¿Te imaginas solo a solas con Jesús?
El mundo de hoy presiona a todos a correr
siempre. Con las actividades, el trabajo, el estudio, responsabilidades,
problemas, angustias siempre creemos nos falta una cosa: Tienpo. Ese ajetreo
nos lleva, incluso a nosotros cristianos, a decir “No Tengo Tiempo” y, por ende, a no buscar a Jesús en el Santísimo
Sacramento y a su Iglesia de la mejor manera.
Y si hoy te preguntara a ti: ¿Quisieras
tomarte un tiempo para ir a visitar a Jesús sacramentado? Esa pregunta, un día
llegó a mí… y respondí con dudas, “un día de estos iré”, al final, con
excusas; sin embargo, me ganó la curiosidad, hice la prueba: un día decidí
visitar a Jesús en el sagrario y descubrí algo tan maravilloso que debo
compartir contigo.
La primera impresión que tuve al entrar en
esa capilla escondida en esta pequeña ciudad francesa fue la certeza
inexplicable que Jesús está verdaderamente presente en la hostia consagrada.
Sin embargo, me sorprendió verle Solo. No había nadie quien le acompañara,
pero, Él estaba ahí, humilde, escondido, sencillo… como si esperase a alguien
importante.
Entré y extrañamente
descubrí que no sabía que decirle, ¿te imaginas solo a solas con Jesús?,
ese día descubrí que hay silencios que hablan de amor. Descubrí que mi oración
no debe ser elaborada o ensayada, no debo esperar a estar “bien” o “convertida”
para decidir irle a ver, No. Él me espera, tal cual soy. Incluso cuando estoy
sin ánimos, Él siempre me sorprende con su paz, viéndolo a Él. Él conoce mi
realidad, sea cual sea. En el silencio he ido aprendiendo que, si Él es mi
centro, todo adquiere el lugar indicado. Viéndolo a Él, me conozco a mí.
Viéndolo a Él, sana hasta lo más profundo de mí. Descubrí que Él quiere que le
comparta hasta los detalles más sencillos, sin pena ni miedo – incluso si estoy
enojada – porque hablándolos con El, iré descubriendo Su voluntad.
Al verle en la hostia consagrada, me di
cuenta lo afortunados que somos los católicos al tenerlo presente Todos Los Días.
El cumple la palabra que dijo a sus Apóstoles: “Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del
mundo”.
Descubrí que Él es el
amigo que espera paciente, en silencio, con tanta ilusión que se le
visité. Cada vez que he ido con un corazón dispuesto, a compartir con El un
momento de mi día, mi ser cambia. Los problemas y los ajetreos son los mismos
pero mi corazón es otro, es un corazón fortalecido, con el solo hecho de
visitarle unos minutos con entera devoción, he sido capaz de ver con esperanza
mi vida, porque me doy cuenta de que Él
no deja solos a sus hijos. Con Él siempre hay tiempo y una solución para
todo.
En conclusión, descubrí que el Amor de los
Amores está presente en un trozo de pan, esperando a sus hijos que vayan a
visitarle, para mostrarnos que Todo lo podemos en ÉL que nos fortalece.
No lo dejes solo. Visítalo y verás
cómo Su Corazón transforma tu vida porque Él Realmente te escucha y vive por ti.
Por: Carla Estrada Navarro
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