Los Testigos de Jehová solo empezaron a existir por
Charles Taza Russell, quien, en el año de 1879, Una de las mayores agrupaciones
religiosas con más excentricidades son sin duda los Testigos de Jehová (T.J.),
es por eso que en este tema veremos cómo sus creencias no tienen
un fundamento
en la Palabra de Dios sino en creencias humanas.
Mientras que la Iglesia Católica cuenta con pruebas bíblicas,
históricas y arqueológicas que demuestran que fue fundada por el propio Cristo
Jesús, cuando nombró al apóstol Pedro como su primer Vicario en la Tierra
(Mateo 16, 17-18; Lucas 22,32; Juan 21,15-17). Los Testigos de Jehová solo
empezaron a existir por Charles Taza Russell, quien, en el año de 1879, después
de haberse separado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (aunque esto no lo
reconocen ellos), para fundar su propia organización llamada “La Sociedad Torre
del Vigía” en Pennsylvania (EE. UU.). (El hombre en busca de Dios, Ed 1990, Pág.
352). Pero conservando gran cantidad de creencias aprendidas en su antigua congregación.
Su nombre 2.
Los Testigos de Jehová adoptaron oficialmente este nombre en
el año de 1931, cuando su segundo presidente Joseph F. Rutherford lo tomó de un
texto del profeta Isaías (43,10.12). (La Atalaya, Pág. 11; 1 de enero de 2000).
Por el contrario, la Iglesia Católica que pertenece al pueblo del “Nuevo Pacto”
(Mateo 26,28); somos testigos de Cristo resucitado (Hechos 1,8; Apocalipsis
17,6).
No reconocen la Santísima Trinidad 3.
Los Testigos de Jehová no reconocen el dogma de la Santísima Trinidad
(El hombre en busca de Dios, Págs. 356-357). No obstante, en el Nuevo
Testamento se nos confirma que Dios es una comunidad formada por tres personas
divinas distintas. Prueba de ello lo encontramos en la anunciación del ángel
San Gabriel a la Virgen María (Lucas 1,35); en el bautismo de Jesús en el río
Jordán (Lucas 3,21-22); en la transfiguración en el monte Tabor (Mateo 17,1-5);
en el mandado del Mesías de bautizar a todas las naciones (Mateo 28,18-19). Al
igual, que en la bendición del apóstol Pablo a la comunidad de fieles de
Corintio: “La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios y la comunión del
Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2Corintios 13,14).
No son cristianos 4.
Los Testigos de Jehová no son considerados como una
congregación cristiana, ya que desconocen la naturaleza divina del Hijo de Dios
(Filipenses 2,6-8; Colosenses 1, 15; hebreos 1,3). Al respecto dicen de manera
herética que Cristo Jesús es el arcángel “Miguel” (¡Despertad!;? ¿Quién es el
arcángel Miguel?, págs. 16-17; 8 de febrero de 2002). Desconociendo que la
segunda persona de la Trinidad es llamado el “Emanuel” (que significa “Dios con
nosotros”). (Mateo 1,23; Isaías 7,14); quien es superior a todos los ángeles
(Colosenses 1,16; hebreos 1,4-5; 1Pedro 3,22); el “Unigénito de Dios” (Juan
3,16). Mientras que “Miguel” es “uno de los príncipes prominentes” (Daniel
10,13), lo que da a entender que existen otros “arcángeles” de su mismo rango. Además,
ellos han modificado dos citas que encontramos en su Biblia titulada
“Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras”:
a. La introducción del Evangelio de Juan: “En el principio ya
existía la palabra (Jesús); y aquel que era la palabra estaba con Dios y era
Dios”. Mientras que en su Biblia aparece: “En el principio era la palabra...y
la palabra era un dios”; lo que daría a entender que Jesucristo es un “dios”
falso (Éxodo 20,3). Ante esta confusión teológica agregan: “Los testigos de
Jehová creemos que Jesús tiene un origen divino, pero que no es un Dios” (La
Atalaya, Pág. 21; 1 de diciembre de 2002).
b. Dicen ellos que la voz de mando de un arcángel en (1 Tesalonicenses 4,16), es la de Miguel (Jesús); sin embargo, la palabra de Dios explica que el
“Hijo del hombre” (Cristo Jesús) es quien “mandará a sus ángeles para que con
un fuerte toque de trompeta reúna a sus elegidos” (Mateo 24,30-31), véase
también (Marcos 13,26-27; Mateo 16,27;25,31; apocalipsis 4,1). Incluso en la Biblia
Miguel y Jesús tienen características diferentes, en Judas 9 dice que el
arcángel no tenía autoridad de regañar al Diablo; al contrario de Jesús (Marcos
1,25-27), quien tiene el mismo poder desde antes de venir al mundo (Juan 17,5).
Rechazan el Alma inmortal que la Biblia proclama. 5.
Los Testigos de Jehová dicen en su artículo “Un dilema
teológico” en La Atalaya del 1 de marzo de 1995, págs. 29-31; que “los primeros
cristianos rechazaban la enseñanza apóstata sobre la inmortalidad del alma
humana”. Por otra parte, la Iglesia Católica al igual que las más importantes
iglesias cristianas y en compañía del judaísmo y el islamismo; creen firmemente
que el hombre al haber sido creado a “imagen” y “semejanza” de Dios (Génesis
1,26), está dotado de una sustancia inmortal (el alma) que sobrevive después de
la muerte (Eclesiastés 12,7); en esta “partida” (Filipenses 1,23) que es la
muerte, el alma se separa del cuerpo (1Corintios 5,5); “Porque todos
tenemos que presentarnos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
lo que le corresponde mientras que estaba en el cuerpo” (2Corintios 5,10);
“Para resucitar en Cristo es necesario dejar este cuerpo para ir a morar cerca
del Señor”(2Corintios 5,8); “estamos siempre confiado, sabiendo que mientras
habitemos en el cuerpo, caminamos lejos del Señor” (2Corintios 5,6); “Gemimos
en este estado, deseando ardientemente que sea revestido de nuestra habitación
celestial” (2Corintios 5,2; Hebreos 13,14).
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo ciertamente está muerto
por el pecado, más el espíritu vive por la justicia” (Romanos 8,10-11); “hasta
a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva” (1Pedro 4,6); pues el Altísimo
“no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lucas
20,38); asimismo “Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de muertos y
vivos” (Romanos 14,9); y todo el que crea en su poder “aunque muera vivirá”
(Juan 11,25). “Porque el hombre se va a su morada de eternidad” (Eclesiastés
12,5). Incluso, la parte que resucita en el hombre es el “alma” que vuelve a
unirse al cuerpo material (Ezequiel 37,5).
Los 144,000 es una creencia que inventaron 6.
Los Testigos de Jehová escriben en su artículo “El pequeño ha
llegado a ser mil” de la revista La Atalaya, del 1 de enero de 2000; pág. 12.
Que solamente 144000 elegidos “quienes, junto con Jesucristo, son coherederos
del reino celestial”. Mientras que en el año 1935 se entendió que las “otras
ovejas” pertenecen a la “gran muchedumbre” de todas las naciones...tienen la
esperanza de vivir para siempre el en paraíso terrestre”. De igual manera,
afirman en otras publicaciones que el resto de la humanidad que no acepten sus
enseñanzas, serán aniquilados de la faz de la tierra (“Noticias Gozosas” del
Apocalipsis, La Atalaya, pág. 13 del 1 de diciembre de 1999).
Sobre este punto, han tomado al pie de la letra dos pasajes
bíblicos del libro de las Revelaciones (7,9-14; 14,1). Sin embargo, los
exegetas han explicado que el número “144,000” es un número simbólico que no
aparece en ningún otro texto de Las Escrituras. Es más, el mismo Señor en el
sermón del monte, nos exhorta a creer que “los de corazón humilde recibirán la
tierra como herencia”, pero al final; ellos con los otros “bienaventurados”
tendrán su recompensa en el cielo (Mateo 5,3-12). Tampoco Cristo Jesús da un
número preciso de los que irán al “reino de su Padre” en el juicio de las
naciones (Mateo 25,31-46).
Ya que “vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del
Sur, y se sentarán a la mesa del reino de Dios” (Lucas 13,29); “muchos son los
que vendrán” (Mateo 8,11); “todos los hombres verán la salvación de Dios” (Lucas
3,6; Isaías 40,5). Incluso en el Apocalipsis los “144000” elegidos “han sido
rescatados de entre los hombres como primicia para Dios y el cordero” (14,4).
Sí los llama “primicia” significa que solo son los primeros en recibir la
salvación, y aún faltan muchos más por venir (7,9; 19,1).
Del mismo modo, el “paraíso” que menciona la palabra de Dios
es el cielo como el que le promete Jesús en la cruz al buen ladrón (Lucas
23,42-43), y no un paraíso venidero en la tierra. Así lo da a entender el
apóstol Pablo: “Conozco a un hombre que cree en Cristo y en que hace catorce
años fue llevado al tercer cielo. No sé si fue llevado en cuerpo o en espíritu,
Dios lo sabe. Pero sé que ese hombre fue llevado al paraíso” (2Corintios
12,2-4).
Predican odio y no amor 7.
Al referirse a la Iglesia Católica utilizan términos como
“falsa cristiandad”, “Babilonia la grande”, “religión apóstata” o “religión
falsa” (La Atalaya, págs. 4-5; del 1 de noviembre de 2001; La Atalaya, págs.
19-22; del 1 de mayo de 2002). Para tener una clara idea del odio que sienten
por nuestra religión, encontramos en La Atalaya del 15 de diciembre de 1999, en
la pág. 18, la siguiente descripción textual: “Poco después de la muerte de los
apóstoles, se formó una clase clerical separada que oprimía al rebaño y usaba
vestiduras distintivas. La apostasía se extendió como gangrena. Cuánto desanimó
este hecho a los cristianos fieles. Vieron cómo un culto corrompido eclipsaba a
la provisión recién establecida para la adoración pura, y todo ello sin
siquiera haber transcurrido un siglo desde que Cristo fundó la congregación”.
Lo que no tienen en cuenta los Testigos de Jehová es que el
Mesías al fundar su Iglesia, había advertido que de la misma “congregación de
creyentes” iban a salir “falsos profetas” que querrán acabar con Ella
(1Corintios 1,10; 11,18-19; Gálatas 1,6-9; 1Tmoteo 6,3-5; Tito 3,10-11; 1Juan
2, 18-19); lo que ya había sido pronosticado en la parábola de la “cizaña en el
trigo” (Mateo 13,24-30), pero que en ningún momento podría exterminarla(Mateo
16,18; 28,20). Pues es la misión de los pastores del verdadero rebaño, cuidar
de que esto no suceda (Hechos 20,25-30; hebreos 13,7.17; Filipenses 1,1; Tito
1,5). Porque existe una íntima unión entre Dios, Jesús y la Iglesia “por todos
los siglos y para siempre” (Efesios 3,21); y no a partir del año 1914, como lo
dan a entender en su tratado “Cultivemos la obediencia mientras se acerca el
fin”, La Atalaya, págs. 18.19; de octubre 1 de 2002.
El Fraude del fin del mundo cercano
8. Por ser una congregación fatalista, los Testigos de Jehová han anunciado
de manera equivoca la segunda venida del “Hijo de Dios”. Russell aseguró
primero que sería en el año 1874 (El arpa de Dios, Ed. 1954, Págs. 239-242);
después cambió la fecha para 1914 (La Atalaya, 15 de enero de 1892). Por su
parte, el juez Rutherford lo hizo para 1925 (Millones que ahora viven no
morirán jamás, Ed. 1921, pág. 88); y para ello, mandó a construir una enorme
mansión en San Diego (California), llamada “la casa de los príncipes” para
cuando resucitarán los patriarcas del Antiguo Testamento.
Pero al ver que esto no sucedió, se fue él mismo a vivir allí
hasta su muerte ocurrida en el año de 1942. Por último, su tercer presidente Nathan
H. Knorr, le encomendó la misión a su vicepresidente, Frederick W. Franz (quien
luego sería el cuarto presidente); quien la profetizó para el año 1975 (Vida
eterna en la libertad de los hijos de Dios, Ed. 1966). Hoy en día, no se
atreven a especificar otra fecha por temor a caer en la misma encrucijada, ya
que muy tarde comprendieron la señal del Evangelio: “Manténganse ustedes
despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor” (Mateo 24,42). Algo
que sí han reconocido honradamente es en admitir que sus jefes máximos (siete
en total), llamados como “el cuerpo gobernante” o también “el esclavo fiel y discreto”:
“Este grupo de fieles hermanos ungidos siguen siendo cristianos imperfectos.
Aun teniendo las mejores intenciones, pueden equivocarse”. (La Atalaya, pág.
17; 1 de diciembre de 2002).
Rechazan "La Cruz" y manipulan la Biblia
9. Otro error característico es la interpretación que tienen de la
muerte de Jesucristo, pues todas sus representaciones artísticas de los últimos
tiempos lo muestran clavado en un “madero” en forma vertical, con las manos
encima de la cabeza sujetadas por un solo clavo (El hombre más grande de todos
los tiempos, Ed. 1991; pág. 125). No obstante, el Nuevo Testamento enseña que
el Salvador murió en una Cruz (1Corintios 1,17), tal como aparece en su
anterior libro “El arpa de Dios” pág. 132; y en La Atalaya del 1 de enero de
2000, pág. 9; aclaran que hasta “en la década de los años veinte, muchos
Estudiantes de la Biblia (así se llamaban en ese entonces) llevaban una
insignia con una cruz y una corona”. Igualmente, el texto de Mateo (27,37),
especifica que fue por encima de la cabeza del Señor que “pusieron un letrero,
donde estaba escrito la causa de su condena”, o también, en Juan (20,25), se
habla de “las heridas de los clavos” en sus manos. Por el lado de la
arqueología también le da la razón a la Iglesia Católica y a las demás
confesiones cristianas, pues se sabe de un descubrimiento realizado en 1968 al
norte de Jerusalén, de los restos humanos de un condenado de unos 35 años,
crucificado y con los huesos aún perforados por un clavo de 18 centímetros. El
estado de los huesos indicaba que los brazos de la víctima estaban
efectivamente desplegados hacia los lados, y los tobillos fijados a la cruz.
Al morir por negar transfusiones de sangre muestran su Fanatismo
10. En el plano médico los Testigos de Jehová han sido noticias muchas
veces cuando alguno de sus integrantes o familiares, incluyendo pequeños niños
han muerto por no suministrares una transfusión sanguínea para salvarles la
vida. Según ellos, la sangre es sagrada y no hay que usarla para ningún
propósito humano (La Atalaya, Págs. 29-31; del 15 de junio y del 15 de octubre,
págs. 30-31; del año 2000), y para ello, demuestran tal prohibición
argumentando dos citas bíblicas (Levítico 17,11; Hechos 15,28-29).
Claro está, que la revelación divina nos explica que lo que
contamina al hombre, no es lo que entra al cuerpo sino lo que sale de él (Mateo
15,11); porque “la sangre de Jesús es verdadera bebida de salvación
eterna”(Juan 6,54-55). “Cristo puso fin a la ley que consistía en mandatos y
reglamentos” (Efesios 2,15); con Él se da una “nueva ley” (Romanos 7,6;
2Corintios 3,6); la prohibición del decreto mosaico de la sangre (1 Samuel 14,32-33); queda completamente abolido en la “Nueva Alianza” (Hechos 10,9-15;
Romanos 14,6; 1 Corintios 8,8;10; Gálatas 5,1.18; Colosenses 2,16; 1Timoteo
4,1-4).
Dios te siga bendiciendo en abundancia.
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.
Por: Guido Rojas, Misionero de la Palabra
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