La Regla de San Benito
es la normativa que el santo patrono de Europa estableció para vivir en sus
comunidades monásticas, unas comunidades que debían preservar la
civilización, la cultura y en general la paz y el amor, en un contexto de
violencia, corrupción y saqueo, con el Imperio Romano hundido y los ostrogodos
y otros bárbaros aposentándose entre las ruinas.
Sus 73 capítulos
durante quince siglos han guiado la vida de decenas de miles de hombres y
mujeres en cientos de comunidades de todo el mundo. Podríamos considerarla una
"fórmula probada" para vivir como cristianos en comunidad.
También las familias
cristianas del siglo XXI intentan ser como los monasterios del siglo V, islas
de paz, amor y respeto a Dios, rodeadas de un ambiente hostil, bárbaro e impío,
que vive de crear ruinas y saquearlas. Esta es la tesis de un libro de 2014 del
sacerdote benedictino Massimo Lapponi publicado en Italia y titulado "San
Benito y la vida familiar" Él señala que la Regla Benedictina aplicada a
la vida familiar produciría cambios en estos 6 ámbitos:
Cambios en el trabajo
Como en un monasterio (con su "ora et labora"), todos ayudarían en las labores domésticas, se aceptaría e inculcaría el sacrificio de uno mismo en el servicio a los demás. Además, quedaría claro que la vida laboral no se debería privilegiar sobre la vida familiar.
Cambios en el descanso
Las películas y los juegos se
compartirán juntos, no en solitario. Habría ratos de recreo y juego en común
tras la cena familiar, parando el ritmo para encontrarnos y descansar. «El
reposo es un tiempo de comunión con Dios y con las almas y de alegría por esta
comunión», escribe el autor.
Cambios en las comidas
Se rezaría antes de las comidas.
Y comerían juntos los miembros de la familia, no a horas distintas en
habitaciones distintas. Sería un momento de conversación, de compartir ideas,
experiencias, tiempo. Estar juntos para comer ayuda a las familias, y no solo
no porque lo digan los benedictinos, sino que también lo han demostrado
numerosos estudios sociológicos. Pero para eso la televisión debe estar apagada.
Cambios en hábitos de consumo
Una familia "al estilo
benedictino" evitará el lujo y la superficialidad. No llenará las
habitaciones de los niños de cosas y juguetes. Se establecerá una gran
sobriedad en el uso de elementos electrónicos, tanto entre padres como entre
niños (horarios de pantallas apagadas, limitar uso de pantallas, etc.…). Se
buscará que el uso de los objetos electrónicos sea comunitario: mejor ver
juntos una película que ir cada uno a jugar un juego distinto en su dispositivo
particular. En cualquier caso, reduciendo al mínimo las pantallas, se
fomentaría la lectura y la conversación.
5) Cambios en la vida
de oración
Habrá un lugar para rezar y un tiempo para rezar, a ser posible con un pequeño altar familiar para la oración en común. Se bloqueará la "invasión mundana" creando un clima en el que padres e hijos puedan encontrarse con Dios cada día.
6) Cambios en la
caridad y solidaridad
La familia buscará evitar el centrarse o cerrarse en sí misma: será acogedora, buscará aliviar en lo posible los sufrimientos ajenos, pondrá a los hijos en contacto con los más desfavorecidos.
"Las familias
de hoy están llamadas a ser islas luminosas de fe, educación y cultura en medio
del barrio, del colegio, en el supermercado, en el parque, con los amigos… Se
trata de construir el futuro como hicieron los hijos de san Benito, buscando a
Dios".
Fuente: Religión
en Libertad
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