Significado religioso del festejo en una Primera
Comunión.
Después de la celebración eucarística en la que el niño recibió a Jesús
por primera vez, se acostumbra tener una fiesta a la que están invitados todos
los asistentes a la misa.
La fiesta simboliza la gran alegría que experimenta la Iglesia entera porque un alma limpia se unió a todos los cristianos mediante la comunión.
No importa la elegancia o la magnitud de la fiesta. Lo importante es celebrar demostrando nuestra alegría.
La fiesta simboliza la gran alegría que experimenta la Iglesia entera porque un alma limpia se unió a todos los cristianos mediante la comunión.
No importa la elegancia o la magnitud de la fiesta. Lo importante es celebrar demostrando nuestra alegría.
Las costumbres y tradiciones para la realización de la fiesta
varían en cada país y han variado de acuerdo con las formas de vida moderna.
Sin embargo, la tradición es que se celebre con un desayuno y al
final de la fiesta se entreguen a los invitados unos bolos como recuerdo del
evento.
El desayuno tradicional de Primera Comunión en México está formado por
tamales y atole champurrado. Esta costumbre data de los tiempos de la
conquista, en la cual los misioneros españoles trataron de aprovechar al máximo
las tradiciones y la religiosidad popular para hacer entender a los indios los
significados más profundos de la religión católica.
Los tamales, elaborados con maíz y manteca, rellenos de
diferentes guisos y envueltos en hojas de maíz o plátano, eran un alimento de
los indígenas. Los misioneros encontraron en ellos un simbolismo de la
Eucaristía: al quitar la hoja que envuelve al tamal sólo se ve el pan, pero al
probarlo, se descubren dentro cosas deliciosas: carne de cerdo o pollo, salsas
de variados sabores o bien pasas, acitrón y canela en el caso de los tamales
dulces.
De la misma manera sucede con el Pan Eucarístico: bajo la apariencia
del pan se encuentran frutos exquisitos para el alma. Con respecto a la bebida, los aztecas tomaban el chocolate, cacao
mezclado con agua, cuando terminaba el tiempo de la siega, momento en el que
ellos creían que llegaba el Dios Quetzalcóatl. Por esta razón, ellos veían el
chocolate como un regalo de su dios. Los misioneros españoles mezclaron el
chocolate con azúcar y harina de maíz, obteniendo así el atole champurrado, una
bebida más espesa y rica que el chocolate con agua y, ofreciéndole después de
las primeras comuniones, les hicieron entender a los indígenas que creyendo en
Jesucristo recibirán regalos aún más deliciosos de los que les daba su Dios.
Actualmente, ya sólo algunos siguen esta tradición y los
tamales han sido sustituidos por otros platillos más internacionales y
sofisticados: coctel de frutas, crepas rellenas o soufflés de diversos sabores
y pastel, acompañados de jugo de naranja, café y chocolate caliente.
Los bolos que se regalan a los invitados al terminar la fiesta simbolizan las gracias que reciben todos los miembros de la Iglesia por la primera comunión del niño.
Tradicionalmente, los
bolos eran estampas con imágenes alusivas a la Eucaristía, en las que se
imprimían por el reverso el nombre del niño, de sus padres y padrinos y la
fecha en la que realizó la primera comunión y a los niños invitados se les
solía regalar recortes de obleas y uvas cristalizadas. Sin embargo, esto
también ha ido evolucionando y en la actualidad se regalan infinidad de objetos
diferentes: cuadros, iconos, rosarios, libros, dulces o chocolates con figuras
diversas, etcétera.
Por: Lucrecia Rego de Planas
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