Recientemente
recogíamos en Real un artículo bajo el título Diez formas en las que puedes
herir a tu esposa sin darte cuenta: la Biblia advierte de ellas.
Su autora, Molly Parker, casada hace 22 años y madre de tres hijos,
residente en California, ha escrito en Cross walk otro dirigido a la segunda
parte del matrimonio: ellas y algunas actitudes que de forma inconsciente
pueden dañar mucho a ellos, hacerles sentir como unos fracasados, y perjudicar
la relación misma. Como en el caso de los errores masculinos, acude a la Biblia
buscando orientación... y la encuentra.
Molly ha extraído sus diez conclusiones preguntando a su marido y a amigos,
y hace una observación general: una cosa es tener un fallo, "de lo cual
cualquier hombre puede reponerse y salir adelante", y otra sentirse un
fracasado, porque eso "es más duradero, puede convertirse en una etiqueta,
un distintivo, una identidad". Y ahí está el peligro.
Por fortuna, Parker recuerda a quienes se sientan así que Dios ya emitió
su propio juicio sobre el hombre: "Algo menor le hiciste que los ángeles y
de gloria y honor le coronaste" (Sal 8, 6).
"Mi Dios proveerá
a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en
Cristo Jesús" (Filip 4, 19).
2. No olvida ningún fallo del pasado
"Recordar los fallos del pasado genera una doble carga sobre el corazón de
un hombre", advierte Parker: "Ya es bastante tener que lidiar con las
deficiencias de hoy, para que encima su mujer se abalance sobre él recordándole
deficiencias de ayer que no tienen nada que ver". Una esposa que se
comporta así "no entiende la profundidad de la gracia de Dios", y por
tanto no puede darla a su vez.
"Hermanos, una cosa hago:
olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante" (Filip 3,
13).
3. Plantea expectativas desmedidas para las
vacaciones
Pedir un masaje con
piedras calientes una vez en la vida por tu cumpleaños es una cosa, pedirlo
todos los años y en Hawái "quizá es
pedir demasiado", ironiza Molly. "Una vez", recuerda, "establecí unas expectativas poco
realistas para la participación de mi marido en la cena de Nochebuena. Pero el
año pasado se durmió antes que los niños y todas las fantasías de abrir los
regalos junto al árbol bebiendo sidra se vinieron abajo".
Pero ella se hace esta
reflexión: "Si en el contexto de un matrimonio de 22 años ha demostrado
ser un buen hombre, ¿por qué hacerle sentir como si me hubiese fallado... y
además en Navidad?".
"Sed prontos para
escuchar, tardos para hablar, tardos para la ira" (Sant 1, 19).
4.
Pone excusas para las relaciones íntimas
Puede
haber razones de todo tipo con las que la mujer evita las relaciones íntimas
con su marido, "pero cuando las excusas se acumulan sin motivo aparente,
un hombre puede pensar que ha fallado en algo: '¡Solía volverla loca! ¿Por qué
mis necesidades ya no son una prioridad para ella?'". Tal vez la esposa
considera que hay que resolver los problemas conyugales antes de mantener
relaciones, "pero los expertos no están de acuerdo", dice: "La probabilidad de arreglar las cosas
es mucho mayor después del sexo".
"Lo que Dios unió
no lo separe el hombre" (Mc 10, 9).
5. Le recuerda que
se supone que él debe ser el líder
Hay algo más enojoso
que un marido recordándole a su mujer que debe obedecer, dice la autora: ¡una
esposa recordándole que el líder es él... y un "líder a su servicio"!
Resulta paternalista, sermoneador y presuntuoso, especialmente si se usa cierto
"tono". Molly sugiere que una esposa amable, humilde y sabia tiene
más poder, "y si las oraciones por su marido sustituyen a las
impertinencias sobre sus fallos, es más probable que ella le convierta en el
hombre de sus sueños".
"Las mujeres
estén sujetas a sus maridos, para que, si algunos no se rinden a la Palabra,
sin palabra sean ganados por el comportamiento de las mujeres, al considerar
vuestra conducta casta y respetuosa" (I Pe 3, 1-2).
6. Cuestiona la forma
en la que educa a sus hijos
Molly confiesa que es
demasiado correctora y quisquillosa con la forma en la que su marido educa a
los hijos: "Fuiste muy duro con ella... Fuiste muy blando con él... Ve
ahora a darle un abrazo...". Y considera "ridículo" actuar así porque "¡es un padre increíble
que incluso les hace los deberes de ciencias!". Y plantea una idea
importante: "Si un hombre fracasa como padre, lo arrastrará el resto de su
vida. Pero si lo hace bien... ¡no hay mayor medida del éxito! Así que una mujer
debe estar junto a su marido cuando ambos abordan juntos el trabajo más difícil
sobre la tierra: educar hijos que se conviertan en buenos adultos".
"No es bueno que el hombre
esté solo. Le haré una ayuda semejante a él" (Gén 2, 18).
7. Le compara con otros hombres
Lo cual es una "faena" para ellos, educados desde el colegio en
competir continuamente. Pero luego está "el hogar, un lugar donde sentirse
libre de la trampa de las comparaciones... ¿o no?". Escuchar de su esposa
el dinero que ganan otros hombres, o lo galantes que son con sus mujeres, o
cómo les ofrecen una vida de emoción y aventuras... "sugiere que ellas
están más interesadas en moldear a su marido según su ideal que según el ideal
de Dios", en vez de "dejar margen a Dios para que actúe en su
vida". Las cosas requieren su tiempo: ¡incluso Jesús, en cuanto hombre,
maduró!
"Y Jesús
progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los
hombres" (Lc 2, 52).
8. Se avergüenza de sus actividades
"Si una mujer no respeta, admira y apoya su profesión, sus aficiones y sus
intereses, es seguro que él se sentirá un fracasado": no hace falta darle
muchas vueltas. Es posible que el hombre se entregue en exceso a cualquiera de
esas actividades, pero entonces será probablemente más eficaz rezar para que él
establezca mejor sus prioridades teniendo presente a Dios en su camino.
"En todos tus caminos piensa
en Él, y Él allanará tus senderos" (Prov. 3, 6).
9. No disfruta de su vida juntos
Molly recuerda que,
cuando llevaban 12 años casados, tuvieron que trasladarse de California a
Alabama por razones de trabajo que su marido no podía evitar. Para ella fue un
disgusto y no consiguió dejar a un lado sus sentimientos: "Él se sintió
desesperanzado y desanimado, como si hubiese fallado en darme una vida
feliz". Puede haber otras razones que hagan difícil la alegría, pero...
"una mujer sin alegría hace que su hombre se considere un fracaso".
Lo importante en estos casos es siempre "mantener abierta la línea de
comunicación".
"Llevad los unos
las cargas de los otros, y así cumplid plenamente la ley de Cristo" (Gál
6, 2
10. Le corrige en público
"Nada le chupa la vida a un hombre más que una esposa que le empequeñece
en público, y a veces basta para ello una mirada", afirma la autora del
artículo: "Incluso si él se lo merece, una mujer se ganará más el respeto,
de él y de los demás, si lo guarda para sí y ama profundamente a su
marido".
"Mantened la
caridad unos con otros, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados" (I Pe 4, 8).
Por: Redacción
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