¿Por qué si hay fe, no somos escuchados?
De la misma manera el
Pbro. Juan del Rizzo atinadamente (Famoso por su Devoción al Divino Niño) dice
que hay que “Pedir milagros, aunque no seamos santos, porque lo que obtiene
milagros no es la santidad sino la fe”. Y esto es cierto, ya que el primer
elemento de la oración: Es la fe, y muchas veces se da, por ello entre el
Pueblo de Dios se oye decir “Yo tengo mucha fe… pero Dios no me escucha” ¿Por
qué si hay fe, no somos escuchados? Sencillo porque la Fe se traduce en la
Obediencia (Mat 7, 21; Stg 2, 24).La Biblia menciona que
hay mínimo 21 casos donde el Señor no responde la Oración:
Si
en nuestra oración pedimos mal o tiene motivos personales y egoístas: “Si piden
algo, no lo consiguen porque piden mal; y no lo consiguen porque lo
derrocharían para divertirse”.
Santiago 4,3) Muchos pedimos cosas
malas: la amante o el amante “la muerte del esposo(a), el violador encontrar
una víctima, el delincuente que no sea descubierto” Dios nunca responderá eso,
porque Él da lo mejor. “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus
hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará espíritu santo a los que se lo
pidan” (Lucas 11, 13).
Porque no es el tiempo oportuno.
Abraham tuvo que esperar 40 años, para recibir la promesa que Dios le había
dado. Génesis 18; 14; “Pues hay para cada cosa un tiempo y un criterio” (Ecle
8,6)
Cuando oramos sin
fe.
“Pero hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a
merced del viento. Esa gente no puede esperar
nada del Señor, son personas divididas y toda su existencia será inestable.”
(Santiago 1, 6-8).
4) Si al pedir oramos
guardando maldad en nuestros corazones: “Si hubiere visto maldad en mi corazón,
el Señor no me habría escuchado”. (Salmo 66, 18).
5) Porque oramos, pero permaneciendo
en el pecado: “Sino que los pecados de ustedes han cavado un abismo entre
ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que Él vuelva su cara para no
atenderlos” (Isaías 59,2); Jn 9, 31 dice: “Es sabido que Dios no escucha a los
pecadores, pero al que honra a Dios y cumple su voluntad, Dios lo escucha”.
6) La oración de los que NO obedecen o
niegan la Ley de Dios: “El que se niega a escuchar la Ley, hasta su oración
indispone a Dios” (Pro 28,9) “Pero ellos no quisieron que les hablara, me
volvieron la espalda y se tapaban los oídos para no escucharme;” endurecieron
el corazón como el diamante. Rechazaron la Ley y los mensajes que Yahvé de los
Ejércitos les mandaba por medio de los antiguos profetas, a los cuales
inspiraba. Yahvé se enojó mucho con esto, y se les dijo: Si ustedes no le hacen
caso cuando él los llama, también ustedes gritarán sin que Él los atienda”
(Zacarías 7, 11-13).
7) Si cuando oramos,
servimos indignamente a Dios: “Miren, ustedes presentan sobre mi altar
alimentos impuros. Ustedes seguramente replicarán: “¿En qué te hemos
profanado?” Lo han hecho cuando han pensado que la mesa de Yahvé no merece
respeto. Cuando ustedes traen para sacrificarla una bestia ciega, o cuando
presentan una coja o enferma, ¿creen que actúan bien? Llévasela al gobernador a
ver si queda contento o si te recibe bien, dice Yahvé de los ejércitos. Así es
como ustedes piden a Dios sus favores. Pero ¿creen ustedes que los atenderá?” (Malaquías 1, 7-9)
8) La Oración de los que se han
apartado de Dios: “Esto dice Yahvé respecto de este pueblo: ¡Cómo les gusta
correr de acá para allá, si no paran un momento! Yahvé no los quiere, pues se
acuerda ahora de sus crímenes y del castigo que merecen. Y añadió Yahvé: No
ruegues por la felicidad de este pueblo. Aunque ayunen, no escucharé su
súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al
contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la
peste” (Jeremías 14, 10-12) También el Señor en el Libro de los Proverbios nos
dice: “¿Se van a rehusar cuando los
llamo, no van a poner atención cuando les tiendo la mano?, ¿No quieren hacer
caso de mis consejos y rechazan mis advertencias? Yo también me reiré de su
miseria, me burlaré cuando el miedo los domine, cuando les llegue el huracán
del terror y se los lleve el torbellino de las desdichas, cuando queden bajo el
peso de la miseria y de la angustia. Entonces me llamarán, pero no responderé,
me buscarán, pero no me hallarán” (Proverbios 1,24-25.28).
9) La oración de los que
hacen sus oídos sordos al clamor del pobre o del que sufre: “El que pone oídos sordos al grito del
afligido, cuando llame no le responderán” (Proverbios 21, 13).
10) La oración de los que son violentos,
asesinos, mentirosos y calumniadores: “Cuando rezan con las manos extendidas,
aparto mis ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las
escucharé, porque veo la sangre en sus manos”. (Isaías 1,15) o porque “Los pecados de ustedes
han cavado un abismo entre ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que él
vuelva su cara para no atenderlos. Pues las manos de ustedes están manchadas de
sangre, y sus dedos, de crímenes, sus labios pronuncian la mentira y su lengua
murmura la falsedad”. (Isaías 59, 2-3)
11) Porque la persona que ora está
bajo juicio. Las personas que están bajo juicio van de problema en problema, de
dificultad en dificultad hasta que Dios les levanta el juicio, cuando tienen un
arrepentimiento sincero delante de Dios; todo esto no fue castigo de Dios, sino
consecuencias de su pecado. “No se engañen, nadie se burla de Dios: al final
cada uno cosechará lo que ha sembrado”
(Gálatas 6, 7a). Las consecuencias del pecado
de David la sufrieron sus hijos, lo que les trajo muerte y violencia, por más
que digamos: “Señor, escucha mi oración, atiende a mis plegarias, respóndeme,
tú que eres fiel y justo. No llames a juicio a tu siervo pues no hay quien sea
justo en tu presencia” (Salmo 143, 1-3) pero el Señor no la responderá.
12) Porque la persona
que ora está bajo prueba. “Busqué al Señor en el momento de la prueba, de noche
sin descanso hacia él tendí mi mano y mi alma se negó a ser consolada” (Salmo 77, 2) ¿Por qué Dios nos prueba? “Se
prueba la plata en el fuego, se coloca el oro en el crisol: cada uno debe
probar a los que lo aman” (Proverbios 27, 21)
13) La oración de los que le rinden culto a los ídolos o a Satanás
(Brujerías): “Por eso, así habla Yahvé: Les voy a mandar una catástrofe de
la cual nadie podrá escapar. Y aunque me pidan auxilio, no los ayudaré. ¡Que
vayan, entonces, las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén a clamar a
los dioses a los que quemaban incienso! Estos dioses no les darán ningún
socorro cuando les pase la desgracia. ¡Porque tan numerosos como tus ciudades
son tus dioses, Judá! E igual al número de las calles de Jerusalén es la
cantidad de altares que ustedes han levantado para ofrecer incienso a Baal.
En cuanto a ti, no ruegues por este pueblo, ni
eleves por él súplicas ni oraciones; porque no los voy a oír cuando me llamen
en el momento de la desgracia” (Jeremías 11, 11-14) “Me dijo: «¿Has visto, hijo
de hombre? Todavía verás abominaciones mayores que éstas.» Me condujo luego al
atrio interior de la Casa de Yahveh. Y he aquí que, a la entrada del santuario
de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que,
vuelta la espalda al santuario de Yahveh y la cara a oriente, se postraban en
dirección a oriente hacia el sol. Y me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? ¿Aún
no le bastan a la casa de Judá las abominaciones que cometen aquí, para que
llenen también la tierra de violencia y vuelvan a irritarme? Mira cómo se
llevan el ramo a la nariz. Pues yo también he de obrar con furor; no tendré una
mirada de piedad, no perdonaré. Con voz
fuerte gritarán a mis oídos, pero yo no los escucharé” (Ezequiel 8,15-18)
14) Las oraciones con hipocresía o
sólo por cumplimiento: “Entre tanto se habían reunido miles y miles de
personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se
puso a decir, especialmente para sus discípulos: “Cuídense de la levadura
de los fariseos, que es la hipocresía”. Lucas 12,1.
15) Las oraciones de los Soberbios u
Orgullosos: “Pero Dios tiene mejores cosas que dar. Y la Escritura añade: Dios
resiste a los orgullosos, pero hace favores a los humildes”. (Santiago 4,6).
16) Las oraciones donde falta
perdonar. “Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien,
perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus
faltas” (Marcos 11, 25-26)
17) Las oraciones de los que no se
sujetan a los presbíteros (sacerdotes): “También ustedes, los más jóvenes, sean
sumisos a la autoridad de los Presbíteros. Traten de rivalizar en sencillez y
humildad unos con otros, porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su
gracia a los humildes”. (1 Pedro 5, 5)
18) Las oraciones de los que maldicen
a sus padres: “¿Ha maldecido a su padre y a su madre? Su lámpara se apagará en
el lugar más oscuro” (Proverbios 20,20) y “El que deja sin nada a su padre y
echa a su madre es un hijo infame y desnaturalizado” (Proverbios 19, 26). ¡Y
vea Marcos 7,10!
19) Cuando el marido no da honor a la
mujer: “Y ustedes, maridos, sean a su vez comprensivos en la vida en común.
Sabiendo que sus compañeras son seres más delicados, y que ambos comparten la
gracia que lleva a la vida, eviten las amenazas. Este será un buen medio para
que Dios escuche lo que ustedes le pidan” (1 Pedro 3,7).
20) Los que oran auto justificándose:
“El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: “Oh Dios, te
doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos,
adúlteros, o como ese publicano, Ayuno dos veces por semana y doy la décima
parte de todas mis entradas. Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no
se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho
diciendo: “Dios mío, ten piedad de mí,
que soy un pecador”. Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios
cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será
humillado y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 18, 11-14).
21) La oración de los que maltratan el
Pueblo de Dios: “Haces que mis enemigos den la espalda, y a cuantos me odiaban
aniquilo. Aunque griten, nadie los salvará, claman al Señor, pero no les
responde” (Salmo 18, 40-41) “Ustedes descueran vivos a los de mi pueblo y les arrancan la carne de sus huesos. Ustedes pueden
comerse la carne de mi pueblo, partir sus huesos y echarlos a la olla, pero
cuando me llamen no les haré caso, sino que les ocultaré mi cara por sus malas
acciones” (Miqueas 3, 2-4).
Por: Lic. Manuel Mondragón Lechuga
No hay comentarios.:
Publicar un comentario