Dios mejora nuestros planes, pero también mejora
nuestro carácter.
“Porque
yo sé bien los proyectos que tengo sobre vosotros? ¿dice el Señor?, proyectos
de prosperidad y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza.”
Jeremías 29:11
Jeremías 29:11
Si Dios hace planes,
no es buena idea que nosotros no los hagamos. Él planeó la creación del mundo, la creación del hombre,
la creación de la mujer, el nacimiento de Cristo, su misión en la tierra hizo
un plan de salvación, hizo planes para sus profetas, para los apóstoles, para
la iglesia, y tiene planes para cada uno de nosotros. A Él le
tomó seis días crear la tierra y todo lo que en ella hay. Pudo haber hecho todo
en un segundo, con sólo tronar sus dedos, pero no lo hizo, Él lo planeó todo
con sabiduría y esmero. ¿Puedes ver la perfección de la naturaleza alrededor? ¿Reconoces
la complejidad del organismo humano, la ciencia, el tiempo, el espacio,
etcétera? Dios lo planeó todo. No hizo nada improvisado y sin cuidado; todo lo
hizo hermoso y perfecto en su tiempo (Eclesiastés 3:11). Dios
es un Dios de estructura y orden. Dios bendice a aquellos que hacen planes y se
esfuerzan, pero la última palabra la tiene Él. Sin embargo, Dios
quiere que le entreguemos nuestros planes. Si presentamos nuestros planes a
Dios, Él nos los
va a mejorar, no en el tiempo que queremos ni en la forma que esperamos, sino
“cuando” y “como” Él lo quiere, luego de trabajar en nuestro carácter, nuestras
motivaciones, ataduras, obsesiones, etcétera. En otras palabras,
nos respalda los planes cuando estamos listos para realizarlos.
Dios mejora nuestros
planes, pero también mejora nuestro carácter. Ninguno de
nuestros planes puede ser exitoso si no somos afinados interiormente. Dios es
el mejor editor de nuestros planes. Como un texto escrito, Él los
revisa, los corrige, les aumenta, les quita, y al mismo tiempo nos lleva en un
proceso de cambio interno para que podamos recibir aquello que Él ha preparado.
Sus planes son siempre mejores y más altos que los nuestros. Lo que pasa es
que, a veces, nuestro ego se interpone y creemos que lo que hemos ideado es el
mejor proyecto. Bueno, pues, déjame decirte que Dios tiene mayor perspectiva
que nosotros porque Él es el que habita en lo alto, Él es el creador, y su
corazón está por nosotros, no contra nosotros.
Deja que Dios edite tus planes. En el
tiempo del fracaso y la corrección, Él mira por encima de toda
circunstancia, conoce lo pasado y lo porvenir, sabe de tus fortalezas y
debilidades, está consciente de tus necesidades, y no puede ignorar los deseos
de tu corazón porque te ama. Dice su palabra que Él tiene planes
buenos para nosotros, ¿por qué entonces tenemos miedo de entregarle nuestros
proyectos? ¿Acaso somos más sabios que Él, o más buenos?
“Busca en el Señor tus
delicias, y él te dará lo que tu corazón desea. Confía al Señor toda tu vida y
fíate de él, que él sabrá lo que hace.”
Salmos 37:4-5
Salmos 37:4-5
Definitivamente, Él tiene planes para
que le entreguemos lo que somos, quiere revisar todo lo que hemos planeado.
Dale el bosquejo de tus planes para que Él lo afine. ¿Qué te ha pedido Dios que
le entregues? De cualquier modo, nada es nuestro, todo es de Él. No hay nada
que podamos perder, que sea más valioso que nuestra alma. “Porque quien quiera
salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O
¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” Mateo
16:25-26.
A
lo largo de los años aprendí que lo que es verdaderamente mío es aquello que le
he entregado a Dios y Él me ha devuelto, no aquello por lo que me he afanado. Cuando tienes su
aprobación, su corrección, su “edición”, nada ni nadie te puede quitar lo que
Dios te da. No es tuyo aquello por lo que te esmeras ciegamente, sino aquello
que Dios te entrega, una vez que lo has soltado en su mano.
“El hombre propone, pero Yahvé dispone. Cada cual justifica sus
decisiones, pero Yahvé sopesa los espíritus. Encomienda tus obras a Yahvé, y
tus proyectos se realizarán.”
Proverbios 16:1-3.
Proverbios 16:1-3.
Por: Maleni Grider
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