Formando hijos con los pies en la tierra y el corazón
en el cielo.
5 Tips para enseñar a nuestros hijos a ser luz del
mundo En estos días en que
me enteré del fallecimiento de un seminarista, un joven que sabía a dónde se
dirigía y tenía bien claro cuál era su meta, me movió a analizar sus últimas
palabras en las redes sociales: “Aunque falle Tu no fallas. ¡Déjame ir contigo Señor!
Es asombroso cómo, con el correr de los días y la vida cotidiana, perdemos el sentido
trascendente de la vida y vamos por el mundo solo haciendo lo que se puede con
lo que se tiene, sin dar el ciento por uno.
Primero.
Que no se aferren a las cosas materiales.
Si nos apegamos a lo que tenemos en esta vida es muy probable que nos pasemos la vida cuidando esos bienes. Pero si tenemos una conciencia clara de que las cosas son pasajeras y que están para solucionar males, seguro que podremos poner nuestro corazón en las cosas trascendentes porque donde está tu corazón está tu tesoro.
Si logramos educar a nuestros
hijos de esta forma los estaremos armando para la vida porque ellos sabrán que
no importa lo que tengas, valemos por lo que somos y debemos estar siempre
dispuestos a cambiar y dejar algunas cosas para tener otras mejores.
Con nuestros hijos pequeños podemos ponerlo en práctica
acostumbrándolos a que presten sus juguetes o que compartan sus dulces.
Con los adolescentes podemos hacerlo permitiendo que vayan de misiones
o que asistan a algún asilo u orfanato. Y nosotros debemos darles
ejemplo al no estar aferrados a ningún vicio o a tener el coche del año y el
celular de última generación. Recordemos que el ejemplo
es más fuerte que todas las palabras que les podamos decir.
Segundo. Que pongan su felicidad en
lo que no se acaba.
Si se acostumbran a ser felices por lo que tienen entonces serán infelices el
mayor tiempo de su vida porque es muy probable que no puedan tener todo lo que
quieres. La vida es así, las cosas que valen la pena cuestan trabajo y solo así se
aprecian, por eso es muy recomendable no darles a nuestros hijos todo lo que
nos pidan, aun cuando tengamos la capacidad económica para hacerlo.
Y que decir si para cumplirles sus caprichos tenemos que endeudarnos y pasar
estrecheces familiares. Es importante que nuestros hijos
sepan valorar lo que tiene y sobre todo que pongan su felicidad en lo que no se
acaba como es el Amor de la familia, una buena amistad o la ciudad de los papás.
De esta forma no importará si tenemos o no lo que está de moda, importará si
tenemos cerca a las personas que amamos y podemos convivir con ellas.
O si podemos realizar las actividades que más nos llena el alma y que nos
general gran felicidad.
Tercero. Que busquen el lado bueno
de las cosas.
El mundo actual nos invita por todos los medios a ver sólo lo que está mal y a
ser pesimistas. Es más fácil ver lo malo, pero es
mejor ver lo bueno y lo que trae como consecuencia. Debemos enseñar a nuestros hijos
a sacar el lado bueno y positivo de las cosas y a ofrecer lo malo y lo que nos
hace sufrir. Así le podemos dar un sentido trascendente al dolor,
al sacrificio, a lo que nos cuesta trabajo y lo que no nos gusta. Y esto es muy
formativo ya que moldea el carácter y les da temple a nuestros hijos.
Cuarto. La caridad, ante todo.
Es importante también que
nuestros hijos vivan la caridad para ser personas de bien. La caridad todo lo perdona y
justifica, por lo mismo nos permite ver el lado bueno y bello de las cosas y
sobre todo a hacer empatía con los demás. De esta forma podemos
poner nuestro corazón al servicio de los demás y también está es una forma real
de ponerlo viendo al cielo. Si logramos hacer las cosas con
caridad y desde la caridad, entonces estamos haciendo las cosas a lo Divino.
La caridad no es otra cosa que el Amor y el Amor nos debe mover para que el
mundo cambie y permita tener presente lo que es trascendente.
Quinto. Que busquen ser sal de la
tierra y luz del mundo.
Sobre todo, estamos llamados a participar. No se puede ser luz si
estamos guardados en nuestra casa y nunca compartimos con los demás.
Es necesario que eduquemos a nuestros hijos para dar testimonio de una vida de
valores y virtudes, es decir, que si se puede vivir con los pies
en la tierra y el corazón en el cielo, anhelando un día ganar la corona de la
vida eterna y llegar a decir, como lo hizo el seminarista, "Yo falló, pero
Tú no fallas. ¡Déjame ir contigo Señor!
Fuente: www.tipsmama5hijos.com
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