El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la
superstición es un pecado contra el Primer Mandamiento.
Definición: Del latín: superstitio -ónix
Creencia extraña a la
fe religiosa y contraria a la razón. 2. Fe desmedida o valoración excesiva
respecto de una cosa o a una práctica. Así se puede hablar de superstición de
la ciencia cuando se apela irracionalmente a esta para defender una posición. Catecismo de la
Iglesia Católica, 2111.
La superstición es la
desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede
afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se
atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra
parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de
las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición (cf Mt 23, 16-22). Superstición
es atribuirle a prácticas legítimas un valor erróneo.
Referente a los sacramentales y
oraciones, se cae en superstición cuando se confía en la materialidad del acto
sin la necesaria disposición interior. Cuando, en vez de valorar un objeto
religioso por lo que representa, se le atribuye un poder intrínseco. Es
supersticioso, por ejemplo, quién lleva un escapulario, pero no guarda en su
corazón fidelidad a la Virgen Santísima, sino que se entrega al pecado pensando
que tan solo por llevarlo se salvará.
La superstición puede conducir a la
idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia.
La "suerte", entendida como
una fuerza que pueda afectar el destino, no existe. El cristiano sabe que
depende de la Providencia divina y que es responsable por su libre albedrío.
La superstición es producto de
ignorancia o de un vacío espiritual.
No se debe confundir tradición con
superstición. Las tradiciones serían supersticiosas sólo si se les atribuyen
poderes mágicos.
Ejemplos de supersticiones: "la
maldición del #13, de los gatos negros, de pasar bajo una escalera; comer
uvas el año nuevo para atraer la buena suerte. Hay fiestas que reúnen un
conjunto de supersticiones, por ejemplo, Halloween, el vestir ropa
interior de colores amarillo o rojo en vísperas de año nuevo para
"atraer" dinero o amor, salir a dar la vuelta con maletas "para
atraer viajes", el poner lentejas a cocer para atraer el dinero, etc,
todas estas supersticiones que se realizan en fin de año, tienen un componente
que desvía nuestra fe del Único y Verdadero Dios providente y misericordioso,
para poner nuestra fe en un objeto, con esto ofender gravemente a Dios, al
tentarlo y desconfiar de su amor y providencia. Jesús en su evangelio nos
enseña que el Padre sabe lo que necesitamos y no tenemos que fijar nuestra fe
en objetos y ritos paganos esotéricos, sino en Jesucristo Camino, Verdad y
Vida: "Después dijo a sus discípulos:
"Por eso les digo: No se inquieten por la vida,
pensando qué van a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir.
Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Fíjense
en los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios
los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros! ¿Y quién de ustedes,
por mucho que se inquiete, puede añadir un instante al tiempo de su vida? Si
aun las cosas más pequeñas superan sus fuerzas, ¿por qué se inquietan por las
otras? Fíjense en los lirios: no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que
ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios
viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego,
¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! Tampoco tienen que
preocuparse por lo que van a comer o beber; no se inquieten, porque son los
paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas. El Padre sabe que
ustedes las necesitan. Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por
añadidura." (Lc 12, 22-31).
Por: P. Gabriel Dominguez
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