Contra la nueva droga
¡Por eso yo he elegido luchar por el Amor! ¿Y tú? ¿En
qué bando vas a luchar?
Cuando vas por la calle y ves esto:
… resulta difícil ignorarlo y seguir como si nada. Quizá sea el golpe de tanto
rojo o tal vez resaltan las mayúsculas… la verdad, no sé… pero una cosa es
cierta: gritar la palabra “porno” a media calle es lo opuesto de ordinario. La pornografía es uno de esos
tabúes de los que preferimos susurrar a escondidas. De todas maneras,
ha logrado infiltrarse en las vidas de millones de personas y nos está causando
estragos a todos.
Sí, me escucharon bien: ¡a todos nosotros! La pornografía es como un virus
o como una droga: una vez que entra, ya no se quiere ir. Y mata. ¡Sí,
mata! Primero, ataca el cerebro. Luego, empieza a corroer el cerebro. Por último, se encamina a una catástrofe mundial.
Cuando un niño o una
niña o un hombre o una mujer (¡cualquiera, en realidad!) tienen la mirada
clavada en esa pantalla, no se dan cuenta que les están secuestrando la mente.
Cantidades enormes de dopamina – ese químico de tu cerebro que te hace sentirte
contento y satisfecho como premio por un logro – corren como locas por el cerebro.
El cerebro no puede con tanto exceso. Es demasiado… y se rompe. Aquí empieza la
adicción, igual que con el alcohol, el tabaco o cualquier otra droga. Para
empeorar la situación, el lóbulo frontal (del que dependen el pensamiento
abstracto, las motivaciones, la atención en cualquier tarea y la inhibición de
las respuestas impulsivas) se empieza a encoger. Eso significa que el cuerpo siempre está pidiendo más,
mientras que los medios para salir de este círculo vicioso van desapareciendo.
Una vez que el golpe de estado se ha hecho con el poder, el resto es
como una fila de dominós en caída. Se pierde interés por cosas que antes
resultaban atractivas; se vive en constante depresión, con dificultad de
concentrarse e incluso la persona más extrovertida se empieza a encerrar en sí
misma. Los amigos
pierden importancia; la familia pesa como un bulto en la espalda; la esposa o
el esposo, cuando hay, deja de ser “esa persona que me hace vivir una vida
plena”. Y una vocecita en la cabeza no deja de sonar, cual disco
rayado: “Si alguien supiera lo que he hecho, me odiarían y pensarían que soy
peor que la basura”.
Ahora imaginemos que
no se trata sólo de una persona que se encuentra en este estado tan trágico…
son miles, millones, cientos de millones. Toda esta gente ha perdido la chispa
que les iluminaba el rostro. Nos encontraríamos en un mundo muy deprimente, ¿no
creen? Pero no se acaba allí… Más del 50% de las escenas pornográficas muestran
violencia… y lo peor de todo, es que la gente sale reaccionando con indiferencia
o incluso con placer ante esta violencia. ¡Increíble… en sentido
devastador…! Ahora no nos sorprende tanto que los niveles de violencia se
encuentren en crecimiento exponencial al rededor del mundo. Todos nos vemos
afectados por el virus, incluso si no se está en contacto directo con la fuente
original. Una manzana podrida termina por pudrir todas las demás. Y si todo
esto aún no fuera suficiente, siempre es bueno recordar que la pornografía está
directamente relacionada con la trata de personas… digo, por si todo lo
anterior no parecía tan malo…
Hemos recorrido un arduo camino hasta este punto, un comido que mucho
preferirían mantener en silencio. Pero eso es lo peor que podríamos hacer. Siempre y cuando se siga
pasando desapercibida, la pornografía se seguirá infiltrando en nuestras filas.
La mejor estrategia es ponerla en la mira. Levantemos nuestra voz, esparzamos
la noticia… que la gente sepa quién es el enemigo y qué podemos hacer para
vencerlo. ¡Porque sí podemos vencerlo! Nunca es demasiado tarde
para contraatacar… cuanto antes empecemos a hacerlo, mejor.
Aprendí todo esto hace
algunos días, cuando conocía Clay Olsen, CEO y fundador de Fight the New Drug. Este grupo de personas
valientes lleva ocho años alzando la voz. Han llevado esta verdad a cientos de
escuelas en varios países. Han ayudado a miles de jóvenes y adultos que luchan
contra este cáncer. Están haciendo un gran trabajo… pero no es
suficiente. Y no lo será hasta que hayamos erradicado este mal para de la faz
de la tierra. Ellos ya han reclutado un gran ejército… pero necesitan más
voces, necesitan tu voz… ¡todos nosotros te necesitamos, el mundo te necesita!
¡Ánimo, unite a lucha! Puede ser con ellos o con cualquier otro grupo que
conozcáis: lo único que importa es elegir el lado bueno en esta guerra. Porque
sólo hay un lado bueno, el lado donde reina el amor… ¡Por eso yo he elegido luchar por el Amor! ¿Y
vos? ¿En qué bando vas a luchar?
Por: H. Luis Eduardo Rodríguez Alger
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