La oración es nuestra fortaleza en todo momento y en
todo lugar.
La oración es la clave
para la salvación. Uno de nuestros grandes Santos de la Iglesia, el famoso San
Agustín de Hipona dijo algo muy impresionante sobre la oración:
"El que ora
bien, vive bien; el que vive bien, muere bien; y el que muere bien, está
completamente bien".
San
Alfonso reitera el mismo principio:
"El que ora
mucho será salvado; el que no ora será condenado; el que ora poco pone en
riesgo su salvación eterna".
El mismo santo afirmó que no hay ni personas fuertes ni
personas débiles en el mundo, sino aquellos que saben cómo orar y
aquellos que no. En otras palabras, la oración es nuestra fortaleza en todo
momento y en todo lugar.
Nos gustaría ofrecer diez palabras
de ánimo para ayudarnos en la carrera hacia el cielo a través del
esfuerzo de crecer en la vida de oración.
1.-
Convicción o determinación
No existe una persona exitosa en este
mundo en cualquier empresa que no haya sido animado por la firme determinación
de alcanzar su meta.
Súper atletas, músicos exitosos, maestros
expertos y escritores nunca alcanzaron la perfección solamente por un deseo,
sino por la firme y tenaz convicción de alcanzar su meta -
¡pase lo que pase!
Por
esa razón, la Doctora de la oración, Santa Teresa de Ávila dijo:
"Debemos tener una firme
determinación para nunca dejar de orar".
Si realmente creemos desde las profundidades
de nuestros corazones en los tesoros invaluables que fluyen de la oración,
¡deberíamos fijarnos como meta en esta vida el crecer constantemente en la
oración!
2.- El
Espíritu Santo como maestro
San Pablo dice que nosotros no sabemos en
realidad orar como deberíamos, pero que es el Espíritu Santo que intercede por
nosotros como Maestro Interior.
Con María, los Apóstoles pasaron nueve
días y noches orando y haciendo ayuno y se vieron empapados del poder que viene
de lo alto – el Espíritu Santo.
Antes de iniciar cualquier período de
oración formal, ¿por qué no invocar a la Persona del Espíritu Santo para
ayudarte en tus debilidades?
Durante el transcurso de tu tiempo de
oración, ¿por qué no pedir la presencia del Espíritu Santo para iluminar tu mente
y encender tu corazón? Él está más cerca de lo que tú estás consciente.
Si estás en estado de gracia, Él habita en tu corazón.
3.- Tiempo, lugar, voluntad y silencio
Como en cualquier arte, nosotros
aprendemos con la práctica. ¡Esto también aplica a la oración!
Para aprender a orar debemos tener
un tiempo fijo, un buen lugar, voluntad de nuestra parte y silencio. El
dicho es tan cierto para los deportes como para la oración:
"La práctica hace la
perfección".
4.- Hacer
penitencias
Puede suceder que nuestra oración se
vuelve insípida, aburrida, sin vida, anémica y estancada por muchas razones.
Una posible razón puede ser una vida de sensualidad, indulgencia, glotonería y simplemente
vivir más de acuerdo con la carne que al espíritu. Como San Pablo nos recuerda,
la carne y el espíritu se oponen mutuamente.
Jesús pasó cuarenta días y cuarenta noches
orando y haciendo ayuno. Los apóstoles pasaron nueve días y nueve noches orando
y haciendo ayuno.
Uno no puede alcanzar una vida
mística sería guiada por el espíritu, si no ha pasado por la vida ascética que
implica negarse a sí mismo, mortificación y penitencia. Un ave necesita dos alas para volar; de
igual manera los seguidores de Cristo. Para volar alto en la vida mística las
dos alas necesarias son la oración y la penitencia.
Si no tienes experiencia en la vida
penitencial, consulta a un buen director espiritual y ¡comienza con pequeños
actos de penitencia para acumular la fuerza de voluntad necesaria para los
actos más heroicos de penitencia!
Si nunca has corrido, ¡comienza con una
calle y continúa hasta alcanzar un kilómetro!
5.-
Dirección espiritual
Los atletas necesitan entrenadores; los
estudiantes necesitan maestros; los maestros necesitan mentores para aprender
el arte.
De igual forma, los guerreros de
la oración deben tener una forma de guía y esto se llama dirección
espiritual.
San Ignacio de Loyola insistió en ver la
vida espiritual como un viaje de acompañamiento. Santa Teresa de Ávila tuvo a
varios santos dirigiéndola en su largo y doloroso viaje hacia la perfección –
San Juan de la Cruz, San Pedro de Alcántara y San Francisco Borgia.
Hay muchos obstáculos en el viaje
espiritual, especialmente cuando uno busca una vida de oración más profunda;
por esta razón tener un director espiritual con experiencia, que
conozca las trampas del demonio, los riesgos que están siempre presentes, y
los peligros puede ayudarnos a crecer continuamente en santidad a través de una
vida de oración más profunda y auténtica.
6.- Oración
y acción
Santa Teresa de Ávila indica que el
auténtico crecimiento en la oración se comprueba con el crecimiento en la
santidad y esto significa por medio de la práctica de la virtud. Jesús dijo que
por medio de los frutos conoceremos al árbol. De igual manera, una
auténtica vida de oración florece en la práctica de virtudes: fe, esperanza,
caridad, puridad, amabilidad, servicio, humildad y un constante amor
por el prójimo y la salvación de su alma inmortal.
Nuestra Señora es un modelo en todo
momento, pero especialmente en la conexión íntima entre la contemplación y la
acción. En la Anunciación, admiramos a María absorta en oración; luego en el
siguiente misterio (la Visitación)
ella sigue la inspiración del Espíritu
Santo de servir a su prima en una misión de amor. En verdad podemos llamar a María “Contemplativa en acción”.
7.- El
estudio: leer en la oración
Santa Teresa de Ávila no permitía, en el
convento de las Carmelitas, mujeres que no pudieran leer. ¿Por qué? La sencilla razón era que ella sabía lo mucho que
uno puede aprender sobre diversos temas, pero especialmente sobre la
oración a través de una sólida lectura espiritual.
¡Encuentra buena literatura sobre la
oración y lee! ¡Cuántas ideas de gran utilidad nacen a través de una buena
lectura espiritual!
Una sugerencia: lee Parte Cuatro del Catecismo de la Iglesia
Católica. ¡Ésta es una obra maestra espiritual sobre la oración!
8.- Los
retiros
Una forma más propicia para realmente
profundizar en la oración es destinar algún tiempo para un período
prolongado de oración; a esto se le llama un retiro espiritual.
Uno de los estilos de retiros más eficaces
son los retiros ignacianos. Puede durar hasta un mes, u ocho días, o incluso un
retiro de un fin de semana puede probar ser extremadamente valioso.
Viendo a los Apóstoles sobrecogidos con el
trabajo, Jesús les exhortó: "Retírense
un tiempo y descansen..."
Este descanso que Jesús menciona ha sido interpretado como una llamada a un retiro espiritual.
Mira el calendario para este año y fija un
tiempo aparte. ¡Más períodos extendidos de tiempo para oración permitirán una
mayor profundización en la oración!
9.-
Confesión y oración
A veces, la oración puede resultar
extremadamente difícil debido a una consciencia sucia. Jesús dijo:
"Felices los de corazón limpio,
porque verán a Dios". (Mt, 5,8) Luego de una buena confesión, en la que la
Preciosa Sangre de Jesús lava nuestras almas y limpia nuestras consciencias, el
ojo interior del alma puede ver y contemplar la cara de Dios con mayor
claridad.
10.- Nuestra
Señora y la oración
Como hemos mencionado,
es de mucha importancia el Espíritu Santo como nuestro Maestro Interior, y de
igual manera deberíamos
rogar a María que ore por nosotros y con nosotros cada vez que
dedicamos tiempo y esfuerzo a la oración. Ella nunca nos fallará.
Como Jesús convirtió el agua en vino
en Caná a través de la intercesión de María, así ella puede ayudarnos a
convertir nuestra oración insípida y sin sabor en una dulce devoción.
¡María nunca te fallará! ¡Llámala!
Por: Fr. Ed Broom
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