Y al final de los tiempos... el anticristo.
¿Quién es el
mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Ése es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. (1Jn. 2,22)
Los católicos creemos que al final de los tiempos Cristo
vendrá para acabar con el mal de este mundo, siendo la muerte el último mal en
ser aniquilado. Sin embargo, antes de que esto suceda, la Iglesia deberá pasar
por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. Así lo expresa
Jesucristo: “Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se
enfriará”. (Mt. 24, 12). Él mismo nos hace ver que la persecución será la
compañía de los últimos días de la Iglesia en la tierra: “Si fuerais del mundo,
el mundo amaría lo suyo, pero, como no sois del mundo, porque yo al elegirlos os
he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he
dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os
perseguirán a vosotros.” (Jn. 15, 19-20).
Muchos quieren ver en estas persecuciones o en estas pruebas
la figura de un Anticristo. De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica,
el Anticristo es “la impostura religiosa suprema... un seudo-mesianismo en que
el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su
Mesías venido en la carne” (Catecismo de la Iglesia católica, 675). Algunos han querido ver en la figura del Anticristo a una persona
concreta y así muchos lo identificaron con los emperadores romanos que
persiguieron a los primeros cristianos. Otros lo identifican con sistemas
políticos que proponen la felicidad completa y perpetua en este mundo, basados
en diversos sistemas económicos. “Esta postura aparece esbozada ya en el mundo
cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia,
lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del
juicio escatológico.” (catecismo de la Iglesia católica, 676).
No hace mucho tiempo algunos creyeron ver en el comunismo la
imagen del Anticristo por la fórmula de felicidad terrena que traía al hombre. Otros
pensaban que podría ser una misma persona: Nerón o Diocleciano por la fiereza
con la que perseguía a los primeros cristianos. ¿Persona? ¿Sistema político?
¿Cultura? ¿Demonio? Cada vez que a los hombres se les proporciona una solución
aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía, esto es, de la
negación de la verdad, estamos hablando de una impostura religiosa. La
impostura religiosa suprema, como lo apuntábamos anteriormente, es el
Anticristo, de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica.
Quién nos ofrece esa solución aparente a nuestros problemas,
negando la verdad nos está ofreciendo a su vez una visión de lo que puede ser
la figura del Anticristo. ¿La droga? ¿El sexo desligado de su verdad ética y
moral? ¿Los sistemas políticos que glorifican a un tipo de hombre que sólo
encontrará su felicidad en esta tierra? ¿El consumismo exacerbado de algunas
culturas de Occidente? Cada vez que el hombre se glorifica a sí mismo
colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías podemos decir que estamos hablando
de un Anticristo, bien sea éste una persona, un sistema político o una cultura.
Por: Germán Sánchez Griese
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