domingo, 27 de agosto de 2017

Guiños del cielo.


Tanto nos amó que dio a su propio Hijo.

Sabemos que toda buena dádiva proviene del cielo. También que Dios es nuestro proveedor. Él conoce nuestras necesidades y tiene cuidado de nosotros. Cristo nos enseñó que, si buscamos primeramente el reino de Dios, todo lo demás nos será añadido. Este principio puede parecer muy general, y podemos creerlo, pero la verdad que se encierra en él es mucho más que sólo una posibilidad. El mismo Dios que nos creó y que alimenta a los pajarillos, también nos da todo lo que necesitamos, pues somos sus criaturas amadas.  Tanto nos amó que dio a su propio Hijo en rescate por nosotros, "¿cómo no nos dará asimismo todas las cosas?".

Desde que nos conocimos, mi esposo Jeff y yo hemos experimentado de manera orgánica la provisión de Dios. Sin tener más que el dinero corriente para el sustento de cada mes, el Señor proveyó para ocho viajes necesarios de Estados Unidos a México y viceversa. También, cuando nos casamos, varias personas nos hicieron donaciones hermosas, de tal manera que amueblamos gran parte de nuestra casa y sólo tuvimos que comprar algunas pocas cosas que nos hacían falta. Desde hace casi un año hemos estado mucho muy enfocados en el reino de Dios, orando, buscando su voluntad, desarrollando un ministerio dentro de la iglesia, de modo que el tiempo que tenemos para trabajar es suficiente pero también tenemos que cuidar de nuestros hijos cada día, y esto a veces hace complicado pagar algunos recibos. 

Por un tiempo, nuestro negocio decayó debido al verano, pues muchos de nuestros clientes emigran a sus lugares de origen y vuelven hasta el otoño. Sin embargo, aunque nos hemos puesto a trabajar más y buscar más clientes, nunca nos ha faltado nada. Hemos podido pagar todas nuestras cosas y recibos. El Señor ha sido nuestro proveedor en todo momento, no hemos dejado de orar juntos y trabajar en unidad. Esto Dios lo bendice en abundancia porque Él es fiel y justo. Siempre cumple sus promesas y se ocupa de sus hijos.

En semanas pasadas, estábamos haciendo remodelaciones en la casa. Mi esposo reubicó el cuarto de lavado para darles más espacio a los niños en sus habitaciones. Con pocos recursos y con mucho esfuerzo, Jeff ha hecho cambios fantásticos en nuestro hogar, y yo, como toda mujer, me he encargado de mejorar y decorar y multiplicar todo lo que él hace para ampliar o mejorar nuestra casa. Con la última remodelación, nos quedamos sin una puerta interior, y de momento no teníamos dinero para comprar otra. No le dimos importancia, pero pronto nos dimos cuenta de que era indispensable porque el hecho de no tenerla destemplaba toda la casa y la hacía muy fría. El aire acondicionado corría por un pasillo y eso provocaba que especialmente el cuarto de las niñas se enfriara mucho de noche. Asimismo, en nuestra habitación, donde tenemos muchas lámparas (pues ahí hablamos, oramos, trabajamos, escribimos, etcétera), nos hacía falta una lámpara de lectura, una lámpara de pie que nos alumbrará más. Retrasamos la compra de estas dos cosas porque había que pagar otras más urgentes, y nos las arreglamos para leer y tratar de templar la casa.

Un fin de semana íbamos manejando hacia casa de mi suegra, cantando alabanzas en el auto con las niñas, cuando de pronto, en la banqueta vimos una puerta blanca que alguien había desechado. Nos quedamos mirando y dijimos "¿no necesitamos una puerta?" Descendimos del auto y vimos que la puerta estaba practicamente nueva, toda blanca y de buena madera, de buen estilo. Nos reímos y, mucho más nos alegramos cuando, de repente, vimos al lado una lámpara de pie negra, muy bonita. También la habían desechado, pues tenían un papel que decía "llévame". Ese día obtuvimos gratis una puerta y una lámpara.

Aparte de eso, debido a que tuvimos que pagar el campamento de verano de los niños, no pudimos realizar el pago mensual de nuestros celulares. Sin embargo, seguimos esperando confiadamente en nuestro Señor, porque lo conocemos, sabemos lo grandioso que Él es. Hace unos días recogí la correspondencia y vi un sobre a nombre de mi esposo. No reconocí de qué era. Conozco todos los recibos que le llegan y me hago cargo de la correspondencia, debo organizar todo para pagar a tiempo y coordinar citas, clientes, pagos, etcétera. Este sobre llegó a nuestro correo un día antes de que se venciera el recibo del celular. ¡Todos sabemos lo que pasa cuando no pagamos el celular! Simplemente nos dejan sin servicio. Nuestros celulares aquí en Florida son como nuestra oficina ambulante... así que estábamos a unas horas de quedarnos sin oficina.

Mi esposo abrió el sobre y dentro vio un cheque a su nombre por ochenta y ocho dólares. No hay explicación para este cheque porque vino de una clínica como un reembolso. Nosotros hemos ocupado esta clínica y pagado algunos recibos por los servicios recibidos. ¡Pero nunca hemos recibido dinero de parte de ellos! Lo más sorprendente es que la cantidad a pagar por los celulares era de ochenta dólares. En ese momento, mi esposo metió la mano en su bolsillo y me dijo "Mi amor, ayer, caminando en el estacionamiento encontré estos cuarenta dólares tirados en la calle". No nos quedó más que reírnos y saber que Dios nos hizo otro de sus guiños.

Hemos aprendido a vivir una vida sobrenatural, llena de pequeños milagros, y otros más grandes, de sanidad, por ejemplo, o de cambios importantes en nuestra familia o en otras personas. Las promesas de Dios son hermosas, perfectas, y son para todos aquellos que quieran creerle. Cada vez más, aprendemos a depender de Él y a entregarle más de nuestra vida y nuestro tiempo. Nosotros obedecemos y servimos, y Él hace sus obras y maravillas. Sus guiños no son otra cosa que señales de un Dios detallista, lleno de bondad y dulzura hacia sus ovejas. ¡Gracias, ¡Padre, por la abundancia de tus provisiones, y por el cuidado que tienes de nosotros!








Por: Maleni Grider



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