alegría más grande, trae a Jesús. Y trayendo a
Jesús hace que "este niño salte de alegría en el seno de la madre".
Ella trae a Jesús. Ella con su oración hace que el Espíritu Santo irrumpa.
Irrumpe ese día de Pentecostés; estaba allí. Debemos rezar a la Virgen para que
al traer a Jesús nos dé la gracia de la alegría, de la libertad; nos dé la
gracia de alabar, de hacer oración de alabanza gratuita, porque Él es digno de
alabanza, siempre".
Por: . | Fuente: L'Osservatore Romano
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