Es
como la comunicación con un ser querido: mejor cara a cara, pero si no es
posible internet ayuda.
Nuestro
culto espiritual es ofrecernos a Dios en respuesta a su amor. Este ofrecimiento
a Dios de nuestra vida será aceptado y será objetivo si lo acompañamos con las
obras en respuesta a su santa voluntad. Pero esto sólo será viable a través de
un proceso constante de conversión.
Adoramos
a Dios cuando nos damos a Él junto a las obras que concretan su voluntad.
¿Cuándo? Siempre. ¿Dónde? Donde nos encontremos.
Al
hablar de adoración, los creyentes inmediatamente piensan, o se centran
exclusivamente, en acciones externas o cosas circunstanciales, dentro o fuera
de un acto litúrgico, ante Jesús Eucaristía: ¿qué posturas adoptar?, ¿cómo?,
etc. Lo
anterior sólo forma parte de un contexto de adoración; pero esta involucra
la vida entera y en todo lugar.
Como
podemos darnos cuenta, adorar, en el Espíritu y en la Verdad, realmente no es
sólo, por ejemplo, el cantar bien, o tocar un instrumento con destreza, o
realizar unas oraciones ante Jesús Eucaristía (cosas que son un complemento,
que quedan en un segundo plano); es también, y sobre todo, ofrecernos a
Dios omnipresente como una ofrenda agradable.
La
adoración a Dios, pues, no se limita a un solo acto o a un solo momento y lugar
(la adoración ante Jesús Sacramentado por acción del Espíritu Santo (Rm 8, 26)), sino que se
realiza constantemente cuando la fe mantiene despierto el corazón para darse
amorosamente a Dios.
De
manera que no hay que confundir la adoración a Dios propiamente dicha o la
actitud adoradora constante del fiel con un momento de adoración concreto,
específicamente litúrgico o fuera de él, ante el Santísimo Sacramento.
Son
dos momentos de adoración que se complementan y enriquecen recíprocamente.
Con
respecto a la adoración al Santísimo ésta es una práctica muy
recomendada por la Iglesia. Esta práctica aumenta el fervor, la conversión y la
fidelidad.
Quien
quiera avanzar en su vida espiritual, debe separar un tiempito cada día, o al
menos cada semana, para adorar a Dios ante el Santísimo Sacramento.
En
la carta encíclica Eclesial de Eucaristía, Juan Pablo II cita a san
Alfonso María de Ligorio quien dijo: “Entre
todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera después
de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros”
(EE 25).
Y
así como una persona puede ser libre entre rejas (entendiendo bien lo que es la
libertad), así también no hay obstáculos o barreras cuando de adorar a
Dios se trata.
Se
adora a Dios con la vida misma, se adora en el Espíritu de Dios, quien nos hace
decirle: ¡Abbá, Padre! (Rm 8,15)
y en la Verdad, en Jesucristo, quien es la Verdad.
De
esta manera un enfermo en cama puede adorar a Dios, un trabajador
puede adorar a Dios en el lugar donde se desempeña, o se puede adorar a Dios
mientras se camina, etc.
Y así
como la misa seguida por televisión o por internet o radio tiene su validez
para quienes están impedidos a asistir personalmente a la iglesia, incluyendo
la posibilidad de la comunión eucarística espiritual, de igual forma el fiel
puede unirse –a través de esos medios de comunicación- a una hora santa de
adoración, y/o hacer una visita eucarística on line en
cualquier momento y lugar.
A
Dios, que es omnipresente, también le llega nuestra oración de adoración por
estos medios y la acepta con agrado.
El
adorar on line es el momento y la circunstancia intermedios
entre ir por la vida y al mismo tiempo estar ante el Santísimo Sacramento.
Jesús
dio a la mujer samaritana una enseñanza clara: la adoración a Dios no se
debe limitar necesariamente a una localización geográfica.
El
lugar donde encontramos a Dios para adorarlo es Jesucristo;
nadie llega al Padre sino va por Jesús (Jn
14, 6).
En
el espíritu se accede a Dios para adorarlo en Cristo, la Verdad, estando el
creyente físicamente o no cerca de su presencia eucarística; presencia
que hay que privilegiar.
El
uso de internet o de la televisión será sólo un medio o instrumento que no
pretende sustituir la relación personal con Dios por la vía sacramental, sino
que más bien la debe acompañar y reforzar; aquel encuentro estará al servicio
de este.
Adorar
al Señor on line será una alternativa muy excepcional si
existe realmente un impedimento para hacerlo de manera personal en una capilla
donde esté o no expuesto.
Es
como la comunicación con un ser querido: no es lo mismo hablar
con esa persona de manera directa o personalmente que hacerlo usando internet o
el teléfono o por carta; pero si no hay otra opción se puede hacer.
Orar
personalmente ante el Santísimo es estar ante Jesús, realmente presente en la
Eucaristía; percibirlo oculto bajo las especies eucarísticas tal como Él lo
prometió (Mt 26, 26-27; 28,20).
Si
por edad avanzada, enfermedad u otra razón válida no se puede ir a visitar al
Santísimo Sacramento, internet es una gran alternativa válida.
Y
tiene sus ventajas: está disponible 24 horas, la persona se enfoca en
el Santísimo y lo ve cerca y sin distracciones, y puede quedarse todo el tiempo
que quiera.
Sólo
hay que tener en cuenta las siguientes observaciones:
1. La
adoración tendrá que ser transmitida en vivo y en directo. El fiel tiene que
trasladarse espiritualmente a adorarlo allí donde está siendo expuesto y
prestarle atención.
2.
Se haga un momento de oración sincero con el debido silencio,
recogimiento y piedad.
Dirigirle al Santísimo la oración sabiendo que Él
te ve y escucha, no en la pantalla, sino realmente.
3. Crear
en el lugar el ambiente propicio para la adoración, como si el lugar se
convirtiera en la extensión de una capilla o iglesia donde se adore al Señor.
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