lunes, 21 de agosto de 2017

¿Qué piensan los jóvenes de la Iglesia?




 Tenemos ante nosotros una serie de testimonios riquísimos, de comentarios de todo tipo,de lo más variados, ya sea de críticas agudas, ya de confesiones dolorosas, ya de anhelos… ya de todo.

Y esto es invalorable, porque escuchar a tantas personas de situaciones así de diferentes respondiendo a las preguntas fundamentales del hombre y de la vida, no es algo que se ve todos los días. Vale la pena escucharlos. Sí, escucharlos a todos y con hondura, sin prejuicios, buscando escudriñar hasta el fondo del misterio del corazón del hombre (como hacía Jesús). 

Tanto a aquellos que tienen una visión de fe como la nuestra, como -y especialmente- a aquellos que no entienden, aquellos que critican, aquellos que sufren por estar lejos del Señor. De hecho, Él nos ha enseñado, y nos ha enviado a buscar, a evangelizar, justamente a aquellos que no lo conocen, y a aquellos que habiéndolo conocido andan ahora como la oveja perdida o el hijo pródigo, alejados, todavía confundidos entre ese mundo que fascina, pero que desilusiona dejando una huella de “vacío”. Esos como dice Carlos, que aún esperan la respuesta de parte de Dios. Esa respuesta también podemos ser nosotros.

Pero antes de ponernos a escucharlos, y sobre todo antes de buscar responder a sus preguntas o comentarios, tenemos que escucharnos a nosotros mismos y confrontarnos, ¿estamos nosotros -primero que todo- cerca del Señor, o no? Es algo que denota muy bien el video y me parece fundamental.  Pues, es necesario que vivamos lo que predicamos. Tenemos que creer, amar, y vivir a- y en- Jesús, porque el verdadero apostolado no puede ser sino una sobreabundancia de amor, de un amor recibido. … ¡Nadie da lo que no tiene! Por tanto, es necesario que nuestro corazón arda auténticamente en el amor al Señor Jesús.

Finalmente me parecen impresionantes los últimos comentarios, lo cual nos puede ayudar mucho para una reflexión sobre el horizonte de nuestro apostolado, pues manifiestan como detrás de todo ese dolor, en el fondo de sus corazones todavía está esa chispa, esa luz, esa pequeña grieta (como decía Péguy) por la que aún puede entrar el amor de Dios como el agua que penetra toda superficie resquebrajada.

 Es decir, no son personas impermeables, todo lo contrario, anhelan el amor y dejan entrever con mucha sinceridad esa nostalgia de infinito y de reconciliación.

Cómo no experimentarnos interpelados a llevarles el amor del Señor. Quien tiene a Cristo dentro de sí, debería experimentarse como Él, que al desembarcar vio mucha gente y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Marcos 6,33). Amémoslo más, amemos más al Señor y llevémoslo como dice el Papa, “sin guardárnoslo para para nosotros mismos “… pues, el mundo necesita el testimonio de nuestra fe, el mundo necesita a Dios.






Por: Daniel Prieto



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